Cambrils, tras el atentado: "No se puede vivir con miedo, es lo que quieren, pero no lo lograron"

El atentado en el que murió una zaragozana en Cambrils y dejó 7 heridos no ha intimidado ni a sus vecinos ni a los turistas.

Vecinos y turistas de Cambrils, ayer por la mañana paseando por la rotonda donde se cometió el atentado.
Vecinos y turistas de Cambrils, ayer por la mañana paseando por la rotonda donde se cometió el atentado.
José Carlos León

Si el objetivo de los yihadistas es desestabilizar y sembrar el miedo en la sociedad, no lo han conseguido. Al cumplirse un mes del atentado perpetrado en Cambrils, la ciudad de la Costa Dorada vive los últimos coletazos de una temporada veraniega que obviamente será recordada como la del zarpazo terrorista que arrebató la vida a Ana María Suárez, la zaragozana que veraneaba allí como miles de aragoneses, pero que no ha conseguido marcar la vida de sus habitantes. Si acaso, lo único que recuerda la criminal acción es la presencia policial, mayor que en los días previos al ataque yihadista pero no tan notable como lo fue en los inmediatamente posteriores.

Pocos sabían ayer que hoy se cumple un mes de los brutales atentados de Barcelona y Cambrils, que acabaron con la vida de 16 personas y dejaron malheridas a más de un centenar. Nada hay en la rotonda del Club Náutico que recuerde que ese fue el lugar donde el Audi-3 con sus cinco yihadistas dentro arrolló a siete viandantes, embistió a una patrulla de los Mossos d’Esquadra y uno de los terroristas acuchilló a la zaragozana. Las flores que se depositaron poco después en el improvisado altar en memoria de las víctimas fue levantado hace días. Los daños materiales ya se repararon y los heridos se van recuperando poco a poco. La única pérdida irreparable, la vida de Ana María, marcará para siempre a su familia, que no tendrá consuelo. Su marido, Roque Oriol, salió del hospital el pasado 31 de agosto y su hermana Alicia Suárez recibió el alta este pasado viernes.

Tras el ataque, la ciudad costera recuperó el pulso pronto y la preocupación inicial por que el atentado pudiera hacer huir a los turistas se diluyó rápidamente. "Al contrario –coinciden los comerciantes con establecimientos aledaños a la rotonda– los días siguientes se llenaron de gente que venía a ver dónde había ocurrido todo". Pero también destacan que no todo fue morbo, pues hubo quien se animó a pasear por el paseo marítimo de Cambrils como una forma de reivindicar que no sentían temor, que los terroristas no habían conseguido su objetivo.

Solidaridad con las víctimas

"¿Miedo?, pues claro que tuvimos esa noche, pero no se puede vivir con miedo. Es lo que quieren, pero no lo han logrado", dice rotunda Olga, una fragatina que trabaja en el café Ocean, situado en la misma rotonda del Club Náutico donde los terroristas se estamparon contra el coche policial. "Al revés –puntualiza su compañera Puri del Río– hubo gente que se echó a la calle en solidaridad con las víctimas".

"Las desgracias unen a la gente y la respuesta de todos fue magnífica. Se vio en la manifestación que se organizó unos días después. Fue emocionante", recuerda Jordi Masip, propietario de dos zapaterías en el centro de la localidad tarraconense.

Lo que sí han conseguido los criminales es que la población de Cambrils mire de distinta manera a sus policías, tanto a los Mossos como a los agentes municipales, que esa madrugada del 17 de agosto echaron el resto para cumplir con su deber y proteger a la población.

"Los apreciamos más que antes", admiten y se alegran de verlos patrullar por las calles, un sentimiento diferente al que tenían antes del atentado, cuando recelaban de su presencia por si era presagio de multa o de inspección.

Resaltan y aplauden la reacción del mosso, que con su compañera herida en el suelo, con una pierna rota y magullada por el impacto del coche, al ver a los terroristas armados y con cinturones de explosivos simulados, no dudó en coger su arma, disparar y matar a cuatro de ellos ante el riesgo de que se inmolaran y sin saber en ese momento que los explosivos eran falsos. Tampoco se pensó dos veces ir tras el yihadista que salió vivo del coche. "Llegó hasta aquí -señala Vicente López, natural de Cetina y con cerca de 30 años de residencia en la localidad de la Costa Dorada–. Le gritó que se tirara al suelo y él lo amenazó con el cuchillo".

Explosivos simulados

López, dueño de una tienda de pollos al ast y del restaurante Acuario, ambos en la calle Lleida, añade que desde su casa vio cómo, al hacer caso omiso a las órdenes del agente, este abrió fuego y lo mató. Recuerda que luego, sobre las tres de la madrugad, un robot de los especialistas en desactivación de explosivos comprobaron que el cinturón era un simulacro de bomba. "Aunque vivo en un quinto piso, me metí en casa por si aquello estallaba", cuenta.

Casualmente, Puri del Río, además de estar en el café Ocean, hace las labores del hogar en casa de la agente de los Mossos d’Esquadra que resultó herida aquella madrugada. "Sufrió magulladuras en la cara, una pierna rota y lesiones en otra. Todavía lleva una férula, pero se va recuperando. Su marido también es policía", relata.

Silvi García, regente de la tienda de souvenir La Brocante, en el paseo marítimo, reconoce que no ha tenido ningún bajón de clientes a raíz del atentado y que las ventas se han mantenido al nivel de temporadas anteriores. Cuenta que es cierto que la gente pasó miedo esa noche, pues acababa de ocurrir el atentado de Barcelona y no se podían imaginar que iban a intentar repetirlo en Cambrils. "Al principio no entendían muy bien lo que estaba pasando, pero la Policía lo tenía claro. Al verlos con los cinturones de explosivos y uno gritando algo sobre Alá, no tuvieron dudas", explica Silvi García.

En el momento del atentado, sobre la 1.30 los locales que permanecían abiertos eran los bares y los hoteles. Muchos alojaron a los ciudadanos que huían asustados del lugar. Ninguno conoce directamente a los viandantes que resultaron heridos al ser atropellados en el paseo marítimo, pues la mayoría eran turistas, pero Jordi Masip responde sin dudar: "Afectados resultamos todos. El choque ante algo así es brutal. Lo vives muy de cerca y te marca. Pero luego corre todo tanto, las noticias se suceden tan deprisa que hacen que pase todo muy rápido", reflexiona el empresario.

Pero, aun así, todos recuerdan con emoción la manifestación que una semana después del atentado recorrió las calles de Cambrils y que fue la más multitudinaria en la historia del municipio. Encabezada por policías y miembros de los equipos de emergencias, aplaudidos por todos, el lema que corearon al unísono aquel día dejó claro que lo iban a poner en práctica: ‘¡No tinc Por!’ (no tenemos miedo). Y así lo han demostrado.

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