Inquietud en los pueblos aragoneses que acuden a escuelas y hospitales de Cataluña

Cada día, de lunes a viernes, el autobús escolar que recorre la parte aragonesa de la N-230, desde Puente de Montañana a Bonansa, viaja a Pont de Suert (Lérida) para llevar a 42 alumnos de Secundaria y Bachillerato que, por cercanía, estudian en Cataluña. La educación es solo uno de los servicios que presta la Comunidad vecina, porque unos 60.000 pacientes de Aragón tienen como referencia centros sanitarios catalanes, también por proximidad a su domicilio. Además, los bomberos de la Generalitat son la primera fuerza de intervención en el caso de municipios como Montanuy.

Ayuntamientos y vecinos muestran su inquietud porque este ‘status quo’ pueda verse alterado en alguna medida por el desafío soberanista. "Hace 20 años que los niños de Sopeira van a la escuela en Cataluña, y nos gustaría que todo siguiera igual", dice Enrique Ariño, cuyos dos hijos, de 6 y 15 años, acuden al colegio y al instituto de Pont de Suert (Lérida), a solo 15 minutos.

Algunos alcaldes reconocen que existe "mucha preocupación" por la continuidad de estas prestaciones. "Vemos la situación con inquietud, porque Cataluña presta servicios básicos. Hay que tener la esperanza de que la cosa no vaya a peor y recordar que siempre ha habido buena relación y entendimiento", manifiesta el presidente de la Diputación de Huesca y alcalde de Arén, Miguel Gracia.

Aragón y Cataluña firmaron un convenio sanitario en 2005 para la prestación mutua de servicios todavía vigente. Solo en atención primaria, 26.889 aragoneses fueron atendidos en Cataluña, y 31.438 catalanes en Aragón. La compensación entre Comunidades no se realiza directamente sino a través del Ministerio y de dos fondos, uno para hospitalizaciones y derivaciones a especialistas y a centros de referencia a nivel nacional; y otro para Atención Primaria. La liquidación supuso para Aragón en el último año un saldo negativo de 5,2 millones de euros, que el Estado resta de los traspasos. En las zonas limítrofes, según datos del Salud, se admitieron 344 derivaciones a Cataluña procedentes de los hospitales de Barbastro y Huesca. El convenio se ha ido prorrogando y la comisión de seguimiento se reúne periódicamente. La consejería de Sanidad reconoce que a veces surgen problemas puntuales, "pero hay buena sintonía".

La dependencia es especialmente significativa en los municipios de la Alta Ribagorza aragonesa. Sus habitantes son atendidos en consultorios locales por las mañanas, pero el resto del día y los fines de semana deben acudir a Cataluña. También hay prestaciones a la inversa. El médico de Arén, dependiente del centro de salud de Benabarre, tiene a su cargo cartillas de pueblos catalanes del municipio de Tremp (Lérida), lo mismo que sus escolares utilizan el transporte escolar que paga Aragón.

El alcalde de Bonansa, Marcel Iglesias, no oculta que "estamos muy preocupados con este tema". "Compartimos servicios tan básicos como bomberos, emergencias sanitarias o escuelas. En Pont de Suert los tenemos a 10 minutos, y los de Aragón nos quedan lejos. Si los niños tuvieran que ir al instituto de Castejón de Sos, son 40 minutos en coche, y más en un autobús haciendo paradas", explica. Afirma que se han mantenido contactos con las administraciones locales vecinas, "y son buenos aliados en este sentido, pero claro, si esto se complica, las decisiones dependerán de otras instituciones más lejanas".

Pese a todo el revuelo político, los servicios han seguido funcionando con normalidad, asegura el alcalde de Bonansa, una situación que ratifica el Sopeira, José María Ariño, quien confía "en que todo siga igual".