Jorge Alastuey: “Los alemanes saben que estamos cualificados y por eso nos valoran”

El arquitecto zaragozano, especializado en restauración y rehabilitación de monumentos, lleva dos años viviendo en Alemania y actualmente reside en Múnich.

El zaragozano Jorge Alastuey, en el estudio de arquitectura en el que trabaja en Múnich.
El zaragozano Jorge Alastuey, en el estudio de arquitectura en el que trabaja en Múnich.
J. A.

En el año 2014, la Oficina Federal de Migración alemana contabilizó la llegada de 21.375 españoles al país. En ese momento, la primera potencia económica de Europa se había convertido en el destino de muchos trabajadores y licenciados nacionales que, ante el hastío de contemplar un futuro profesional cada vez más incierto en España, abandonaron su hogar para vivir ‘el sueño alemán’. Entre ellos, Jorge Alastuey, un joven zaragozano estudiante de arquitectura.

“Mi hermano mayor estaba trabajando allí y me ofreció la posibilidad de irme a vivir con él, realizar mi proyecto de fin de carrera y aprender el idioma”, explica sobre su aterrizaje en el país germánico. A pesar de haber estudiado la carrera de arquitectura en Pamplona, Jorge, que ahora tiene 26 años, siempre imaginó que acabaría trabajando en su ciudad natal, la capital aragonesa. “Emigrar y alejarme de mi familia y amigos nunca fue mi primera opción”, explica.

Especializado en restauración y rehabilitación de monumentos, el joven zaragozano trabaja desde hace un año y medio en el estudio co.mod Architekten, ubicado en Múnich. “Mi idea inicial era pasar unos meses en Alemania para, después de terminar el proyecto, volver a España. Pero una vez que estás aquí, que aprendes el idioma y ves lo que este país te ofrece a nivel laboral, es difícil decir que no”.

A Jorge no le resultó muy complicado integrarse en el país de acogida. “Los alemanes saben que la mayoría de los inmigrantes españoles estamos altamente cualificados y eso siempre ayuda a que te vean con mejores ojos”. “Me siento muy valorado, tanto por mi jefes como por el resto de profesionales con los que trabajo. Es una valoración no sólo económica, sino también personal”, subraya.

En cuanto a las diferencias culturales, “quedar en un sitio, a una hora incierta y sin tener un plan programado es algo que no entra en el pensamiento racional de un alemán. La improvisación y el ‘ya veremos qué hacemos luego’ es algo que no acaban de entender”, comenta. “Lo más distinto aquí son las relaciones sociales. Al final te acabas rodeando de españoles, con los que compartes costumbres, cultura e idioma”.

Entre las cosas que más echa de menos de Aragón están “por supuesto la comida, unas buenas 'costillicas' de cordero a la brasa, un bocadillo de jamón de Teruel o un buen plato de borrajas”. “Y también el clima, el cierzo o el calor de agosto no, pero sí un poco más de sol”.

En el futuro, a Jorge le gustaría volver a casa. “No está en mis planes regresar a corto plazo, laboralmente me encuentro muy bien y me gustaría volver a Zaragoza con un buen puesto de trabajo en el que poder demostrar todo lo que he aprendido durante mi estancia en el extranjero. Aunque para eso todavía tenga que esperar unos años”. “Sé que antes o después acabaré volviendo a Aragón”, asegura.


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