Santa Eulalia de Gállego es tierra aguerrida. Su magnífico entorno, con el río a los pies y los mallos en el horizonte, es un reto perenne para los fotógrafos. En la zona hay tradición de mirar frente a frente a los temporales, ya sea de modo metafórico o literal; si además se cuenta entre los censados con un alma emprendedora tan palmaria como la de Jorge Senar (81 años en el DNI, ni pizca de cansancio vital), pues... miel sobre hojuelas. Hijo del pueblo, Senar lleva algo más de una década al frente de Bodegas Pegalaz, empresa familiar (patriarca, hijos, yernos y parientes de segunda capa) que produce el apreciado tinto Firé en dos versiones; el procedente de un ‘coupage’ de cabernet sauvignon, merlot y tempranillo y el de garnacha. Las coquetas instalaciones junto a las seis hectáreas de viñedos propios que las surten (más otras tres de vecinos y amigos trabajadas por Pegalaz) tienen al pueblo y los mallos de Riglos como guardianes tácitos.

"Aquí nací y pasé toda mi infancia ?señala Jorge?. A los 16 años ya me marché a Zaragoza, pero siempre pensé en regresar, y lo hice a los 60. Mi abuelo me enseñó a pisar la uva, a sacar el mosto: me intrigaba mucho que ese líquido tan rico tuviera luego un sabor tan diferente con la fermentación. El abuelo me decía que de mayor lo entendería, y yo le dije que tendría viñas de mayor y haría mi vino".

Un salto de fe

Jorge tenía media hectárea de viñedo y cada año vendimiaba para cumplir la promesa hecha a su abuelo, cifrada en unas mil botellas de tinto que destinaba a regalo y consumo familiar. "Mis hijos me decían que era bueno, y acabaron sugiriéndome que montáramos una bodega. Nos armamos de valor, hicimos una sociedad, pedimos un crédito y recuperamos estos viñedos, que se habían arrancado en los sesenta para poner almendros. Pedimos los permisos y empezamos a plantar allá por 1998. La primera cosecha fue en 2006, el mismo año en que acabamos las obras del edificio, y la comercialización llegó en 2010. Hacemos 20.000 botellas al año de nuestro tinto Firé (cabernet al 65%, merlot al 20, tempranillo al 15), además de un monovarietal de garnacha, la uva más típica de la zona".

El Firé (llamado así por el nombre del mallo más fino de Riglos, a la izquierda si se mira desde el pueblo) es un vino muy apreciado en la restauración, especialmente con carnes, y el famoso enólogo Robert Parker lo ha puntuado varias veces sobre el 90 (sobre 100), además de dar un 91 al último monovarietal. La familia que vendimia, embotella y comercializa unida, permanece unida. Y Jorge, que también tiene una casa rural en Santa Eulalia, no cierra el desván de sus ideas. "Es una sociedad con mis hijas, sus parejas, el hermano de un yerno y su esposa: somos siete en total, mi parte pasará a mi hijo Jorge cuando yo no me retire o ya no esté. Hacemos visitas guiadas, catas, eventos... no descarto empezar algo nuevo; quizá un restaurante por aquí cerca, aunque hay que estudiar bien la idea".

Con el municipio hay mucha sintonía. "Pasa como en tantos pueblos, somos mucha gente mayor, y no hay trabajo para los jóvenes. Eso sí, con la automatización, la mano de obra en las ciudades también se resiente, y hay más gente que piensa en volver a los pueblos para buscarse la vida. Aquí se está muy bien".

LOS IMPRESCINDIBLES

Un puente centenario

Hace ahora un mes, el puente de hierro que cruza el Gállego justo antes de llegar a Santa Eulalia cumplió un siglo. Allí finaliza cada abril el recorrido de navatas que parte de Murillo de Gállego.

Santa Quiteria

La ermita de Santa Quiteria, construida en 1981, cuenta con un merendero donde se juntan los cofrades tras la romerías de Pentecostés (el 17 de enero, en honor a San Antón) y del 15 de agosto.

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