Más de un centenar de personas se dedican a la colombicultura en Aragón

Son especialistas en la cría y preparación de palomos deportivos para competición cuyos ejemplares se caracterizan por su atractivo y vistoso colorido.

Más de un centenar de personas se dedican a la colombicultura en Aragón
Más de un centenar de personas se dedican a la colombicultura en Aragón
C. Ivars

Si un día se cruza con una paloma con las alas rosas y amarillas… no es que se trate de una nueva especie ni de un pájaro tropical, sino de un Palomo Deportivo en plena competición. A pesar de ser una práctica que data del año 1773 en España, en Aragón todavía es un deporte desconocido para la gran mayoría. Sin embargo, la Federación Aragonesa de Colombicultura (FAC) reúne a más de un centenar de personas, la mayoría de Zaragoza y Teruel –en torno a 40 en cada provincia-, entregadas a sus vistosas palomas.


José María Solanas Martínez, presidente de la FAC, lleva toda la vida dedicado “en cuerpo y alma” a sus palomas. A pesar de tener una treintena de ejemplares, asegura que podría reconocer a cada uno de ellos. Se trata de un ‘hobby’ algo peculiar y bastante exigente –en torno a dos horas diarias – y que puede suponer un gasto de entre 50 y 100 euros al mes. “Es cierto que aquí no es muy conocido, pero en lugares como en Valencia o Murcia hay gente que vive de esto. Es muy bonito ver a tus palomos desde que son huevos, crecen, los entrenas… es un proceso que puede durar más de un año”, explica el zaragozano.


Estos palomos, que no son comunes sino “una raza muy específica que proviene de la mezcla de la denominada ‘paloma buchona’ y de la ‘Bravía’ o ‘Campera’”, pueden competir en diversas modalidades, desde belleza o vuelo, hasta en pruebas de persistencia en el cortejo, las más comunes. “Consiste en soltar varios palomos –hasta un centenar- y a una hembra cuya misión es tratar de esconderse mientras éstos intentan tenerla localizada durante el mayor tiempo posible”. La competición se hace a cielo abierto –no existen límites físicos- y cuentan con la atenta mirada de dos a seis árbitros, que cuentan con torres de vigilancia, localizadores GPS e, incluso, avionetas en pruebas como la Copa del Rey.


Por eso, el marcaje es fundamental: “Cada entrenador marca a sus palomos para poder distinguirlos en el aire, y con unas marcas individuales por debajo del ala. Mi marca es morada, por ejemplo. La parte exterior es más decorativa”. Por supuesto, se trata de unas pinturas especializadas que no dañan al animal.


Para entrenar a estos ejemplares, los federados aragoneses disponen de siete voladeros importantes: tres en Zaragoza –Villamayor, Peñaflor y Belchite-, otros tres en Teruel y uno en Huesca. Es allí donde se prepara a los palomos para las competiciones. Alfredo y Laura Sacacia –padre e hija- acuden habitualmente con sus palomos a la instalación de Villamayor, lugar donde residen. “Me gustan las palomas desde chico pero nunca había indagado hasta que supe que tenía un voladero al lado de casa”, reconoce Alfredo. Tras más de tres años subiendo “a ver qué hacían”, comenzó a criar sus primeros palomos. “Te tienen que gustar mucho los animales y hay que meter muchas horas, no solo en volarlos, sino en cuidarlos, mimarlos, entrenarlos…”.


Y fue su pasión la que hizo de su hija, Laura –de 13 años- una de las federadas más jóvenes y una de las pocas mujeres que formar parte de la FAC –apenas una decena-. “He venido a entrenar con mis palomos favoritos, que se llaman Hilti 2, Jason y Kunta Kinte”, relata la joven, cuyos colores de marcaje son el verde y el amarillo. Además, se prepara para ser arbitro de competición a partir de febrero cuando arranquen las pruebas de Aragón.

Grandes retos de la colombicultura

Desde la Federación Aragonesa de Colombicultura aseguran que no existen prácticamente veterinarios especializados en aves en Aragón, y que se trata de una especie socialmente denostada. “El principal problema es que aquí no existe un control de epidemias. Es normal que se defienda un monumento como el Pilar, pero hay que defender al ave también”, critica Solanas.


Además, asegura que en otras ciudades españolas se esteriliza a las palomas permitiendo un mayor control en cuanto a los censos de población de la especie. “Seguramente sería más rentable y más sencillo. Es más fácil culpar al animal en lugar de ver la responsabilidad de la sociedad”, concluye.

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