¿Cuál es el sistema de calefacción con más riesgos?

Más del 85% de los hogares españoles cuentan con calefacción; mientras que el resto utilizan otros medios para calentar su vivienda.

El uso de la calefacción en Aragón aumenta en un 52,62% debido a la ola de frío
El uso de la calefacción en Aragón aumenta en un 52,62% debido a la ola de frío

Llega el invierno y las calderas de la mayoría de los hogares empiezan a funcionar. Un acto cotidiano que cada día se realiza en más de 450.000 viviendas en Aragón, según los últimos datos publicados por el Censo de Viviendas de 2011. Esto supone alrededor del 85% de los edificios residenciales de la comunidad. “Al contrario de lo que ocurre con el agua corriente sanitaria, a día de hoy, todavía no es obligatorio que las viviendas tengan calefacción. Las nuevas construcciones sí que cuentan con ella y lo más habitual es que las calderas funcionen con gas natural”, especifica Ignacio Zabala, profesor del departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Zaragoza. 





Según señala Zabala, este sistema es el más cómodo, menos contaminante y también de los más seguros. “En los edificios más antiguos, las calderas todavía funcionan con gasóleo, que contamina más; pero la tendencia es poner el gas natural en todas las viviendas posibles”, añade. Otras de las opciones para calentar la casa es a través de la biomasa o los pellets, pero todavía es algo muy incipiente. Por el contrario, aquellos que no tienen calefacción central o individual obtienen calor por otras fuentes como son las de tipo eléctrico (acumuladores, estufas, hilo radiante...) o por estufas de butano.


“Este último sistema es el que más riesgos conlleva a la hora de calentar una casa”, asegura Zabala. La razón se encuentra en que si no se realiza la combustión bien, se genera monóxido de carbono. Este gas, en determinadas concentraciones, puede ser letal. “Por esta razón, lo más importante es que haya cierta ventilación en la vivienda para que el monóxido puedan salir”, afirma. Además, recalca que para el usuario es difícil de detectar cuándo no está funcionando correctamente, ya que no tienen un olor característico como el del gas: “Lo único que puede percibir es un ligero dolor de cabeza. Así que es muy importante no encerrarse en una habitación con una estufa de este estilo”. 


Según los datos del último Censo, este tipo de sistema de calor no es muy habitual en Aragón: solo un 11,7% de las viviendas utilizan aparatos de este estilo o similares. “Su uso es común en casos de pobreza energética y en viviendas de personas mayores”, explica. Por ello, recomienda que en vez de estufas de butano se utilicen las eléctricas: “Pueden ser un poco más caras, pero son más seguras. No deberían generar ningún problema a no ser que se tapone la salida del calor durante bastante rato y, por lo tanto, se produzca un incendio”. 


Dentro de los sistemas que no son una calefacción al uso, Zabala recomienda la bomba de calor, ya que es más eficiente que una estufa eléctrica, “aunque la inversión inicial es más elevada”.  Los acumuladores eléctricos y el suelo radiante también funcionan bastante bien y su riesgo es mínimo. 

Las calderas de gas, lo más utilizado

Entre toda la variedad existente, lo más común en Aragón es encontrar calderas de gas individuales como la que explotó el pasado sábado en un edificio de Tenor Fleta. No obstante, esta no es la situación más habitual, ya que como detalla Zabala, es un sistema muy seguro si se realizan todas las revisiones correspondientes. A día de hoy, es obligatorio que el dueño de la caldera realice una revisión cada dos años, mientras que el Gobierno de Aragón impone que la instalación se compruebe cada cinco. Sin embargo, Zabala y otros expertos recomiendan que la caldera individual se controle de manera anual “para evitar problemas”. También es aconsejable no manipularla si no se tienen conocimientos al respecto. 


En caso de que hubiera algún tipo de fuga, el usuario se podría dar cuenta por el olor característico del gas. “Lo  primero que se debe hacer es abrir las ventanas, para que la concentración de gas disminuya. Posteriormente, hay que apagar la calefacción y cerrar el gas. Además es muy importante no encender ningún interruptor para evitar una explosión”, recalca. Una vez eliminados los riesgos, hay que llamar al técnico para que compruebe la instalación y realice los arreglos correspondientes.


Si el fallo no es de la propia caldera sino de la instalación, la mejor manera de percibirlo es por un aumento significativo de la humedad. “Esto se produce porque los gases de la combustión no se evacúan de la manera correcta. Esta salida de gases no es tan peligrosa como una fuga, pero en determinadas cantidad puede provocar una intoxicación o incluso ser letales”, especifica.

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