Los transgénicos no son malos para la salud pero sí un microbioma alterado

Los expertos critican que la UE tome decisiones sin "tener en cuenta la opinión de los científicos".

Comer sin miedo y comer de todo es lo que aconsejan los expertos que han participado este miércoles en el foro Gastronomía y Salud que se celebra en Zaragoza, en el que se ha asegurado que los transgénicos no causan problemas al medioambiente ni a la salud, que sí se ve perjudicada si tenemos el microbioma alterado.


Así se ha puesto de manifiesto en las distintas ponencias de este foro, organizado por Heraldo de Aragón y que se han sucedido a lo largo de la mañana, en las que se han abordado las intolerancias gastronómicas, los transgénicos o las relaciones del microbioma con la salud o las enfermedades autoinmunes.


Según la investigadora del servicio de microbiología adscrito al Hospital Ramón y Cajal de Madrid y profesora honorario de la Universidad Complutense, Rosa del Campo, el microbioma es el conjunto de bacterias, parásitos y virus que conviven en nuestro cuerpo, encargado de proporcionar vitaminas, defendernos de los patógenos y de ayudar a digerir los alimentos.


Pero, según ha explicado la investigadora, cada persona tiene su microbioma y sus particularidades y sabe lo que le sienta bien y mal y lo que es saludable pero "no come bien", ya sea por horarios, trabajo e incluso por cuestiones sociales y modas.


Aunque las recomendaciones de salud son "complicadas", del Campo aconseja una alimentación normal, amplia, que incluya yogur y productos fermentados, porque además se ha descubierto que hay una conexión entre el sistema nervioso central y el intestino y que los productos metabólicos de las bacterias pueden tener efecto en las células incluso a nivel cerebral central.


"Se ha llegado a definir una microbiota asociada a estados de depresión o ansiedad" pero también con estar contentos, ha reconocido esta investigadora, quien también ha apuntado que se están relacionando las enfermedades autoinmunes con la microbiota.


Según del Campo, en enfermedades como la artritis reumatoide, esclerosis múltiple, espondilitis e incluso el autismo se ha detectado una alteración de la microbiota y de la comunicación con el sistema inmune, si bien son investigaciones en fase de estudio y no se sabe si la alteración inmonológica con la microbiota alterada es "causa o consecuencia".


Por su parte el profesor de biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia José Miguel Mulet ha sido rotundo en su ponencia sobre el uso de transgénicos en la alimentación y ha asegurado que tras 20 años en el campo "de momento no ha dado problemas de seguridad ni para la salud ni para el medioambiente".


"Me encanta comer transgénicos", ha confesado Mulet ante la audiencia, mientras ha insistido en que la seguridad de los alimentos transgénicos y convencionales son "igual" o incluso "un poco mejor" en los primeros porque "han pasado pruebas más duras".


Ante las campañas antitransgénicos de organizaciones que llevan "veinte años pronosticando la apocalipsis y no ha pasado nada", Mulet ha puesto en evidencia la contradicción que existe con el uso de la insulina y la hormona del crecimiento, que también "son transgénicos y nadie se queja".


Son rechazos detrás de los que, a su juicio, hay un "motivo económico" porque estas organizaciones necesitan tener campañas "muy visuales que alerten a la gente y consigan impacto mediático" y porque muchas de las decisiones que toma la UE "no tienen en cuenta la opinión de los científicos y sí opiniones que no tienen base que la sustente".


Este científico, quien ha explicado que el uso de antibióticos en las modificaciones genéticas está en desuso además de que no generan resistencia en humanos porque los que se emplean no son de uso clínico, ha recomendado por tanto a la población "que coma sin miedo".


Y para evitar la "erosión genética" y la pérdida de variedades que dan de comer a los humanos, algo que, ha confesado a Efe, a los científicos no hay otra cosa que les asuste tanto, existen los bancos de germoplasma con los que se está intentando "poner coto" a esa pérdida de variedades.


Para el físico y divulgador científico Manuel Toharia el problema es la "filosofía de lo natural frente a lo artificial", a su juicio, "una idea "intuitiva" que además "vende más".


Y de "moda" ha calificado el director de I+D del Grupo Panishop y presidente en España del Club Richmont, Jorge Pastor, la supresión del gluten de la dieta porque además de que solo un 1% de la población es celíaca está causado por un "desconocimiento de un problema" y una cosa es la sensibilidad al trigo y otra la alergia al gluten, que en realidad es a la gliadina, una glucoproteína presente en cereales del género triticum.


La tendencia, ha explicado Pastor, es la de hacer panes preventivos, si bien, ha reconocido que aunque en el caso de su grupo están consiguiendo panes saludables y con sabor en el que se mantienen los valores nutricionales y en los que se han bajado de 60.000 a 80.000 partes por millón de gliadinas a unas 25.000, no son aptos para celíacos.


Por último, a los panaderos les ha recomendado esforzarse por combinar cualificación, formación, interés, conocimiento y trabajo.

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