Kenan, el primer bebé hijo de refugiados sirios nacido en Zaragoza

161 refugiados de distintas nacionalidades han sido acogidos en Aragón desde 2015. Una pareja siria acaba de tener un bebé.

Kenan podía haber nacido en Damasco, donde vivían sus padres antes de la guerra. O en Madrid, donde sus padres se reunieron tras huir de Siria. O en el Mediterráneo, que su madre cruzó a bordo de una barca como tantos refugiados. Pero Kenan nació en el hospital Miguel Servet de Zaragoza hace menos de un mes. El pequeño representa la esperanza de "una vida normal" para su familia y para los más de 160 refugiados que viven en Aragón.

 


Hussam, de 37 años, Nebal, de 34, y Hisham, de 8, viven en Zaragoza desde hace diez meses, gracias al Programa de acogida e integración para refugiados. Primero huyó de Siria Hussam, el padre, en 2013. Vivió en Beirut y luego llegó a Madrid con un visado. Hace un año consiguió que le aprobaran la reagrupación familiar para traer a su hijo. Y poco después, su mujer, Nebal, emprendió sola un duro viaje con final feliz en Madrid. Allí se pusieron en contacto con la asociación Accem, que gestionó su inclusión en el programa de acogida y su traslado a Zaragoza.

Desde 2015 hasta septiembre de 2016, 161 refugiados han sido acogidos en Aragón dentro del Programa de acogida e integración dirigido a solicitantes y beneficiarios de protección internacional, según datos del Gobierno de Aragón. La mayoría son sirios (60) que huyen de la guerra de su país, pero también hay solicitantes de asilo víctimas de otros conflictos bélicos, de amenazas de grupos criminales y de persecuciones por religión u orientación sexual. Entre los protegidos, hay 24 personas de Ucrania, 16 de Venezuela, 14 de Palestina, 9 de Iraq, 8 de Colombia, 6 de Nicaragua y 6 de Rusia.


El programa les ofrece protección, alojamiento, manutención, apoyo social, económico y jurídico. Se trata de un plan del Ministerio de Empleo y Seguridad Social gestionado por entidades sociales en las comunidades autónomas. En Aragón se encargan cuatro asociaciones: Accem, Cruz Roja, CEPAIM y APIP-ACAM."Teníamos una vida muy buena"


"Antes de la guerra teníamos una vida muy buena. Yo tenía dos trabajos: era dueño de una tienda y comercial de una empresa. Mi mujer era profesora en una escuela. Ganábamos bien al mes. Teníamos tres pisos y dos coches. Hasta que empezó la guerra en 2010. Había mucha inseguridad, empezaron los bombardeos, nos quedamos sin trabajo. Lo perdimos todo. Decidimos marcharnos por seguridad, para tener una vida mejor", cuenta Hussam, en un buen español.


Ahora viven en un piso de alquiler social del Ayuntamiento de Zaragoza y Hussan trabaja a media jornada en un taller de coches de Calatayud. Su hijo mayor va al colegio en Zaragoza. "Intentamos que su vida sea lo más normalizada posible. Por ser solicitantes de asilo tienen derecho a permiso de residencia y, transcurridos seis meses, de trabajo. Conseguir un empleo es muy importante para su integración social. El programa incluye una ayuda económica variable para atender sus necesidades básicas. Su cuantía depende de la fase en la que se encuentren y de sus circunstancias familiares", explica Julia Ortega, coordinadora de Accem en Aragón.


Hussam se muestra "muy agradecido" por la ayuda recibida pero lamenta los problemas legales para la reagrupación familiar. Su mujer tuvo que salir sola del país, primero llegó a Beirut y luego a Turquía. Y desde ahí, en una barca hasta Grecia. "Ibamos unas 20 personas, también mujeres y niños. Pasamos unos seis o siete días en el mar. Yo no sé nadar y pasé mucho miedo. Pero no había otra manera de venir", recuerda ahora mientras amamanta al pequeño Kenan. Después viajó de Grecia a Asturias con la Cruz Roja y de ahí, a Madrid, a reencontrarse con su marido.


Por la ventana de su salón de Zaragoza se cuelan las voces y juegos de los niños que acaban de salir del colegio. "Zaragoza me gusta porque puedo jugar en la calle, en Siria no podía. Lo pasé bien en las fiestas del Pilar", señala Hisham, al que le gustan los coches de carreras y ver partidos de fútbol. Dice que de mayor quiere ser policía. Habla bien español y está aprendiendo en el colegio a escribirlo.


El programa de acogida de refugiados tiene dos fases y puede prolongarse más de un año y medio. Después, continúan las ayudas pero sin prestaciones económicas directas. El objetivo final es la integración social y laboral de estas personas.


Su sueño es volver a su país en paz. "Quiero un futuro bueno para mis hijos, en España, en mi país o donde sea. Claro que me gustaría regresar a Siria si termina la guerra, pero creo que aún pasará mucho tiempo", subraya Hussam.

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