'La vida engorda': más que una reflexión sobre los trastornos alimentarios

La diseñadora zaragozana Ana Mareca habla públicamente de su gordura y su vida en una entrevista y un blog personal que se gestan en ‘La Cala’ de Chodes y que verán la luz próximamente.

Ana Mareca y Carlos Grassa Toro, en un fotograma de 'La vida engorda'
Ana Mareca y Carlos Grassa Toro, en un fotograma de 'La vida engorda'
Rubén Vicente

El escritor aragonés Carlos Grassa Toro puso en marcha el pasado mes de agosto un nuevo programa en el marco de la actividad que acoge su peculiar hogar, ‘La Cala’ de Chodes, centro para la creación artística, la investigación, el pensamiento y la difusión cultural situado en esta pequeña localidad zaragozana.

A la reciente iniciativa -basada en el acompañamiento del autor, vía correspondencia y también de forma presencial, a alguien que quiere reflexionar por escrito sobre cualquier tema- le puso el nombre de ‘Ensayar el ensayo’. En él se han gestado ya dos proyectos bien distintos. Los últimos flecos de uno de ellos se cerraron en enero y ha tenido como resultado una entrevista audiovisual y un blog personal que llevan por título ‘La vida engorda’.

Con esas tres palabras, una frase corta y directa, “se naturaliza el tema de la gordura como algo normal que ocurre en la vida”, cuenta su protagonista, la diseñadora gráfica Ana Mareca. Además, “acerca el proyecto a cualquier persona que sea capaz de ver el ‘engorda’ como metáfora de cualquier problema de aspecto personal que pueda tener”. “Al buscar este nombre, era muy importante que fuese algo bonito y desprovisto de drama y cualquier tipo de morbo”, añade la zaragozana, a quien le diagnosticaron un trastorno de la conducta alimentaria hace tres años, concretamente, trastorno por atracón.

Ella ha sido la piedra angular de un ensayo experimental en el que, dirigida por el escritor, ha reflexionado sin tapujos sobre su gordura y su vida, sobre los trastornos de la conducta alimentaria y la aceptación. “Nos surgió la idea de profundizar en este tipo de problemas de una manera diferente y divulgarlo”, recuerda Ana, que durante quince días del pasado mes de agosto estuvo “vomitando sobre el teclado” su historia, línea tras línea, en cartas que remitía diariamente a Grassa Toro, que le leía, escuchaba y tutelaba.

Nunca antes había escrito, pero nada le frenó para relatar en esa correspondencia sus experiencias, sentimientos y deliberaciones. “Le hablé de mí, de mi vida como gorda –una palabra que no debería utilizarse como insulto porque se trata de un problema médico-, pues lo he sido toda la vida, del entorno y la sociedad, de la adicción a la comida, la autoestima, la compensación de la imperfección y el intentar ser mejor, del plano afectivo y el contacto físico, y hasta de biología, psicología o nutrición”, enumera.

El primer fin de semana de septiembre, ambos se desplazaron junto al equipo de ‘La vida engorda’ a una pequeña casa de madera situada en el municipio oscense de Serrate. Allí, con las montañas de fondo, grabaron durante horas sus conversaciones, que son ahora el cuerpo de una entrevista audiovisual en la que Ana Mareca vuelve a compartir sus vivencias.

“¿Qué es para ti la belleza?”, le pregunta el escritor en uno de sus diálogos grabados. “Es algo tan subjetivo que solo puede ser un sentimiento, algo que depende de un estado emocional”, le contesta Ana. “¿Qué es lo más bonito que te han dicho por ser gorda?” o “¿lo que más dolor te ha causado?”, prosigue.

“Lo que más daño hace es que te digan que das asco. Y te hace más daño aún que te pregunten si tú no te das asco”, recuerda Mareca. La ayuda de un psiquiatra, las terapias, los alimentos prohibidos, así como la relación con la comida, el proceso de cambio o la sexualidad también son temas abordados en la entrevista.

 “El aprender a quererme ha sido muy complicado”

Ana Mareca comenzó a ir al endocrino hace veinte años, a los ocho. “Siempre he sido gorda, siempre he tenido problemas con la comida y se metían conmigo por ello”, cuenta. En su opinión, los trastornos alimentarios siguen siendo tabú: “A mí me costó muchísimo tiempo reconocer que sufría un problema de ansiedad y que me daba auténticos atracones. Después del capricho venían la culpabilidad y la depresión. Comer me hacía llorar en ocasiones, nadie podía mirarme mientras lo hacía”, relata. Las alarmas saltan “cuando tienes que esconderte para comer, urdir planes para conseguir una pizza sin que los demás se den cuenta o evitas los espejos, por ejemplo”.

Un día se cansó de sufrir y fue a pedir ayuda médica, comenzó a investigar sobre psicología y nutrición, se apoyó en su círculo y dio los primeros pasos para aceptarse: “El aprender a quererme ha sido muy complicado”, manifiesta la autora de ‘La vida engorda’. Sin embargo, con este proyecto, cuyo objetivo es “ayudar a comprender, a través de una historia anónima y desde la aceptación, qué son los trastornos alimentarios, qué ocurre en ellos y por qué nadie los aborda”, ha culminado un proceso de catarsis personal.

“Llevaba todo el año intentando acabar con ese miedo a la exposición pública, empezando a salir y dejándome ver. He vivido siempre con un sentimiento de inferioridad y con prejuicios, y el mostrar toda mi intimidad en este ensayo, hablando sin censuras de la conducta alimentaria, me ha llevado a romper la barrera total de la aceptación”, manifiesta.

Festivales, talleres y visionados

El que califican como experimento social ha logrado, según cuentan sus hacedores, que muchos de quienes ya han visionado la entrevista reconozcan también sus experiencias o su sufrimiento relacionado con la alimentación o el cuerpo. “Es la entrevista que entrevista”, resume Ana, pues “anima a hablar a las personas y contar sus casos para encontrar empatía y apoyo”.

En los próximos meses, su intención es mostrar oficialmente ‘La vida engorda’ al público en Zaragoza. También, quieren que la entrevista se visione en otros puntos de Aragón y en Madrid, acompañada de charlas y coloquios; al igual que valoran presentar el audiovisual a festivales de cine de ámbito social. Mientras, no descartan organizar talleres dirigidos a jóvenes sobre la imagen corporal y el ‘bullying’, tomando como base este proyecto y yendo de la mano de diferentes asociaciones. “Recomendaría a cualquier persona que la viese. Es muy posible que tengan cerca a alguien que posea un problema con la comida”, ahonda Mareca.

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