Vera de Moncayo: Toda una vida de pan de leña y pastel de sardinas

La panadería Hermanos Azagra, toda una institución en la zona, surtió a Vera y sus visitantes de exquisitos productos durante medio siglo, hasta su cierre hace dos años por jubilación.

La panadería Hermanos Azagra de Vera de Moncayo cerró hace dos años por jubilación. Durante más de medio siglo, el cuarteto de cuñados que formaban los dos Azagra y las dos Marco llevó con éxito un negocio cuya fama traspasaba las lindes del pueblo, la comarca e incluso la comunidad autónoma. La siguiente generación, que había salido de Vera a estudiar, encaminó sus pasos hacia otras tareas. Marta Azagra Marco, una de sus integrantes, es la actual alcaldesa... y orgullo de sus mayores, Manuel, Pilar y Mari Carmen, que hoy rondan las nueve décadas de existencia y disfrutan de los recuerdos que les ha dejado toda una vida de duro trabajo.

Pilar habla orgullosa de la panadería, que trabajaba con horno de leña. "Fue centro de reunión de Vera y de varios pueblos de por aquí. También venía gente de Zaragoza, de Madrid, sorianos de camino o regreso a Barcelona que nos encargaban cosas; Labordeta vino una vez con mochila y todo. Servíamos a diario a Alcalá y Trasmoz. Aquí lo que más se llevaban era hogazas de pan, magdalenas, tortas de nuez y pasteles de sardinas, sobre todo. El nuestro era pan artesano de verdad, de leña, con terminación a mano. Mira que llevamos dos años y pico cerrados, y siguen llamando para encargar cosas. Ahora ya no las hacemos ni para nosotros, encender un horno de leña es muy costoso".

Aragón, pueblo a pueblo: Vera de moncayo

El bocinazo avisador

Marta recuerda el trajín del negocio. "Estaban las 24 horas del día, todos los días de la semana. No se cerraba nunca. Fueron 55 años en el pueblo y casi 50 yendo a Trasmoz y Alcalá, y en esas visitas se dio una situación muy curiosa. Ya sabrás que a principios de los 80, el padre de Julio Iglesias estuvo secuestrado en Trasmoz: un tiempo después nos enteramos por un conocido común, que había coincidido de veraneo con él, que durante el secuestro sabía qué hora era por el claxon de mi padre; aparcaba en la misma puerta de la casa donde estaba secuestrado, en la plaza de España del pueblo. Siempre llegaba entre la una menos cuarto y la una, y eso servía al secuestrado de referencia".

Vera es territorio festivo. Allí gusta mucho la jarana, las bromas y el baile. Los recuerdos de Manuel, que no se despinta la sonrisa de pillo, van en esa dirección. "Aquí, cuando yo era joven, había siempre baile en la plaza y el salón, teníamos paloteao y cipotegato antes que en Tarazona". "Hay diez en la zona –aclara Marta– pero aquí no recibe tomatazos: el cipotegato tiene la posibilidad de sacarle los colores a los vecinos, nadie puede enfadarse con él".

"Aquí nos gustan las bromas un poco pesadas –recalca Manuel– como robar las macetas de las mozas en la noche de San Juan o tapiarles la puerta de la casa con ladrillos y yeso para que no puedan salir". "Él y sus amigos eran unos piezas –apuntan sus hermanas– pero es verdad que lo de las bromas y Vera es costumbre. Hay otra que se llama ‘la manta’: el día de Año Nuevo los mozos van con una manta a casa de las chicas de Vera con novio que nos son del pueblo, y que deben dar una paga por ello: una botella de algo o dos es lo normal".

Otro asunto del que se ufanan en Vera es su carácter pionero con las calabazas de Todos los Santos. Mari Carmen lo tiene claro. "Esa tradición estaba aquí desde mucho antes de que se pusiera de moda por Estados Unidos. Aquí se tallaban las calabazas y se colocaban a la puerta de las casas, para ahuyentar a las brujas cuando bajaban del castillo de Trasmoz. También por eso, se pintaban las casas de blanco, con azul en las ventanas. Aún se hace".

Dichos y hechos

El asunto de las brujas, por la proximidad con el castillo de Trasmoz, y los vuelos rasantes de la Tía Casca, le tocan de lleno a Vera. La leyenda que dejó rédito oral en el hablar del pueblo la protagonizaba un sastre. "El pobre hombre –aclara Manuel– venía a Vera a coser, se enganchó en una zarza y creyó que lo pillaron las brujas". "A su lado –sigue Pilar– había un búho que parecía decir “mío, mío”, y un mochuelo que sonaba con algo parecido a “que voy, que voy”. El hombre, que creyó que la tía Casca lo había agarrado, dijo: “Déjame, que soy un pobrecico sastre que viene de Trasmoz”. Esa frase dicen ahora muchos hombres cuando sus mujeres les pelean".

El pueblo también es famoso por su discreción. La frase "mata al rey y vete a Vera que no se sabrá" lo deja claro. Eso sí, en los pueblos cercanos hay envidia por todo lo que trae el monasterio de Veruela al municipio. Cuando la rabia aflora, la frase de los vecinos es contundente: "a los de Vera, para quien los quiera". Ojo...

El pueblo tuvo su movida ochentera y mantiene los festivales de música de Veruela

En los años ochenta, Vera de Moncayo concentraba buena parte del ocio nocturno en su entorno. La discoteca El Lobo Feroz fue la más conocida en la zona. Venía la gente de Tarazona y Borja: los modernos de Madrid o Vigo también tenían reflejo allí, punkis incluidos. De hecho, el zaragozano Manolo Kabezabolo hizo una de sus primeras actuaciones en Vera.

Esa escena era ecléctica: también había sitio para el folclor o los aires latinos de protesta. Así, La Bullonera debutó en el pueblo y el famoso músico nicaragüense Carlos Mejía Godoy vino con sus Palacagüina en la que fue la primera actuación que hizo en España: tenía tres curas amigos en el monasterio y vino por mediación suya. Además, la Diputación Provincial de Zaragoza se ha implicado siempre en los festivales Veruela Verano, cuya vigesimocuarta edición concluyó anoche con el recital de la israelí Noa. Maika Makovski Rosalía y Refree han sido las otras estrellas de este año en un marco que ya ha visto desfilar en los últimos años a Serrat, Martirio, Los Secretos o India Martínez, además de actuaciones de corte clásico.

La huella de los hermanos Becquer sigue atrayendo a los amantes de la poesía

La presencia recurrente de Gustavo Adolfo y Valeriano Bécquer en la hospedería del monasterio es un hecho histórico que supuso una gran repercusión para toda la zona; por otro lado, varias de las rimas y leyendas de Gustavo Adolfo se nutrieron de historias populares locales. El monasterio fue tan importante que la oficina de Correos del pueblo (que desapareció recientemente, por cierto) se debía a su presencia. A día de hoy, los fines de semana se llenan las casas rurales de la zona con los turistas del monasterio. Además, desde su entrada salen diversas rutas senderistas para recorrer a pie o en bicicleta, y que tienen como destino los pueblos cercanos: Trasmoz, Bulbuente, Alcalá, Añón… Están inspiradas en los paseos que se daban los hermanos, especialmente Valeriano, y tienen paradas con dibujos suyos y escritos de otros autores, contemporáneos de ellos y más recientes.

A la visita sacra al monasterio se une además la enológica: una de las alas del edificio alberga el Museo de Vino, situado donde estaban los antiguos aljibes. Vera, tierra de garnacha, es la única localidad de la comarca de Tarazona y el Moncayo que forma parte de la Denominación de Origen Campo de Borja.

LOS IMPRESCINDIBLES

Huecha guadianesco

El río Huecha no tiene agua en Vera: se hace subterráneo al paso por el pueblo, y vuelve a salir en Bulbuente. En los pueblos cercanos se bromea diciendo "vámonos en kayak a Vera". Solo baja agua por Vera cuando hay un tormentón.

La Feria de la Alimentación

Lleva diecisiete ediciones, se celebra en julio y es todo un acontecimiento en la comarca. Los productos son tradicionales: morcilla, choriceta y trufa, además del ‘rancho de putas’ de Vera (llamado así porque lleva mezcla de carnes).

Los nombres extra

El párroco de Vera en los años cuarenta y cincuenta era aficionado a completar los nombres de las mozas en el bautizo. Así, toda una generación tiene añadidos en el DNI ‘María’ delante y ‘de Veruela’ al final.

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