Elena García Martí: "Desde niña siempre dije que viviría en Aragón"

Acaba de recibir el premio Aragón Investiga por un trabajo que es referente en Europa, en el que se unen Oftalmología y Neurología.

Elena García Martí.
Elena García Martí.
Raquel Labodía

Dice que sí, que el ojo es el espejo del alma, "el centímetro cuadrado más rico del cuerpo humano porque tiene de todo y es un órgano superevolucionado. Somos maquinarias perfectas", explica, porque "se puede ver alegría, tristeza, la personalidad. Es el mayor vínculo que tenemos para comunicarnos".


Lo dice con una tremenda pasión, con la que envuelve todo en su vida. Y escucharla es volver a entusiasmarte con lo que tienes, a sentir que siempre hay que dar gracias y ser felices. Porque Elena García Martín, una mujer de permanente sonrisa, habla de su fe ciega en la ciencia, la que "nos abre un mundo infinito de posibilidades, porque no hace tantos años la esperanza de vida era de 30 años menos que ahora y yo, que tengo 35, ya me habría muerto dos veces si no fuera por la medicina moderna, porque tuve una neumonía durante un embarazo, y antes un cáncer, con 24. Fue un palo y entonces creí que nunca iba a ser madre".


Hoy tiene dos hijos y unas enormes ganas de decir que se siente muy afortunada, porque "mi familia es increíble, estamos muy unidos; y estudié lo que más me gustaba, Medicina, que la haría mil veces, porque el hecho de poder sanar a alguien es increíble. A veces me emociono con mis pacientes, tanto para lo malo como para lo bueno, y tengo que retener mis lágrimas en la consulta".


Impulsora y coordinadora desde 2010 del Grupo de investigación en Neuro-oftalmología, pionero y referente en Europa, un grupo multidisciplinar con neurólogos, neurofisiólogos, ingenieros, físicos y ópticos. Una unión, la de oftalmólogos y neurólogos, algo controvertida pero que funciona de maravilla.


-Es usted de Salamanca pero prefirió vivir aquí.

-Porque soy una enamorada de Aragón. Desde los 4 años venía de vacaciones con mis padres al Pirineo, al valle de Pineta y yo me enamoré de Aragón. De niña siempre decía que viviría aquí, aunque me tiraba el Pirineo, claro. Como tuve buena nota en selectividad pude elegir Zaragoza y después convencí a mi novio para que viniera. También es de Salamanca, informático y se vino cuando acabé la residencia.


-Se vino por amor a una tierra.

-Sí, por eso creo que soy mucho más aragonesa que muchos aragoneses. Estamos muy contentos de vivir aquí. Seguimos subiendo al Pirineo, a Pineta, donde me encuentro con mis amigos de la infancia, con los que jugaba con 5 ó 6 años; gente de Lérida, Zaragoza o Huesca, y ahora con nuestros hijos. Este verano estuve con mis padres, mi hermano, mi hijo de tres años... mis padres vienen mucho a Zaragoza. Cuando les dije que me venía aquí no les hizo mucha gracia. A mi marido y a mí nos enamoró también cómo es la gente en Aragón, con esa franqueza que a veces te descoloca cuando eres de fuera; me encanta la nobleza que hay.


-Veo su currículo y es impresionante, acaba de recibir el Aragón Investiga y fue la más joven en el Premio Arruga, el de mayor prestigio en Oftalmología, con 31 años.

-La investigación me apasiona. En la carrera no lo sabía, era curiosa, sin más, pero en este servicio se impulsa mucho. Comencé de residente y empezó a entusiasmarme el hecho de poder aportar a la sociedad. Cuando ayudas a alguien te sientes muy gratificado, pero con la investigación puedes hacerlo a millones de personas. Ser útil. Era un gran reto y me pareció fascinante. Comencé a hacer investigación básica con ratas, pero llevaba mal lo de hacer daño a los animales, aunque entiendo que es fundamental para el progreso científico. Empecé a hacer investigación clínica con pacientes reales y es a lo que más me he dedicado.


-Es coordinadora del Grupo de investigación en Neuro-oftalmología.

-Es que el cerebro tiene una prolongación que es el nervio óptico, que podemos ver a través del ojo, que es trasparente y por el que podemos entrar por la pupila. Digamos que es como una ventana al cerebro, permite ver los vasos sanguíneos y no hay otra especialidad médica que te lo permita. Lo que vemos es que cómo está el nervio óptico, que nos dice cómo está el cerebro, porque si está deteriorado se supone que el cerebro también. De esta manera podemos hacer un seguimiento y ver cómo van algunas enfermedades neurodegenerativas.


-¿Sólo qué tal van? ¿No pueden hacer prevención, detección precoz?

-Inicialmente la idea era esta, ver cómo progresan esas enfermedades utilizando el nervio óptico. Empezamos en esclerosis múltiple y vimos que era un filón, que daba muchísima información; luego con pacientes con párkinson y con alzhéimer y vimos que también era muy útil. Quisimos dar un salto más y comenzamos a hacer pruebas de calidad de vida, algo muy importante porque es cómo la enfermedad afecta al paciente, porque las hay muy limitantes. Vimos que a través del ojo podíamos saber cómo iba a estar en unos años, cómo iba a evolucionar la enfermedad y su calidad de vida. Eso nos sirve porque si tienes un tratamiento que es el mejor y muy caro y no se lo puedes dar a todos nos ayuda a determinar a qué pacientes administrárselo. Nos lo publicaron en la revista ‘Neurology’, la mejor. Y para un oftalmólogo publicar en ‘Neurology’, ¡imagínese! Es conseguir ir mucho más allá del ojo. Por supuesto, con mucha ayuda de los neurólogos y neurofisiólogos. El siguiente paso que nos pusimos fue intentar diagnosticar casos precoces, cuando no tienes muy claro si tienes esa enfermedad o no. Y esto es muy difícil y controvertido, porque claro, los neurólogos dicen que cómo los oftalmólogos van a diagnosticar un párkinson o un alzhéimer.


-O cualquier otra demencia.

Nosotros no decimos que solo por una prueba en el ojo vayamos a saber si se tiene una enfermedad, pero para llegar al diagnóstico de estas patologías necesitas varios criterios, y este sería uno más, que es barato y no hace daño al paciente.


-Con esta investigación, y ante enfermedades que saben cómo van a ir y, con determinados fármacos, ¿se pueden frenar?

-Nosotros no tenemos tratamientos nuevos, eso lo deberán hacer otros grupos de investigación, nosotros podemos ver si el tratamiento es eficaz o no, y ya se hace. A partir de lo que encontramos se pueden abrir mucha vías. Ahora trabajamos en el diagnóstico, si a través del ojo el paciente tiene o no la enfermedad; cogemos las imágenes y las analizamos con algoritmos matemáticos que hacen los ingenieros que también trabajan con nosotros, porque a través de ello queremos sacar una fórmula en la que veamos si tiene una enfermedad o no y la probabilidad de que la tenga.


-¿Forzamos hoy mucho un órgano que no tiene por qué aguantar tanto ordenador?

-En realidad aun no sabemos qué puede pasar con este uso y abuso del móvil y ordenadores, porque tampoco hace tanto de ello, unos diez años. Más que afectar al nervio óptico, a las estructuras más internas, afecta a las anteriores. Por ejemplo, se secan los ojos y el ser humano no esta diseñado para eso; y ahora tenemos muchísimos adolescente miopes porque están mucho tiempo fijando la vista muy de cerca, en detrimento de la visión de lejos.

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