Fago: cabezas despejadas

La madrileña Virginia Arce, Vivi para los amigos, ejerce de peluquera a domicilio en Fago, un pueblo en el que ha encontrado la tranquilidad y la calidad de vida que andaba buscando.

Virginia Arce, con sus útiles de peluquería, camina por el centro de Fago.
Virginia Arce, con sus útiles de peluquería, camina por el centro de Fago.
Laura Uranga

Virginia Arce es una de esas personas que genera empatía instantánea. La sonrisa, el trato afable, la vitalidad... a esas notables cualidades añade dos más específicas que llaman la atención; el amor a su trabajo y la identificación absoluta con el entorno que ha elegido para vivir. Vivi, como le llaman sus amigos, es de Madrid, aunque lleva tiempo fuera de la capital de España, y está feliz con el cambio: de cinco millones de humanos (con una larga etapa intermedia en Alicante, otra ciudad populosa y llena de turismo) a veinticinco, los habitantes censados que tiene actualmente Fago. El silencio y la calma reinantes solamente se rompen por ruidos aislados del ganado en las granjas de las afueras.

Fago, sí, el sitio donde pasó aquello. La sola mención del pueblo genera murmullos por doquier. Todo el mundo ha oído alguna vez la historia ?o las historias, que versiones y derivas hay más de una? de lo que ocurrió en enero de 2007. El asesinato del alcalde Miguel Grima, el largo proceso penal posterior y las vicisitudes de la investigación coparon portadas y generaron incluso un filme documental. El pueblo lleva años intentando pasar página; el tema es tabú en toda la comarca, y ya no tiene sitio en el presente. Sigue habiendo algo de alergia a la gente con teleobjetivos y mirada curiosa que aparece sin avisar, pero ya no se remueve el asunto.

Fago: cabezas despejadas y pelillos a la mar

Hay dos historias humanas más remotas y menos luctuosas en el pueblo; la de los pastores que emigraron al oeste de Estados Unidos para trabajar, fenómeno que se extendió a pueblos de esta comarca y algunas vecinas, y otra con un nombre sorprendente; la emigración de las ‘golondrinas’. Así se llamaba a las mujeres de Fago y de diversas localidades cercanas, aragonesas y navarras, que marchaban en otoño a trabajar a las fábricas de espardeñas en Mauleón (Francia) y regresaban en la primavera.

El viaje vital de Vivi ha sido inverso, con matices; ella sale los fines de semana para redondear sus ingresos trabajando como camarera en un bar de la vecina Ansó, o ayudando en el mantenimiento de la residencia en esa misma localidad. Siete kilómetros de ida y otros siete de vuelta, para alejarse lo justo de su querido hogar en Fago, desplazamientos logísticos aparte.

Amores de lejos

Lo de Vivi con las montañas de Aragón venía de lejos. "He estado muchas veces de vacaciones en el Pirineo; me gusta la montaña y la escalada. De tanto venir, empecé a pensar en quedarme algún día; acababa alargando las visitas todo lo que podía. Hace tres años, el dueño del campin de Ansó, Pedro, me dijo que me quedara a trabajar un verano, ya que me gustaba tanto la zona. Yo llevaba echando el currículum por distintos puntos del Pirineo cinco años antes de eso; llegué a entrevistarme en el hotel Los Mallos de Riglos, en Murillo, que es muy bonito, pero este valle me gustaba más que ninguno. Me vine con la caravana al campin; entonces tenía novio, pero la cosa no funcionó y él decidió marcharse. Yo, lo contrario; me quedé".

Vivi y su pareja actual ?él se llama Andrea, y trabaja en el campin de Ansó? residen en una gran casa junto a la iglesia de San Andrés, en el centro del pueblo, decorada con motivos roqueros; Metallica y System Of a Down son dos de las bandas con lugar propio en el corazón y las paredes de la pareja, que tiene su estufa de pellets para superar el duro invierno: en Fago nieva y hiela más que en Ansó, por ejemplo. Andrea y Vivi cuentan igualmente con un simpático loro como compañero de hogar, por el que también pululan una gallina, un gato y dos perros. Pagan un alquiler bonificado, incentivo del Ayuntamiento para animar a los jóvenes a establecerse en el pueblo. El propio alcalde, Enrique Barcos, se lo ofreció. En Madrid, Zaragoza o Huesca, el precio de alquiler de una vivienda similar sería estratosférico. Ahora no descartan ir a por todas dentro de un tiempo, porque el alquiler bonificado tiene fecha de caducidad, y lanzarse a comprar una vivienda en el pueblo. "Tengo formación en peluquería, soy autónoma y voy abriéndome paso poco a poco. En Fago estamos muy contentos;el tamaño, lejos de ser un problema, para mí es mejor: cuanto más pequeño es un pueblo, más me atrae".

Poco a poco

Vivi ha conquistado la confianza de las mujeres del pueblo, con una media de edad elevada, y que agradecen que la peluquera lleve el salón de belleza a casa de la clienta. La joven madrileña se patea las calles con su lavacabezas portátil y su maletín a cuestas, para atender como es debido a quien requiere de sus servicios. "Mis vecinas son muy agradecidas, a algunas les cuesta mucho moverse por la edad, y el invierno es duro; la nieve complica un poco más la movilidad. Yo les corto, les peino, les tiño, charlamos, les escucho y les cuento mis cosas... ¡están encantadas, y yo también!".

Vivi es consciente de que los ingresos derivados de esta actividad no dan para vivir, aunque sus clientas disfruten peinándose cada semana con ella. "Este verano, la cosa ha ido a más, he puesto carteles y también tengo clientela de invierno, que es lo que más interesa. He vivido año y medio en Ansó, ahora llevo un poco más de un año aquí y es el tiempo que cuesta que te vayan cogiendo confianza".

Además de la casa, Vivi tiene un pequeño campito a las afueras del pueblo que le cedió un vecino, en el convencimiento de que lo trabajaría con esmero; ha puesto su huerto y tiene allí una ovejita. También planea hacer queso. "La idea es acabar casi en régimen de autoabastecimiento; verduras, huevos, queso, leche, corderos... ahora voy al de Ansó y a Jaca para compras más grandes, pero creo que los productos propios tienen algo especial. En el futuro, si voy produciendo artesanalmente, también me gustaría vender queso, ahora ya saco tres docenas de huevos semanales con mis cuatro gallinas. También me animan algunos para que ponga bar, pero no es el plan ?ríe? y la verdad es que no necesito mucho para vivir. Prefiero seguir con los animales, y aun más con los pelos, captar clientas que antes se iban a Jaca y ahora se quedan contentas con lo que hago. En Hecho, Majones o Garde no he entrado, y en Ansó solamente la gente que solía marcharse, la clientela de toda la vida ya tiene su peluquera allá".

El día a día

En Fago no hay bar desde hace años; solamente un centro social que abre muy poco, casi exclusivamente en verano. Para hacer vida social y tomar un café o una copa fuera de casa hay que ir a Ansó o a las bordas del camino de Zuriza, con Arracona y Chiquín como paradas estelares. El coche es indispensable. No obstante, la oferta de casas rurales en Fago es más que suficiente para quienes vienen en búsqueda de las bondades de la naturaleza local, especialmente las relacionadas con el senderismo y el barranquismo.

La Foz de Fago es un reducto estelar en este último segmento, y tiene una bien ganada fama entre los deportistas extremos nacionales, amén de atraer a numerosos especialistas del otro lado de los Pirineos. Se trata de un recorrido de tres kilómetros que incluye una garganta tipo cañón muy bien excavada; hay saltos, cascadas, zonas de rapelado... cuando el agua abunda, la dificultad (y el disfrute de los aficionados) van en consonancia con el caudal. Además, tiene fácil acceso y un retorno sencillo.

La cercana Foz de Biniés, a la par del río Veral, se recorre habitualmente en una ruta senderista, e incluye el pequeño Portal de los Baños, que a mediados del siglo XX fue famoso por las propiedades curativas de sus aguas. Al igual que la de Fago, la Foz de Biniés está declarada como paisaje natural protegido por el Gobierno de Aragón.

El magnífico retablo de la iglesia de San Andrés

La construcción de esta iglesia fue contratada por el concejo de la localidad con el cantero navarro Juan de Urrelo en 1582, en sustitución de otra anterior de la que subsisten, entre otros elementos, el tímpano de su primitiva portada románica, decorado con crismón. El templo, de aspecto exterior sobrio, presenta una sola nave con dos capillas abiertas a los dos lados del presbiterio poligonal, que le otorgan en planta una apariencia de cruz latina. En el lado de la Epístola (derecho), está la sacristía adosada a la cabecera. En el lado del Evangelio (izquierdo), se alza la torre de planta cuadrangular. El retablo mayor es, sin duda, la pieza más destacada de la decoración interior. Está dedicada a San Andrés y se ha atribuido su autoría al escultor jaqués Pedro Lasaosa, discípulo del maestro Juan de Moreto, autor de la valiosa capilla de San Miguel de la Catedral de Jaca. De hecho, existen similitudes en los modelos estructurales empleados por Moreto en el retablo de San Miguel y por Lasaosa en el de San Andrés.

LOS IMPRESCINDIBLES

Cuatro casas rurales

Fago mantiene cuatro casas rurales que se nutren del turismo de naturaleza y deporte: Tadeguaz, Alejos, Quilero y Fanal. Es un enclave privilegiado para la desconexión del estrés citadino, actividades de montaña y observación de aves.

La Foz de Fago

Es uno de los barrancos más valorados de toda España. De dificultad media, el mejor momento para hacerlo es en la primavera, cuando lleva la suficiente agua para disfrutarlo a plenitud. A finales de verano se seca casi por completo.

Paraíso de las aves

Los acantilados de la zona albergan a un gran número de especies, desde el buitre común al treparriscos, el alimoche o el vencejo real. Entre las aves acuáticas destacan el mirlo europeo, el común y la lavandera cascadeña.

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