Rousset: “El Canfranc tiene el mismo valor que los monasterios"

El presidente de la región francesa de Nueva Aquitania y su homólogo aragonés, Javier Lambán, presentan en Bruselas la reapertura de la línea ferroviaria Pau-Canfranc-Zaragoza.

Los 300 kilómetros de esta línea ferroviaria que unen la capital aragonesa con la ciudad francesa son una realidad en su gran mayoría. Históricamente y en la actualidad, pero queda salvar la barrera de los Pirineos. “Se trata de reabrir una vía ya existente”, insisten desde el Gobierno de Aragón, de sortear una barrera montañosa de 400 kilómetros gracias a la única conexión ferroviaria ya existente.


El Estado Español ha aportado 80 millones de euros iniciales, “una aportación relevante”, según el presidente de Aragón, Javier Lambán, dentro del Plan Plurianual de los presupuestos. La reapertura del Canfranc goza de un apoyo unánime entre los grupos políticos de la Comunidad y de los actores sociales porque “es desde el siglo XIX un elemento constitutivo del aragonesismo moderno”, según Lambán, “sinónimo de modernidad”.


Acompañando a la delegación del Gobierno aragonés liderada por Lambán, con el consejero de Presidencia, Vicente Guillén, José Luis Soro, responsable de Vertebración del Territorio, y Marta Gastón, de Economía, se han desplazado hasta Bruselas este martes los representantes de los sindicatos UGT y CC. OO., también la Cámara de Comercio de Aragón, la CEOE y los pequeños empresarios de CEPYME.


A su lado, la representación del Gobierno de Nueva Aquitania, una región que ha invertido en los últimos años 103 millones de euros para que trenes de mercancías y de viajeros de nueva generación puedan circular desde Olorón hasta Bedous. “Por la parte francesa han conseguido una heroicididad”, confirma la eurodiputada española Inés Ayala.


“La reapertura de estos 30 kilómetros ha tenido un éxito total”, según el presidente de Nueva Aquitania, Alain Rousset, quien destaca también el impulso económico para su localidad con varias empresas punteras implicadas en el proyecto, como la que ensambla componentes de Airbus.


La antigua línea ferroviaria del Canfrac, sus viaductos y 36 túneles están en un estado perfecto gracias a su antigua construcción en piedra. Aragón y Nueva Aquitania han presentado este martes el proyecto, que pasa por modernizar las vías especialmente de un trayecto clave, el que va desde Huesca a Bedous.


En ese tramo está el túnel clave, dónde habría que hacer una obra de calado para permitir el movimiento de trenes de flete modernos. Incluso su inclinación podría ser sorteada gracias a las nuevas tecnologías de tracción, como ya hace Alemania con convoyes de más de 600 toneladas.


El 27 de enero, importantes empresas afincadas en Aragón como General Motors, Pikolín, Grupo Carreras o Grupo Jorge firmaban una manifiesto para apoyar este proyecto. La comunidad persigue mejorar las relaciones económicas con Francia y potenciar el desarrollo económico futuro de la comunidad. “La logística se ha convertido en un vector económico de nuestra región”, explica Lambán, “es fundamental la reapertura del Canfranc” para completar esta apertura comercial.


Las plataformas de Teruel, Fraga o Zaragoza, igual que las conexión con la terminal marítima de Barcelona y los trabajos actuales para terminar el enlace ferroviario con Bilbao y Valencia, son infraestructuras claves que podrían ganar un impulso con la finalización de esta línea ferroviaria.


Otro objetivo para el gobierno aragonés que gusta en Nueva Aquitania es potenciar el turismo entre ambas regiones. En el Canfranc hay tres estaciones de esquí, dos en la parte española (Candanchú y Astún) y una en el lado francés (Somport). Las previsiones cifran que la reapertura de esta línea ferroviaria podría mover entre 400.000 a 500.000 viajeros.


El impacto medioambiental es otra de las claves del proyecto para conseguir los 270 millones de euros de fondos europeos que pueden estar en juego. La futura línea ferroviaria podría sacar de las carreteras a miles de camiones para su transporte dentro de trenes de mercancías y llegar hasta 1,5 millones de toneladas al año.


La reapertura del Canfranc “será el acontecimiento medioambiental más importante en Europa en los últimos 10 años”, exclama el francés Rousset. A su lado, la número dos del Comisario de Energía, el español Arias Cañete, y también un alto responsable del Departamento de Transportes de la Comisión han bendecido esta idea.


No es habitual en la capital comunitaria ver a dos gobiernos, en este caso los de Nueva Aquitania y Aragón, compartiendo intereses comunes en materia de infraestructuras. Son tiempos de euroescepticismo y de críticas a la utilidad del proyecto europeo. Para Javier Lambán, el Canfranc “es una idea de conexión transfronteriza, que ya existió y que tratamos de recuperar remitiéndonos a la sustancia moral y cívica de Europa, con iniciativas que no dejan de fortalecer el proyecto europeo y su espíritu”.


En Bruselas gusta el proyecto porque también se ve como una oportunidad para estrechar las relaciones poblaciones de España y Francia, dos de los países más importantes de la UE. Herald Ruijters, de la Dirección General de Movilidad y Transportes de la Comisión Europea, destacó los aspectos positivos del proyecto y deseó “buena suerte” su consecución.


Ahora solo falta que este patrimonio ferroviario comience a despegar a partir de 2020, cuando empezarían las obras del Canfrac. “Sin querer escandalizar a nadie, tiene el mismo valor que los monasterios. Tras más de un siglo, este patrimonio ferroviario está intacto”, dice Rousset.

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