Casi 80 empresas aragonesas trabajan con drones, un sector que ya suma 60 multas

No, los drones no son una moda pasajera. Esos objetos voladores y súperidentificados han aterrizado en nuestras ciudades para quedarse en forma de herramienta de trabajo. Cada vez son más las empresas y los profesionales particulares que recurren a ellos con fines comerciales, ya sea para grabar una boda, salvaguardar la seguridad de un recinto o captar unas imágenes promocionales desde un punto de vista inédito.

Pero no basta con comprarse uno de estos ruidosos aparatos y hacerlo planear. Para cualquiera de las anteriores actividades -y muchas otras- es necesario registrarse como responsable de operador de aeronaves ante la Agencia Aérea Estatal de Seguridad Aérea (AESA), una gestión que ya han realizado 78 sociedades y autónomos aragoneses (49 en la provincia de Zaragoza, 24 en Huesca y otras cinco en Teruel).

El sector audiovisual es el mayoritario por las obvias posibilidades que ofrecen las cámaras instaladas en muchos de los drones. Una de las empresas de la Comunidad que se ha puesto al día con la normativa y que ya figura en el registro de la AESA es A Rodar Producciones Audiovisuales, que ya ha producido distintos vídeos con esta herramienta, también para instituciones públicas.

Uno de los responsables de la sociedad, Pepo Cabellud, valora de forma muy positiva el impacto que están teniendo en su trabajo: “Hace unos años, para grabar planos aéreos lo normal era contratar un helicóptero durante unas horas. Ese alquiler podía costar unos 24.000 euros para cuatro horas de rodaje, mientras que comprar un dron potente a día de hoy te puede salir por unos 10.000 euros y puedes utilizarlo cuanto quieras. Esos trabajos que antes solo se podían permitir los clientes potentes ahora están al alcance de cualquiera”.

Para manejarlos de forma profesional es preciso que la empresa sea reconocida por la AESA y que el piloto supere un curso de operador. Estos tienen distintos niveles, en función del peso del aparato (de 2 a 25 kilos), que varía según sus prestaciones y los de la cámara que porte. “No es lo mismo que lleve una cámara compacta de aventura como la ‘GoPro’ que una con objetivos intercambiables”, matiza Cabellud.

Además de las producciones visuales, los drones están alcanzando otros sectores como la agricultura (donde ganan relevancia gracias a la modalidad de precisión) y la ganadería (seguimiento de rebaños), industria (instalación de líneas eléctricas o torres eólicas), inspecciones de infraestructuras, construcción e incluso en materia de seguridad con la vigilancia de perímetros tanto públicos como privados, de día y también de noche gracias a los sensores térmicos.

60 multas en tres años

Pero el ‘boom’ de la actividad tiene también sus consecuencias negativas. Si la AESA ha registrado desde julio de 2014 un total de 1.938 operadores y autorizado 1.308 vuelos especiales en todo el país, también ha abierto un total de 69 expedientes sancionadores, de los cuales ya han salido 60 sanciones por un importe de más de 432.000 euros.

La más alta de las sanciones impuestas hasta ahora tuvo un importe de 8.000 euros y la más baja, de 300. La mayoría llegan por volar una aeronave sin ser un operador habilitado, no cumplir los requisitos técnicos y de mantenimiento del aparato y por sobrevuelo de zonas no permitidas, como espacios urbanos y aglomeraciones de personas.

Otra muestra del crecimiento y expansión del sector es el incremento de cursos de pilotaje. Únicamente pueden impartir cursos teóricos para obtener los certificados las organizaciones de formación (ATOs) aprobadas por AESA. En estos momentos hay 72 ATOs, de las 108 autorizadas, que han notificado que van a impartir cursos de pilotaje de drones.