Los efectos del cambio climático en el Pirineo, medidos en ibones y turberas

El Instituto Pirenaico de Ecología lidera un proyecto que pretende analizar cómo evolucionan los ecosistemas en función de los cambios en el clima.

Foto de archivo de una campaña de investigadores y técnicos del IPE en el lago Marboré
Foto de archivo de una campaña de investigadores y técnicos del IPE en el lago Marboré

Los ibones y las turberas de alta montaña configuran algunos de los paisajes más icónicos y emblemáticos de los Pirineos, pero además de ello, son ecosistemas muy sensibles al cambio climático. Por esa razón, el Instituto Pirenaico de Ecología se propuso establecer a través de ellos una red de observatorios con el objetivo de medir los efectos de esas alteraciones del clima en el territorio. “Una gran cantidad de estudios demuestran que elementos como los lagos y las turberas son los que más rápidamente pueden verse afectados por pequeños cambios de temperatura que tienen repercusiones importantes en el entorno. Debido a su situación geográfica, reaccionan con mayor velocidad y nos pueden mostrar los impactos antes que otros lugares”, explica Blas Valero, director e investigador del IPE.


Para ahondar en ese escenario se ha puesto en marcha el proyecto Replim, financiado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional y liderado por el instituto aragonés. En él ya trabajan químicos, biólogos, geólogos y expertos científicos de centros e institutos de todos los territorios pirenaicos, tanto de España como de Francia y Andorra.


Por ejemplo, el hecho de que haga un poco más de calor en primavera, señalan desde la coordinación del proyecto, tiene un impacto importante en la cantidad de tiempo que los lagos de alta montaña permanecen congelados; mientras que en la depresión del Ebro, una diferencia de medio grado de temperatura no va a tener consecuencias tan visibles en su paisaje. “Este es un método más sencillo que el observar e interpretar un cambio en las migraciones de los pájaros o en la floración de determinadas especies vegetales”, asegura Valero.


Aunque ya se han llevado a cabo estudios en algunos de los ibones y turberas del Pirineo, no existe un conjunto de puntos fijos que, medidos a largo plazo, reflejen lo que ocurre en estos lugares. “Tenemos una idea básica de que las cosas están cambiando, pero no sabemos cuánto ni a qué velocidad. Para poder conocer esos efectos del cambio climático a lo largo de los años necesitamos una serie temporal larga”, afirma el coordinador de Replim.


La red sobre la que se tomarán y se analizarán muestras cada aproximadamente tres meses estará compuesta por en torno a 15 lagos y turberas pirenaicos. Uno de ellos será el lago Marboré, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, y también formarán parte de la lista probablemente el lago Redón, en el Parque Nacional de Aigüestortes; Acherito o Estanés, de los Valles Occidentales, y otros de Posets-Maladeta. Además, “es importante que esa red de observatorios se pueda mantener después en el tiempo de forma sostenible y con el mínimo apoyo económico de las instituciones”, indican desde el IPE.


Por el momento, Replim, que durará tres años, está dando sus primeros pasos. En una reciente reunión para lanzar el proyecto se marcaron diferentes tareas y la inicial, ya en marcha, consiste en definir y analizar los lagos y turberas de la región para, a principios de 2017, decidir los nodos definitivos que compondrán la red. Mientras, las primeras muestras comenzarán a tomarse en la primavera del próximo año.“Necesitamos tener una perspectiva histórica”

Para conocer cómo afecta el cambio climático a esos puntos de montaña y a recursos como el agua o la nieve, los técnicos medirán parámetros físicos, químicos y biológicos. “Se pueden estudiar muchos aspectos como la temperatura de los lagos, la cantidad de CO2 que contienen, la presencia de algas y su crecimiento, o los contaminantes industriales acumulados en ellos”, relata Blas Valero.


Además, se estudiará cómo han respondido estos ecosistemas a otros cambios climáticos en el pasado a través del estudio de sondeos de sedimentos en los lagos y turberas. Esos estudios podrán ayudar a responder a preguntas como ¿cómo ha cambiado la contribución de la nieve al ciclo hidrológico en el Pirineo?, o ¿cómo ha evolucionado el tiempo que los ibones están congelados a lo largo de los últimos siglos?


“Nuestros abuelos nos cuentan que, antes, los inviernos eran mucho más duros, que nevaba más y que hacía más frío. Para poder comprobar esa evolución del clima, necesitamos tener una perspectiva y unos datos de recorrido. Dentro de quince años podremos estar seguros de lo que ahora intuimos que es culpable el cambio climático”, argumenta el investigador. Así, la información recabada a través del proyecto podrá servir para facilitar nuevas políticas generales de lucha contra este fenómeno por parte de las administraciones.Vecinos y turistas involucrados

Con sus observaciones de los lagos y turberas de la red, los ciudadanos, ya sean vecinos, turistas o visitantes, también podrán aportar su granito de arena a Replim para comprender cómo el Pirineo sufre estas alteraciones globales y del clima. Según informan desde el IPE, cuando alguien se encuentre en uno de estos ecosistemas tendrá total libertad para enviar una fotografía de su estado, hacer una observación o conocer su evolución conectándose a través de una aplicación.


“Queremos que este proyecto sea un precedente en cuanto al método de estudio del cambio climático, que ya nos está afectando a nivel económico y social. Todos debemos darnos cuenta de que es importante contar con esa información para avanzar en la investigación y concienciar a la población. Supone un reto y una oportunidad, y no es una locura de unos cuantos científicos”, asevera Valero.

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