La reventa de entradas en Aragón llega al concierto de Sabina... y poco más

Los grandes eventos, donde se producen los mayores fraudes, apenas se programan en la Comunidad.

Sabina ya visitó hace un par de años el pabellón Príncipe Felipe.
Sabina ya visitó hace un par de años el pabellón Príncipe Felipe.
G. Mestre

El próximo 11 de octubre, en plenas Fiestas del Pilar, Joaquín Sabina actuará en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza, uno de los recintos más grandes de la ciudad y al que pocos artistas se atreven a programar un evento con vistas a llenarlo de público. Las entradas ya se pueden adquirir desde 33 euros... al menos, si se hace desde la propia página web del artista.

En otros dos portales de internet, la misma butaca se ofrece por 48,05 euros y por 72,59 euros. Es la reventa sistematizada a través de páginas web, un negocio organizado que obtiene grandes beneficios a costa de los conciertos de música, en ocasiones incluso aliados con las propias multinacionales, y que ha provocado una campaña de protestas que ya ha llegado al Congreso de los diputados.

Precisamente fue Sabina el primero en alzar la voz el mes pasado para denunciar una situación que encarece las entradas y aleja la cultura para aquellos que no pueden permitirse tales desembolsos de dinero. Tras él se unieron figuras como las de Alejandro Sanz - “No es justo que unos pocos se aprovechen de las ilusiones de muchos”, denunció-, y José Luis Perales, así como la Asociación de Promotores Musicales (APM).

En la actualidad, la ley que persigue la reventa de entradas data de 1982. En aquel entonces se legisló de cara al mundial de fútbol que se iba a celebrar en España. El texto no se ha actualizado, y no recoge una realidad totalmente distinta a la de aquel año, en especial en lo relativo al uso de internet y las nuevas tecnologías.

El fundador y director ejecutivo de Ticketea, Javier Andrés Marín, asegura que el Gobierno tiene que "actualizar la ley y hacerla efectiva" ya que "hay determinadas mafias que operan de manera totalmente impune porque no se está haciendo nada en contra de ellas".

La cuestión llegó esta semana al Congreso, tras una pregunta de Ciudadanos, donde el ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, se comprometió a regular la reventa online de entradas a espectáculos por considerar que se trata de una práctica "abusiva" y para "evitar" que la cultura sea "inabordable para las personas que no pueden pagarla".

No será fácil. La propia mecánica de internet y las múltiples legislaciones ponen piedras en el camino. “Es verdad que entramos en conflicto con la regulación de las comunidades autónomas, que son las competentes en materia de espectáculo y con varios departamentos ministeriales. Pero me comprometo a ponerlos de acuerdo, y a ver qué otros ejemplos hay, como el británico, el alemán, o el caso francés que está en estos momentos en el Senado de Francia”, señaló el ministro.

De listos a mafias

En las principales ciudades aragonesas, alejadas de los circuitos de los grandes conciertos, la reventa masiva de entradas a través de fraudes organizados es un problema “puntual” o “menor”, en palabras de los promotores de la Comunidad. La próxima actuación de Sabina es uno de esos casos. Y quizá, aunque a una escala más pequeña, algunos cotillones de Nochevieja o festivales multitudinarios.

“El problema viene cuando en los grandes eventos se detecta que hay un sistema estructurado de reventa. Antes lo máximo era algún listo que compraba unas pocas entradas para sacarles beneficio, pero ahora el problema real ha llegado con internet”, comenta Chema Fernández, responsable de Antípodas Producciones.

“Cuando salen a la venta para alguna gran figura, durante las dos o tres primeras horas se recibe un aluvión de peticiones, que agotan las entradas. Luego aparecen en otras páginas de internet a un precio muy superior”, relata.

Michel Pérez, de Eventos MPH, reconoce que en Aragón “es difícil” que se dé este tipo de fraude. Otro asunto es el de aquellos que a última hora no pueden acudir al concierto y recurren a internet para no perder el dinero. “Si alguien no puede ir y la vende, pues bien, por lo menos otra persona disfruta del concierto, el problema es el sistema que compra y revende de forma masiva”, señala.

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