Calaceite: loor a Juan Cabré, el gran humanista de afán leonardino

Calaceite tiene un museo dedicado a la vida y obra de uno de sus hijos más ilustres, todo un pionero en la catalogación del arte rupestre levantino, amén de arqueólogo y eminente dibujante.

Lola Pintado, en la entrada del Museo Juan Cabré.
Lola Pintado, en la entrada del Museo Juan Cabré.
Laura Uranga

Calaceite es una coqueta villa turolense, de las que se sabe bien parecida en forma y fondo; una privilegiada dentro de la comarca del Matarraña que presume de piedras, versos, guisos, los balcones forjados de la calle Maella, la casa Moix (reproducida en el Pueblo Español de Barcelona), las ermitas e iglesias y, cuando acaba el invierno, almendros en flor. Dentro de sus alicientes hay un nombre hecho museo, que celebra la vida de aventura que llevó Juan Cabré; en su propia tierra, primero, y por toda España después. Lo suyo era mirar en el pasado y proyectar esos conocimientos en el futuro, dejando el presente al disfrute del descubrimiento. Un edificio del año 1790, llamado La Casa del Abogado ?rehabilitado por el Gobierno de Aragón entre 1985 y 1987? alberga el museo inaugurado ese último año en recuerdo de este probo calaceitano. Amén de exhibir sus trabajos y hallazgos, que incluyen muestras del luego célebre arte rupestre levantino, el espacio propone exposiciones temporales. Actualmente y hasta el 21 de octubre puede admirarse la muestra ‘Visto y no visto’ del pintor, escultor, fotógrafo y artista del ‘collage’ Fernando Navarro.

El día a día del museo lo llevan dos apasionadas de la cultura; Carmen Portolés, la directora, y Lola Pintado, técnica facultativa de patrimonio cultural. "Cabré vivió sus años de juventud en Calaceite; era un magnífico estudiante ?proclama Lola? y ganó una beca para ampliar su formación en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde destacó como un excelente pintor y dibujante: también dominaba el calco".

Calaceite: jUan Cabré, el hombre con rayos X en los ojos

Cuando regresaba a casa, a Cabré le gustaba salir a pintar y dibujar al campo. Fue en una sesión al aire libre cuando descubrió el despoblado de San Antonio, núcleo ibero de gran valor arqueológico. "Se cree que el hallazgo fue fortuito ?señala Lola? pero sirvió para despertar su pasión por la arqueología. Era muy joven entonces, apenas tenía 20 años. Ahí se le despertó el gusanillo. Con el apoyo de un abogado e historiógrafo local, Santiago Vidiella, empezó a publicar sus estudios y hallazgos en el Boletín de Historia y Geografía del Bajo Aragón; gracias a sus esfuerzos, la zona despertó el interés de numerosos arqueólogos españoles".

A Madrid, y con mecenas

Cabré, asentado definitivamente en Madrid, entra dentro del círculo privilegiado de la arqueología nacional. El apoyo del marqués de Cerralbo fue fundamental: gran coleccionista y aficionado a la arqueología, valoró enseguida las cualidades de Juan Cabré, quien además era un gran fotógrafo. En el museo, de hecho, se guarda una cámara que perteneció al príncipe Pedro de Polignac, padre de Rainiero de Mónaco, y que probablemente regalase a Cabré el abate Breuil, famoso arqueólogo francés. El calaceitano empezó a efectuar excavaciones en toda la península, y conoció a los grandes del gremio: el propio Breuil, Hugo Obermayer, Pere Bosch i Gimpera, Manuel Gómez-Moreno Martínez (quien vivió 100 años)... además, dirigió el museo Cerralbo y el Arqueológico Nacional.

Humanista convencido

Lola Pintado señala que Cabré fue un aventurero atípico en muchos sentidos; sin ir más lejos, disfrutaba llevando a su familia a las excavaciones. Su esposa Antonia y sus hijos Encarnación (también acabaría dedicándose a la arqueología) y Enrique (ingeniero: le gustaban más otro tipo d piedras) le acompañaban con entusiasmo. "Cabré tenía una importante colección de vestigios; en aquellos tiempos se permitía a los arqueólogos conservar parte de sus hallazgos. La dejó en herencia a partes iguales entre Encarnación y Enrique, quienes se comprometieron a donarlas cuando hubiera en Calaceite un espacio digno para su exposición. Así lo hicieron con este museo".

La familia Cabré es amplia, y se sigue reuniendo en Calaceite año tras año; Encarnación tuvo ocho hijos, y Enrique dos. Mantienen muy buena relación con el museo, y los nietos de Juan Cabré han seguido haciendo donaciones puntuales. Enrique, rebasados los ochenta años de edad, siguió subiendo al cerro de San Antonio a visitar el poblado. Murió recientemente; su hermana había fallecido años atrás.

Lola recuerda que Calaceite fue y es un hervidero cultural. "Este año se han celebrado unas jornadas poéticas en torno a la recordada figura de Ángel Crespo, que tienen periodicidad bianual. Su esposa, Pilar Gómez Bedate, falleció el pasado 13 de agosto: fue una estrechísima colaboradora del museo. Nosotros seguimos cumpliendo nuestra función divulgativa y de apoyo a iniciativas culturales de la comarca del Matarraña, además de visitas escolares, y las muestras temporales se centran en el arte contemporáneo, en honor a la voluntad de la familia Cabré".

La Fonda Alcalá, elegido mejor restaurante de comida familiar de Aragón en 2017

La Academia Aragonesa de Gastronomía eligió la pasada primavera al restaurante Fonda Alcalá de Calaceite el premio al ‘Mejor Establecimiento de Comida Familiar de Aragón 2017’. Este premio distingue cada año al negocio de restauración que atesore una dilatada trayectoria de buen hacer en el segmento; en sus cartas deben figurar además productos distintivos y formas tradicionales de cocinar de la zona. La Fonda Alcalá, fundada en 1922, es un referente gastronómico en la comarca. Los hermanos Alcalá (Miguel en la sala y Enrique en la cocina) famosa por elaboraciones como las judías con sardina, el ternasco de Aragón a baja temperatura con puré de patata, la ‘mousse’ de turrón con chocolate caliente o el mostillo con carquiñols.

El aceite de oliva, las verduras, legumbres y carnes y, por supuesto, el Jamón de Teruel son algunas de las materias primas de la cocina aragonesa presentes en su despensa. El restaurante es amplio y cuenta con aparcamiento privado; su popularidad hace recomendable la reserva con cierta antelación, especialmente los fines de semana.

Enclave plural de las artes, con especial querencia por la literatura y la historiografía

La enumeración de figuras culturales relacionadas con Calaceite es larga: daría para una glosa en verso si algún bardo se animara a escribirla. La figura de Santiago Vidiella es fundamental. Nacido en Calaceite en 1860, se le considera una figura básica en la historiografía aragonesa de su tiempo, con especial dedicación a la época medieval. La huella literaria es notabilísima en la localidad, y se nutrió de visitantes ilustres en cantidades ingentes. La fundación Noesis y el francoaustraliano Didier Coste fueron pioneros; Coste convenció al chileno José Donoso para instalarse en Calaceite a principios de los setenta. Por su morada fueron pasando Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Jorge Edwards, Bryce Echenique... el también chileno Mauricio Wácquez llegó y se quedó, lo mismo que Ángel Crespo y Pilar Gómez Bedate. También eran asiduos de Calaceite Carlos Barral, Rosa Regàs, Juan Benet, Juan Marsé, los hermanos Terenci y Ana María Moix y gente del cine como Carlos Saura, Luis Buñuel o Geraldine Chaplin. Antón Castro presentó su libro ‘Seducción’ (2014) en el museo Juan Cabré; la obra contiene dos poemas dedicados al Matarraña.

LOS IMPRESCINDIBLES

La ceramista Teresa Jassá

Nació en Calaceite en 1928 e hizo Bellas Artes en Perpiñán, donde comenzó su carrera como ceramista. En 1960 se instaló de nuevo en Calaceite y abrió una casa-taller. Su trabajo siempre se enfocó hacia la idea de la paz. Murió en 1999.

La Iglesia de la Asunción

De estilo barroco e impresionante fachada, se construyó a principios del siglo XVIII sobre los restos de la iglesia gótica de Santa María del Pla, advocación que trajeron a Calaceite los primeros pobladores cristianos.

Bonito es...

Desde que entrara en la famosa lista de ‘Los pueblos más bonitos de España’ a mediados de 2013, Calaceite ha visto aumentar espectacularmente sus guarismos en el área turística, especialmente entre julio y octubre.

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