Cosmética aragonesa: buena, bonita y barata

Perfumes y cremas personalizados o labiales permanentes son tan solo una pequeña parte de la producción cosmética de Aragón, que cautiva a clientes en todo el mundo.

Laboratorio de Perfumes Saphir
Laboratorio de Perfumes Saphir

Innovadora y tradicional, natural, puntera y asequible para cualquier bolsillo. La industria cosmética de Aragón continúa abriéndose camino en el mercado actual, cautivando no solo a clientes de la tierra, sino también cada vez más al mercado internacional.

‘Camaleón’ es una marca que cuenta con apenas 2 años de vida, sin embargo; ha logrado hacerse un importante hueco en los tocadores de clientes de toda España y buena parte del mundo gracias a su nuevo producto: un labial que cambia de color según el PH de la piel.

Tanto es así que este labial se vende en una de cada dos farmacias de España, y en unas 400 de Aragón. “Empezamos con este producto concreto y a los pocos meses lo habíamos transformado en una marca completa debido a su enorme éxito”, asegura Afonso Higón, gerente de la empresa. “No solo cumple la norma básica -bueno, bonito y barato- con un precio de 7,95 la unidad; sino que satiface dos reivindicaciones básicas, hidrata y da color durante 12 horas”, añade.

En su opinión, estos ingredientes han convertido su labial “en un auténtico bombazo en todo el mundo”, además de incluir una peculiaridad, su canal de distribución que se divide en farmacias y herbolarios.

Higón forma parte de la segunda generación a cargo de la casa de cosmética natural ‘Armonía’, fundada por tres empresarios en 1980, uno de ellos su padre, quien se mudó a vivir a Zaragoza donde desarrollaría su idea de negocio. Aunque su laboratorio se ubica en Barcelona, su central de operaciones se mantiene en La Cartuja, Zaragoza. “Desde el principio defendemos el concepto de cosmética natural, primando en todo momento los ingredientes ecológicos sin dejar de lado las tendencias ni las necesidades del consumidor”, asevera.

Otra empresa familiar que va por la tercera generación de propietarios es Perfumes Saphir, creada en los años 40, cuando se dedicaba a la distribución de productos de droguería. A día de hoy, y con su laboratorio y su base de operaciones en la capital aragonesa, opera con 23 países de todo el mundo, principalmente en España y Portugal.

Sin embargo, no fue hasta la década de los 60 cuando se centró en la fabricación de “perfumes de alta calidad y a buen precio”, explican fuentes de la empresa. En la actualidad, la marca continúa invirtiendo en investigación e innovación y fomentando la firma de convenios con diferentes universidades de toda España.

Remontándonos a los años 50 nos encontramos con el caso de Paquita Ors, valenciana y farmacéutica de profesión, amante de las plantas y gran conocedora de sus propiedades botánicas, que llegó a Zaragoza de la mano de su marido, un farmacéutico aragonés. Fue aquí donde decidió abrir su primer local basado en la fabricación y venta de “productos eficaces y baratos, prescindiendo de publicidad y embalajes sofisticados y centrándose en la calidad del producto”, explica Jerónimo Ors, su hijo.

Su concepto se basa en tratar el producto como un medicamento. “Ha de ser asequible para todo el mundo y sobre todo eficaz, buscamos cosméticos que resuelvan”, añade. A día de hoy cuentan con más de 1.000 referencias entre perfumes, maquillajes, cremas, tintes… “Para nosotros es muy importante el tratamiento personalizado. La piel habla de nosotros y es muy importante analizar las necesidades de cada uno”, destaca Ors. Actualmente sus productos pueden adquirirse en sus tiendas de Zaragoza –donde se ubica su laboratorio-, Madrid, Barcelona, Valencia, Salou y Las Palmas, o a través de su página web.

Cosmética a la carta

Como ocurre con la saga Ors, donde existe la posibilidad de crear productos a medida para cada cliente según sus características concretas, en Gilca dan un paso más allá de la mano del movimiento ‘Hágalo usted mismo’ a través de la comercialización de ingredientes y recetas para que cualquier persona pueda preparar en casa su propia crema. “La gente huye de conservantes y colorantes, y viene para comprar, por ejemplo, aceites de almendra dulce, coco o sésamo, glicerina, carité o manteca de cacao”, explica Virginia Gil, perteneciente a la tercera generación de la empresa familiar.

Sin embargo, dentro de la amplia oferta de Gilca en cuanto a la gama de productos disponibles es su local, aseguran que apuestan por Aragón: “Tenemos un aceite de rosa mosqueta del Matarraña, el conocido champú revitalizante ‘Cabesan’ de Tarazona, o agua de rosas de fabricación propia que hacemos en nuestro local del polígono Malpica”, asegura Gil. Un ejemplo más de la capacidad de adaptación en el tiempo de nuestros productos más tradicionales.

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