La familia aragonesa bloqueada en Puerto Rico ya está en casa

Finalmente y tras descartar la opción de volar el día 30 -como tenían previsto- tuvieron que abandonar el país en ferry.

La familia López Miguel, ya de regreso en el aeropuerto de Barajas.
La familia López Miguel, ya de regreso en el aeropuerto de Barajas.

El pasado viernes, 29 de septiembre, HERALDO se hacía eco de la noticia de una familia aragonesa que permanecía bloqueada en Puerto Rico tras el paso del huracán 'María', catalogado como una de las peores tragedias que ha asolado el país en los últimos años y que ha dejado 16 muertos y ocasionado numerosos destrozos. Ese día, todas sus esperanzas estaban depositadas en un vuelo de Iberia que debía operar el día 30, sábado, rumbo a España. Pero ese avión no llegó a despegar.

“El día de antes le llegó un mensaje a mi marido en el que decían que finalmente no podían volar y que nos pasaban al 6 de octubre”, recuerda todavía emocionada Isabel Miguel, vecina de Zaragoza de 60 años y una de las protagonistas de este viaje que, por momentos, se transformó en una pesadilla.

La familia, formada por la propia Isabel, su marido Salvador López (64 años), y sus tres hijos, Daniel (26), Óscar (25) e Isabel (22), aterrizó en San Juan de Puerto Rico el pasado 16 de septiembre dispuesta a pasar unas agradables vacaciones. Sin embargo, el miércoles, 20 de septiembre, el paso de 'María' dejaría un escenario de desolación a su paso protagonizado por los problemas de suministro de agua y combustible y los fallos de las comunicaciones.

Ya en casa, y todavía con los nervios del viaje tras nueve días literalmente encerrados en la isla, los aragoneses aseguran haber pasado una de experiencias más duras de sus vidas. “No había luz ni agua en toda la isla. Como no teníamos modo de desplazarnos jamás nos alejamos mucho del apartamento. Nos quedaba un cuarto de depósito de gasolina que guardábamos para el día que fuésemos al aeropuerto”, recuerda Isabel. Además, tan solo había dos tiendas de alimentación abiertas en la zona. “Tan solo nos vendían dos litros de agua al día por persona y a precios prohibitivos, un lito de agua nos costó 5 dólares”, afirma.

Sin embargo, y a pesar de la promesa de volver el 30 de septiembre, a medida que pasaban los días la familia se dio cuenta de que era muy posible que ese avión no llegase a volar. Para más inri, en su caso se sumaban los problemas de corazón de su marido: “Se había traído medicación para tres o cuatro días más, corríamos el riesgo de que se le acabase”.

Durante la semana que permanecieron en la isla, un generador colocado de manera improvisada en el vecindario sirvió para cargar los teléfonos de varias personas que incluso hacían fila durante varias horas al día, así como para ducharse o tener algo de luz en casa. “Todo esto a unas horas concretas al día, había que dosificar”, asegura Isabel. Además, en el aeropuerto se sumaban nuevos pasajeros a las listas de espera de los vuelos. “Todo el mundo quería salir de ahí”, recuerda.

“A medida que pasaban los días la desesperación era mayor, la gente tenía más dificultades para encontrar agua o comida. Mis padres fueron precavidos y llevaban dinero en efectivo, pero nos quedaba poco como para aguantar muchos días más”, relata Óscar López, hijo mediano del matrimonio. “En seguida se instauró un toque de queda a las seis de la tarde y ley seca”, destaca.

“Ha sido una experiencia muy agobiante, no sabíamos si íbamos a tener agua al día siguiente o cuándo íbamos a salir de allí. Hasta que no pierdes lo que tienes no lo valoras realmente”, reflexiona el joven, ya desde su casa de Madrid, donde estudia.

Cada día, Óscar se acercaba hasta un hotel cercano para conectarse a la red wifi y comunicarse con familiares y amigos. Una de las personas que estuvo en todo momento al otro lado fue un amigo de la infancia, Ángel Getán. “Tras enviarnos una foto de la alerta de huracán dejamos de saber de ellos durante unos días. Les llamé a los teléfonos y estaban apagados”, explica. Fue al poco tiempo, cuando se restablecieron las comunicaciones, cuando comenzaron a enviarse SMS. “Un día nos escribió para que lo moviéramos por redes sociales para dar a conocer lo que estaba pasando por allí, por lo que decidí poner sus historia en conocimiento de HERALDO”, afirma.

Finalmente, el pasado viernes la compañía de Ferrys El Caribe reestableció sus viajes diarios a Santo Domingo, hasta donde Iberia les propuso viajar para partir el día siguiente hacia Madrid. “Nos pegamos 15 horas en el barco con otros 14 españoles afectados como nosotros, y de ahí fuimos al aeropuerto donde la compañía nos invitó a comer”, recuerda Óscar, quien destaca el trato de Iberia con ellos.

Además, Iberia ha asegurado que se hará cargo de los costes del desplazamiento. Finalmente, este domingo aterrizaban en el aeropuerto de Madrid a las 9.30.

Tratar de volver a la normalidad

Hoy, Isabel asegura que este viaje les ha cambiado la vida. “La primera imagen cuando salimos a la calle tras el paso del huracán fue como si hubiera estallado una bomba atómica. No había nadie, todos los establecimientos estaban cerrados, los árboles, los postes de luz caídos, las calles inundandas… Un desastre”, explica. Además reconoce que, al final, hubo un momento en el que pensó que no iban a volver a casa. Con 200 dólares en el bolsillo, la situación era límite. “A medida que avanzaban los días empeoraba la situación, estábamos nerviosos y era todo muy tenso. Si nos hubiéramos tenido que quedar cinco días más no sé qué habría sido de nosotros”, lamenta.

Sin embargo, y aunque todavía es pronto para tratar de ver las cosas con distancia, la zaragozana asegura sentirse emocionada por la ayuda de aquellos vecinos de Puerto Rico que les ofrecieron asilo, transporte y apoyo en todo momento, así como de la respuesta de sus tres hijos: “Estoy orgullosa porque si no llega a ser por ellos no habríamos salido de allí”.

Además, también se trae una importante reflexión. “Llegar a Madrid fue muy emocionante, la emoción de llegar a casa. Te das cuenta de muchas cosas, de la suerte que tenemos de vivir aquí… creo que ahora somos más fuertes, realmente hay un antes y un después de este viaje”, concluye.

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