Cuatro mujeres asesinadas por sus parejas en ocho meses

Aragón encabeza esta triste realidad en 2016 junto a otras comunidades como Baleares, Cataluña y Comunidad Valenciana.

?Unas 300 personas expresan su repulsa contra la violencia machista en Zaragoza
?Unas 300 personas expresan su repulsa contra la violencia machista en Zaragoza
José Miguel Marco

Otro caso de violencia de género ha vuelto a estremecer a la sociedad zaragozana. Hasta ahora Aragón se caracterizaba por el escaso número de mujeres fallecidas a manos de sus parejas. Prueba de ello es que desde abril de 2013 hasta diciembre de 2015, no hubo muertes por violencia machista; pero desde entonces, ya se han registrado cuatro asesinatos en menos de ocho meses. 


En diciembre de 2015, Coral G. C., de 44 años, murió tras ser acuchillada por su marido en el domicilio familiar después de haber iniciado los trámites de divorcio. Dos meses más tarde, Soraya G. S., de 37 años, perdía la vida por un disparo en el bar Planet de Miralbueno, donde trabajaba como camarera; tenía orden de alejamiento de su agresor. En mayo, Rosario R. A., de 72 años, fallecía tras ser golpeada en varias ocasiones con una maza por su marido en su vivienda de Santa Isabel. Y este lunes, Alexandra S., de 28 años, murió por las puñaladas sufridas un día antes, cuando su expareja la atacó a la salida de un punto de encuentro, delante de su hijo de 5 años. 


Esta cifra es la mayor de la última década (aunque en 2005 hubo 4 casos), ya que solo se han dado un máximo de dos asesinatos al año (e incluso en 2014 y 2009 no se registró ninguno). No hay que olvidar que aunque en ocho meses ha habido cuatro asesinatos, son tres de ellos los que corresponden a 2016. De este modo, según los datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Aragón, Islas Baleares, Cataluña y Comunidad Valenciana son las comunidades en las que más muertes por esta causa se han producido este año.


“La sociedad española está viviendo una situación de violencia estructural: en hogares, colegios... Esto, unido a la reducción de las políticas en igualdad y a la falta de unas medidas contundentes, está provocando un incremento de los casos de violencia machista”, especifica Paloma Lafuente, portavoz de la Coordinadora de Organizaciones Feministas de Zaragoza. Desde su punto de vista, los pocos avances que se habían realizado en esta materia en los últimos años, se han visto reducidos por los recortes.

Más medidas de protección

De estos cuatro asesinatos, en dos de ellos había denuncias previas. Sin embargo, no fue suficiente para evitar que volvieran a ser atacadas. Por ello, Lafuente se pregunta: “¿Para qué sirve denunciar?”. “Las mujeres o sus familiares deciden denunciar, se les pone una orden de alejamiento, pero no tienen seguridad ya que nadie controla que se cumplan”, recalca.


Lo ocurrido con Alexandra es uno de los ejemplos más claros. “En este caso, las medidas de protección han fallado; pero también hemos vivido experiencias recientes (como es el caso de Soraya, que denunció que fue retenida en su vivienda a punta de pistola, pero se determinó que sufría un riesgo bajo, ya que no se encontró el arma) que nos llevan a pensar que lo que falla también es la evaluación del riesgo que tienen las mujeres víctimas de violencia de género”, subraya Manuel Calvo, miembro del Laboratorio de Sociología Jurídica de la Universidad de Zaragoza.


Para intentar evitar situaciones similares, la protección policial ha aumentado en los primeros meses el año. A pesar de que ahora el 33% de los casos registrados ya tienen protección, en diciembre de 2015 solo eran un 25%. Esto se produce porque han crecido las situaciones que están clasificadas con algún tipo de riesgo. No hay que olvidar que cuando hay una denuncia de este tipo, la Policía Nacional o la Guardia Civil (si el suceso se da en el medio rural) son los encargados de evaluar el riesgo existente a través de un programa informático. Con las respuestas facilitadas por la mujer y la situación vivida se pueden determinar cinco niveles de peligro: no apreciado, bajo, medio, alto o extremo. El instructor siempre tiene la posibilidad de aumentarlo si así lo considera.


Asimismo, también se ha visto incrementado el número de dispositivos de seguimiento. Según los datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, en mayo había 20 pulseras telemáticas en activo en Aragón, la mayor cifra desde que se contabiliza (agosto de 2009). De hecho, el incremento se percibe desde febrero de este año, cuando había 11 en funcionamiento.


Por ello, Calvo recalca que hay que tomarse la protección de las víctimas más en serio y reflexionar sobre qué es lo que está fallando, “partiendo del hecho de que todavía no se considera que la violencia de género es un problema social”. Además, recalca que la víctima necesita más acompañamiento (no solo jurídico) en el momento de la denuncia para que las formas procesales “no ahoguen” la realidad material de la violencia de género y los riesgos reales.

Más llamadas, pero menos denuncias

Durante los primeros cinco meses del año, las llamadas registradas por el servicio telefónico del Gobierno de Aragón (900 504 405) y el del 016 se han incrementado más de un 10%. Según los datos del Instituto Aragonés de Estadística (Iaest), hasta mayo de habían recibido 2.160, mientras que en los mismos meses de 2015 no se llegaban a las 2.000. Un repunte que para la Coordinadora de Organizaciones Feministas de Zaragoza se corresponde con una mayor concienciación de la sociedad.


Sin embargo, este incremento de llamadas no se ha visto traducido en un mayor número de denuncias, sino todo lo contrario. Según los datos del Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA), durante el primer trimestre del año se han registrado 614 denuncias, mientras que en el mismo periodo de 2015 ascendía hasta los 768, lo que supone una disminución del 20%.


Ante esta situación, Calvo recuerda que el problema de la violencia de género es su opacidad. “A veces no aflora o no se ve y otras se justifica. Hay mucha más violencia de la que se denuncia”, recuerda. Una opinión que comparte Lafuente. “Es necesario que todos participemos en darle visibilidad a este tema: desde la sociedad hasta las instituciones políticas”, recalca.

Los menores, los otros afectados

Tanto el hijo de Alexandra como el de Soraya son víctimas colaterales, ya que ambos menores tuvieron que presenciar situaciones trágicas. El primero fue testigo del asesinato de su madre, mientras que el segundo estuvo presente cuando el exnovio retuvo a su progenitora en su vivienda. “Otra cuestión importante es la necesidad de proteger a los menores”, sostiene Calvo.


El pasado año se reformó la ley del Estatuto de la Víctima y se modificó el sistema de protección de la infancia y la adolescencia. “No obstante, todavía queda mucho por hacer, como hemos podido apreciar en este caso. Hay que tener en cuenta los derecho de los padres (y también los de los menores), pero cuando hay violencia de género hay que extremar las cautelas y revisar algunas cuestiones que a veces se dan por descontado a tenor de esta circunstancia”, asegura Calvo.

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