Un detective para el latigazo cervical

Una empresa aragonesa, en colaboración con la Universidad de Zaragoza y el Instituto de Medicina Legal de Aragón, desarrolla una prueba para medir lesiones de la columna que hasta ahora eran difíciles de validar.

La prueba coloca unos sensores en el paciente -arriba, a la derecha- y sus movimientos quedan reflejados en un avatar virtual.
La prueba coloca unos sensores en el paciente -arriba, a la derecha- y sus movimientos quedan reflejados en un avatar virtual.

Es la lesión más común en los accidentes de tráfico. Un golpe intenso hace que las vértebras del cuello sufran un brusco movimiento y se produce el latigazo cervical. Hasta ahora, la gravedad de la lesión –un detalle fundamental para, por ejemplo, establecer bajas laborales o posibles indemnizaciones-, se determinaba a partir del dolor que el paciente manifestaba, pero no existía forma médica de confirmarlo exactamente.


Ahora, la empresa aragonesa Barema ha presentado una prueba que permite verificar o descartar si se ha producido una limitación de la movilidad cervical. La algiografía ha sido desarrollada en colaboración con la Universidad de Zaragoza, el Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón y el Instituto de Medicina Legal de la Comunidad y es una herramienta que permite a los médicos establecer con más garantías sí de verdad hay una lesión.


Pablo Ramírez, director de Barema, explica que la prueba “identifica hasta dónde puede mover el cuello el paciente”. Y lo hace mediante diversos sensores que controlan los movimientos. Se miden la fuerza en las manos, en los hombros o en la espalda. Y se analizan también el equilibrio y la estabilidad. El ‘software’ de la algiografía crea un avatar virtual de la persona examinada, analiza todos los parámetros y permite a los expertos sacar sus conclusiones. Además, esos datos quedan recogidos para poder mostrarlos con posterioridad, por ejemplo, ante un juez.


Según cuenta Javier Marín, del grupo de Investigación y Desarrollo en Ergonomía de la Universidad de Zaragoza que está detrás del proyecto, la prueba incluye también tecnologías para “validar la sinceridad del paciente”. De este modo, se usan gafas de realidad virtual que introducen a la personas afectada en un mundo simulado, lo que sirve como “técnica de distracción” para asegurarse en lo posible de que no finge sus movimientos y reacciones.


En el desarrollo de la algiografía han colaborado los médicos forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA). Entre ellos, José Manuel Arredondo, quien destaca la valiosa aportación que supone la prueba en el mundo forense, “donde la exigencia es más elevada que en otros ámbitos”. “La algiografía tiene un futuro prometedor en nuestro campo y nosotros somos el primer instituto forense que tiene algo así”, destaca. En los últimos meses, el IMLA ha recurrido ya a esta prueba en una treintena de casos.


La algiografía, además, aparece tras el endurecimiento de la ley que regula las indemnizaciones por accidente. Así, mientras que las compensaciones en caso de muerte o lesiones graves han aumentado, las de traumatismos menores han bajado mucho. De hecho, el artículo 135 de la Ley del Baremos establece que estos últimos solo se tendrán en cuenta si son verificadas por una prueba médica complementaria. Hasta ahora, era imposible hacerlo en casos de latigazo cervical. La algiografía abre una puerta para poder demostrar la lesión.

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