"La tecnoadicción surge cuando no le damos alcerebro otra alternativa”

Las tecnologías de entretenimiento se han vuelto uno de los mayores desafíos para padres y educadores en nuestros días

Ciclos abiertos de la Fundación Aprende a Mirar.
Ciclos abiertos de la Fundación Aprende a Mirar.
C.I.

¿Existe un problema real en torno a las tecnoadicciones o ciberadicciones? Desde la Fundación Aprender a Mirar (FAAM) –cuyo ámbito de actuación es la defensa de los derechos del consumidor audiovisual-, aseguran que sí, y que de no poner remedio podrían ir a peor en los próximos años. Su delegado en Aragón y abogado experto en nuevas tecnologías, Juan Boza, ha comenzado a impartir ciclos abiertos dirigidos a padres y profesores en los que trata de dar algunas claves para combatirlo.

Pero antes de profundizar en el fenómeno, debemos saber qué es lo que denominamos una tecnoadicción. Se trata del abuso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICS), o, como explica el experto: “surge cuando utilizamos los dispositivos móviles para realizar tareas para las que no son totalmente necesarios”. Algo que resulta muy habitual en nuestros días y, cada vez, a edades más tempranas.

La primera de estas citas tuvo lugar el 29 de marzo en la Biblioteca Mariano de Pano de la Obra Social CAI, a la que acudieron en torno a 40 personas. “La mayoría de quienes acuden a estas charlas son padres que quieren saber cómo evitar que sus hijos pasen demasiado tiempo con los móviles o videojuegos, algo que a priori creíamos que era inofensivo, pero nada más lejos de la realidad”, asevera. Aunque reconoce que la tecnología “tiene una utilidad brutal”, indica que prácticamente nadie las utiliza con su objetivo original que es el de aplicar la innovación técnica para agilizar otro tipo de labores.

“Si bien es cierto que se trata de adelantos que acortan y facilitan procedimientos, no nos damos cuenta de que, a la larga, deshumanizan nuestros comportamientos y nos están impidiendo trabajar intelectualmente”, critica. A modo de ejemplo, pregunta: “¿Cuánta gente es capaz de memorizar hoy en día un número de teléfono?, no es necesario ya”.

En opinión del experto, cuando dejamos que un aparato lo haga por nosotros estamos desaprendiendo y luego cuesta mucho reeducar al cerebro para que vuelva a llegar a cabo estas labores. Para ello, la educación es imprescindible. “Hay que decir que no, es necesario limitar los tiempos que dedican los niños a las nuevas tecnologías y controlar el uso que hacen de ellas”, reivindica.

Este tipo de adicción viene orquestada por el denominado ‘Circuito de recompensa’, aquel que se activa en nuestro cerebro a través de un estimulo externo que envía señales mediante conexiones neuronales y provoca que se liberen algunos neurotransmisores responsables de sensaciones placenteras como la dopamina y la oxitocina: “En comparación, un teléfono es tan adictivo o más que una máquina tragaperras, la diferencia es que estas últimas están reguladas para limitar el acceso a los menores, el teléfono no”.

Entre las principales consecuencias de este tipo de adicciones, se encuentran la depresión, los trastornos sociales o disociales –o perder la capacidad de relacionarse con el resto-, la aparición de falta de sueño o ansiedad o el déficit de atención. “Según los últimos datos, uno de cada 100 niños necesitará terapia en España en los próximos años”, asevera.

¿Cómo identificar una tecnoadicción?

Para determinar o detectar cuando se está sufriendo una adicción de estas características, el primer paso es diferenciar entre el uso y el abuso de las nuevas tecnologías. “El abuso surge cuando las utilizo para hacer algo para lo que no son necesarias. Si no es imprescindible, estoy jugando a hacer las cosas más fáciles”, añade.

Además, hay que detectar la aparición del síndrome de abstinencia, aquel que se da cuando aparece una necesidad por el teléfono móvil, por ejemplo, que no se puede racionalizar y que provoca cinco reacciones: ansiedad, ira, depresión, angustia o miedo. “Cuando aparecen tres de estas reacciones se puede decir que tienes una conducta compulsiva”, explica Boza.

Y ¿cuál es la solución?: plantear una alternativa. “Para tratar cualquier tipo de adicción hay que proponer otro tipo de entretenimientos, en este caso no tecnológicos, ya que una tecnoadicción surge cuando no le damos al cerebro otra alternativa”, concluye.

El caso de Corea del Sur

Desde la Fundación Aprender a Mirar aseguran que, en la actualidad, en torno a 50.000 jóvenes en España necesitan tratamiento por un daño derivado del uso directo o indirecto de las nuevas tecnologías. “En Corea del Sur son 500.000, pero si enseñas una tablet a un menor de 8 años, te multan”, asegura el delegado aragonés.

En este país, en el que un videojuego – ‘StarCraft’- llegó a estar considerado como un deporte nacional entre sus ciudadanos, existen centros para tratar la dependencia a las nuevas tecnologías. “Los menores de 18 años tienen establecido un toque de queda tecnológico debido al enorme problema desarrollado en torno a estas adicciones”, añade Boza. Una realidad, indica, que parece muy lejana en nuestro país, pero que podría no estarlo de no sentarse las bases de un consumo responsable.

“Por desgracia, en España casi siempre se legisla a posteriori en lugar de prevenir las causas de los problemas que afectan a la sociedad. Es necesario conocer este fenómeno para poder legislar en consecuencia”, explica Boza. De haber sido así, asegura, “habríamos prevenido cosas como el acceso de menores a internet o a un teléfono a ciertas edades”.

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