La reducción del número de docentes universitarios y el endurecimiento de sus condiciones laborales hace peligrar el futuro de los jóvenes doctorandos de la Comunidad. El vicerrector de Profesorado de la Universidad de Zaragoza, Ismael Jiménez, explica que muchos de estos investigadores no logran acceder a un puesto como profesor tras leer la tesis doctoral.

"En ese momento –explica-, no cuentan con la experiencia docente necesaria para conseguir la acreditación oficial de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) necesaria para ejercer como profesores doctores ayudantes, docentes con contrato temporal, pero a tiempo completo.

Hasta ahora, las Universidades españolas convocaban plazas de profesores ayudantes destinadas a los estudiantes de doctorado para que dieran sus primeros pasos en el ámbito docente. No obstante, Jiménez esgrime que se trata de una figura "en extinción" porque "tienen un régimen legal envenenado". Desde 2007, dice, los ayudantes pueden impartir un máximo de 60 horas de clase al año y cobran alrededor de 1.400 euros mensuales, "y eso no se lo puede permitir una Universidad pobre".

De esta forma, solo los estudiantes que desarrollen su tesis bajo el amparo de una beca nacional o autonómica que les incorpore en el mundo de la docencia, o aquellas personas que hayan dado clases como profesores asociados con anterioridad estarán en disposición de conseguir la acreditación y poder meter un pie en la Universidad como ayudante doctor.