Nació en 1938 en un pueblo de Cataluña pero, con 20 días, volvió con su familia a Alforque, y ahí se quedó. Antonio Catalán, ya jubilado, se ha dedicado a la agricultura y a la ganadería. Con 41 años tomó las riendas del Ayuntamiento, primero con la UCD, después con el PAR y, a partir de su tercera legislatura, con el PSOE.

En este pequeño pueblo de la comarca de la Ribera Baja del Ebro residen de forma habitual unos 40 vecinos. "La gente me animó a que me presentara a las primeras elecciones y aún no me han sacado". Al principio, según recuerda, empezó a llamar a las puertas de todas las instituciones para pedir ayudas, porque "estaba todo por hacer". De hecho, su primera obra como alcalde fue "una carretera para llegar a Alforque, porque hasta entonces había que pasar el río en barca", salvo que se atravesara un camino de tierra y piedra casi intransitable. A esta vía le seguirían otras que mejoraron la comunicación. "La segunda actuación importante fue la depuradora" y después, según enumera, "se han ido haciendo muchas cosas: pista de pádel, frontón, piscina".

"Al ser poca gente estamos unidos. Al pueblo le debo todo y yo me debo a mi pueblo", asegura con rotundidad. ¿El motivo de estar tantos años como alcalde? "La verdad es que me gusta mucho trabajar por Alforque y, además, los vecinos colaboran mucho. Es cierto que todo va siempre a parar al alcalde, pero yo no me considero político". Catalán considera necesario "seguir haciendo cosas y que vayan llegando subvenciones, porque aún queda mucho trabajo por delante".