​¿Cuánto cobran los artistas aragoneses?

Un análisis de la realidad del sector artístico actual marcado por la precariedad laboral, la inseguridad y el pluriempleo?.

En un sector como el artístico, marcado por la precariedad laboral, la inseguridad e intermitencia y el pluriempleo, la supervivencia económica se vuelve un auténtico reto diario para aquellos que sueñan con vivir de ello. A la pregunta de ¿cuánto cobran los artistas aragoneses?, la respuesta es complicada de hallar. Actores, músicos, pintores, escultores, cineastas, escritores o bailarines coinciden: lo que te quieran pagar.

¿Se puede vivir de esto? “Se puede, diciendo que sí a todo y teniendo una segunda ocupación”, asevera Ana Pavía, secretaria del Sindicato de Actores y Actrices de Aragón que representa al 80% del sector con más de 170 asociados. Recientemente el Estudio Estatal de la entidad Artistas Intérpretes, Sociedad de Gestión (AISGE) -que aúna a artistas e intérpretes a nivel nacional- y arrojaba luz sobre algunos datos escalofriantes. “El 40% de los actores españoles no supera los 3.000 euros anuales, en Aragón, el 50% ingresa entre 1.200 y 2.000”, añade Pavía.

Actualmente, la realidad del interprete aragonés es polivalente: “tenemos que saber de todo, estamos más formados que hace años y somos capaces de compaginar varias facetas aunque esto impide la especialización”. Además, en un panorama en el que el “migración” se convierte en la única salida, los actores aragoneses no tienen fronteras, ya que “muchos asociados trabajan entre Zaragoza, Madrid y Barcelona”.

Sin embargo, como ocurre en otras disciplinas, la gran mayoría se ve obligada a compaginar la faceta artística con otro empleo. “En Aragón, en torno al 11% de los interpretes ganan entre 9.000 y 10.000 euros anuales. El resto se dedica a una segunda profesión, siendo la mayoría la docencia, hostelería o puestos técnicos en cine o teatro”, señala Pavía.

Las artísticas son profesiones temporales e intermitentes, con altas y bajas a lo largo del año según el número de bolos o espectáculos, y la ausencia de una previsión de trabajo. Por supuesto, se trata de una realidad que se ceba con las mujeres. “Las actrices tenemos un 6% más de precariedad en materia de sueldos, una vida laboral más corta y una menor presencia en puestos de dirección; por no hablar de la carga discriminatoria que se aprecia en los papeles de ambos sexos”.

Del otro lado, los puestos técnicos también se enfrentan a un escenario complicado a pesar de los brotes verdes que ha acumulado el sector audiovisual aragonés en los últimos años. “Actualmente no existe una empresa continua sino que te adaptas a los momentos de trabajo de un ámbito fluctuante el nuestro”, afirma Gaizka Urresti, presidente de la Asociación de Productores Independientes Audiovisuales de Aragón (APROAR). Además, la reducción o congelación de las ayudas, así como las limitaciones a la hora de financiar más de un proyecto al año, dificultan -todavía más- la profesionalización del sector.

¿Cuánto vale mi trabajo?

Cambiando de disciplina, desde la perspectiva de la Asociación Aragonesa de Escritores, aseguran que la realidad continúa siendo poco halagüeña, como explica Pilar Aguarón Ezpeleta, su secretaria general. “En torno al 2% de los escritores aragoneses puede vivir de su trabajo, los demás lo completamos con otros empleos”, asegura. “En ocasiones, nos llaman para ser jurado en concursos de relatos y pedimos 150 euros por persona. Esta labor conlleva un trabajo de 15 o 20 horas de lectura, repaso y valoración. La mayoría nos dice que no hay dinero, pero sí hay para otras cosas”, critica.

Además, asegura que vivir de la producción literaria en nuestros días se convierte en una auténtica misión imposible: “El autor se lleva el 10% del precio del libro, es decir, que si vale 12 euros, vendiendo 1.000 sacarías 1.200 euros al año. Actualmente una tirada muy buena en Aragón apenas alcanza los 300 ejemplares”.

Algo semejante ocurre en el mundo de las artes plásticas, que incluye la pintura, la escultura o la fotografía, entre otras. Se trata de un sector marcado por la inestabilidad y la falta de apoyos, al que se suma la dificultad para encontrar lugares en los que exponer su obra. “Ahora que no tenemos ayudas nos encontramos con disciplinas que van desapareciendo, artistas entregados a otras profesiones y pocas opciones para vivir de esto”, asegura Mariela García, presidenta de la Asociación de Artistas Plásticos Goya-Aragón.

“En ocasiones nos llaman para pintar un mural o algún patio, cuyo precio ronda los 500 euros. Algunos artistas pueden estar cobrando unos 700 euros al mes viviendo de encargos sin embargo no llegará al 30% del sector”, lamenta.

Con la música a otra parte

Siguiendo por las diferentes disciplinas artísticas de Aragón, desde la Asociación Aragonesa de Intérpretes de Música (AAIM), su presidente, Rubén Lorenzo, asegura que se enfrentan a “un panorama muy poco alentador”, sobre todo para aquellos que se dedican a la música clásica, “una disciplina artística minoritaria”, señala. Además, dentro del propio sector los ‘caché?s’ son desiguales según el tipo de instrumento o de actividad.

“A esto se suma el gran desastre en la reforma de las enseñanzas musicales en España de los últimos 30 años, que ha mermado considerablemente el mercado laboral para los músicos. Desde la aplicación de la LOGSE se ha dejado vacío de significado a los conservatorios profesionales, sin un reconocimiento a la especialidad instrumental”, critica Lorenzo.

Finalmente, desde la Asociación Aragonesa de Bailes de Salón, coinciden con la precariedad laboral y económica del resto de sectores, y añaden la preocupante “falta de reconocimiento del arte en nuestra tierra”, afirma Manuel Pinilla, su presidente. “El baile es una montaña rusa por eso lo que exigen los tiempos actuales es la reinvención sobre todo en un país en el que la cultura es una opción de ocio”, asegura.

“Cuando alguien pide una pareja de baile, no piensa en la formación constante, las horas de ensayos o el tiempo invertido en preparación, maquillaje y vestuario. Sacar adelante un espectáculo se vuelve algo prácticamente faraónico por lo que es imposible vivir de esto”, lamenta. En danza, en la mayoría de los casos no existe un caché determinado sino que cobras “lo que te quieran dar”; una cantidad, advierte, “que nunca va a llegar a ser lo que debería”.

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