"No ayudó a nadie, que no mienta, se sentó en el columpio y se quedó tan tranquila"

La acusada por el incendio de Santa Fe amenazó con hacer "algo gordo", según una de las supervivientes. Una empleada de la residencia le acusó esa misma noche de causar el fuego y ella sonrió.

Imagen de la acusada durante el juicio
Imagen de la acusada durante el juicio
Oliver Duch

Las pruebas indiciarias de las que la fiscal habló al tribunal popular el primer día del juicio contra Carmen Alejandre por el incendio de la residencia de Santa Fe empezaron este martes a tomar forma. Los miembros del jurado pudieron escuchar a las dos únicas testigos del suceso que habían estado con la acusada hasta unos minutos antes de declararse el fuego y permanecían despiertas: la residente Carmen Garza y la empleada Sarita Flores.

Ellas fueron quienes, primero solas y luego con ayuda de vecinos y policías de Cuarte, lograron salvar a siete personas inválidas que dormían en la planta baja. Por las que no pudieron hacer nada fue por las nueve que fallecieron intoxicadas por el denso humo que inundó las habitaciones de las plantas primera y segunda, algunas de ellas amarradas a las camas.

Las dos mujeres dejaron claro que, si bien no la vieron directamente prender fuego al colchón de la habitación, están seguras de que fue Carmen Alejandre quien lo hizo. "¿Por qué cree que fue ella?", le preguntó el magistrado José Ruiz a la testigo Carmen Garza. "¡Porque sí!", respondió rotunda y añadió acto seguido: "¡Porque dijo que iba a hacer algo tan gordo que su hijo se iba a acordar de ella toda la vida!" La anciana recordó que Alejandre estaba enfadada con su hijo y tutor –ya que está declarada incapaz para regir sus bienes– porque no quería que fuera a su boda, mientras que Flores señaló que la razón del "cabreo" era que no estaba contenta en esa residencia. Ambas subrayaron que Carmen Alejandre era la única que estaba levantada en la planta en la que se produjo el incendio y que este se declaró a los pocos minutos de que ella dijera que se iba a dormir.

Pero además de estas cuestiones, las dos destacaron que les llamó la atención su actitud durante el siniestro. "Me llamó con voz relajada, en bajito y como riendo: “Sara... Sarita... sube, que se está quemando", contó.

Tranquila y relajada

La cuidadora fue rápidamente y vio llamas en la habitación. Cogió un primer extintor y no pudo vaciarlo y tuvo que ir a la cocina a por otro. Al extenderse el humo desistió y bajó a la planta calle y, junto a Carmen Garza, empezaron a salvar a ancianos. "Ella salió tranquila al jardín y se sentó en el balancín, como si no estuviera pasando nada. No nos ayudó a sacar a nadie", manifestó, en contra de la declaración que la acusada hizo el lunes. "Su actitud era relajada, como diciendo: “Ya lo he hecho".

Lo mismo declaró Garza, quien, al observar que Carmen Alejandre movía la cabeza negándolo, se dirigió directamente a ella y le soltó: "¡No digas que no, por lo menos no mientas!". La cuidadora dijo que le recriminó su actitud y la llamó "mala" por lo que había hecho. "Pero ella no me contestó, no abrió la boca", indicó. "¿Negó que hubiera sido ella?", le preguntaron. "No, en ningún momento, solo sonrió", contestó.

Sospecha de la Guardia Civil

Sus testimonios fueron avalados por el guardia civil que instruyó el atestado y que reiteró que, para los investigadores, la principal sospechosa siempre fue Carmen Alejandre: "Ninguna otra persona estaba despierta, todos murieron en sus habitaciones, todos resultaron afectados por el humo menos ella". Ante la posibilidad de que hubiera sido otro residente válido el que provocase el incendio, explicó que es completamente ilógico que alguien inicie un fuego, se vaya a la cama y luego intente escapar del mismo, en referencia a las víctimas que llegaron a despertarse por el humo y trataron de levantarse pero quedaron muertas junto a sus camas.

Otro testimonio relevante fue el del hijo-tutor de Carmen Alejandre, quien decidió no contestar a las preguntas que podían perjudicar a su madre, un derecho que le otorga la ley. Desmintió que hubiera discutido esa tarde con su progenitora por teléfono y aseguró que habló con ella 30 escasos segundos. "Me preguntó si ya había quedado con el director de otra residencia del Actur a la que quería ir y le dije que sí", declaró, avalando de esta forma la versión de su madre de que no tenía motivos para quemar el centro de Santa Fe porque se iba a ir del mismo en agosto.

La propietaria de la residencia Santa Fe, María Isabel Domínguez, a quien se le exige la responsabilidad civil subsidiaria por los daños, también coincidió en que Alejandre quería irse a otro centro. "Quería una residencia mejor, de mármol, pero decía que su hijo no la quería cambiar",

Para María Isabel Domínguez, el "detonante" del suceso fue un artículo que la acusada leyó en HERALDO y que relataba cómo un anciano quemó una habitación en otro centro. También dijo que conocía los problemas mentales de la acusada pero que se tomaba la medicación prescrita y su comportamiento era normal.

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