El callejón sin salida de los esqueletos de hormigón

Ni las promociones inacabadas de viviendas tienen demanda para terminarlas, ni el suelo gana valor como para su derribo.

Las promociones inacabadas de viviendas salpican la geografía aragonesa como testimonio de los excesos de la crisis. Y así seguirán durante mucho tiempo. Al menos es lo que opinan los principales agentes del mercado inmobiliario, que no terminan de encontrar una solución adecuada para dar vida a estos espacios abandonados, y en la mayoría de casos, desvalijados.


No existen estadísticas sobre el número de obras que quedaron a mitad, los llamados esqueletos de hormigón, pero es fácil encontrarse con ellos en el entorno de Zaragoza, en localidades donde la burbuja del ladrillo más se dejó sentir. El caso paradigmático es el de La Muela, donde varias urbanizaciones -con sus calles asfaltadas, alumbrado, papeleras...- se quedaron sin vecinos.


El Justicia de Aragón conoce bien esta realidad. El 30% de los expedientes abiertos por esta institución en el área de Urbanismo tienen que ver con edificios o solares abandonados.


Ahora el problema es qué hacer con estas estructuras inacabadas: terminarlas, el derribo o dejarlas morir. “La mayoría es propiedad de los bancos. Antes de la crisis las promociones se ejecutaban con préstamos, porque se vendían rápido y se podían devolver, con un buen beneficio, en poco tiempo”, explica Vicente Pedro Lafuente, secretario general de la Confederación de Empresarios de la Construcción de Aragón.


Con la llegada de la crisis, aquellas promociones que se quedaron sin compradores de un día para otro fueron 'heredadas' por las entidades bancarias, que se vieron obligadas a crear sus propias agencias inmobiliarias para gestionar todo este enorme patrimonio.


“Ha habido promociones que sí se están comercializando y poco a poco van saliendo, pero otras no tienen demanda”, señala Lafuente, quien recuerda que “la inversión para acabarlas no compensa porque no se vendería, pero en el futuro quizá sí, y los bancos tienen capacidad para esperar el momento oportuno”.


De ahí que la decisión esté en manos de las entidades bancarias. La Sareb, con uno de los patrimonios inmobiliarios más importantes del país, se encuentra en pleno proceso de “generar valor” en sus activos. Para ello, ha reiniciado 68 obras en todo el país que la crisis había dejado a mitad, de las que ya ha concluido 46. Pese a que en principio dos de ellas estaban ubicadas en Aragón, desde el denominado 'banco malo' aseguran que de momento no se ha tomado esta medida en la Comunidad.

Derribos

La otra solución es el derribo de las estructuras y obras sin acabar, pero para ello se debería revalorizar el suelo de forma que las nuevas promociones de viviendas tuvieran salida fácil y generara un beneficio a los promotores, algo que de momento no ha ocurrido. De hecho, la Sareb preveía en su plan de negocio de hace cuatro años que a partir de 2016 comenzarían las demoliciones de viviendas inacabadas, pero “por ahora no está en los planes”, señalan desde el 'banco malo'.


De hecho, el número de demoliciones en Aragón ha caído drásticamente en los últimos años. Si hasta hace poco no faltaban los interesados en echar abajo un inmueble para construir uno nuevo o para reformarlo de forma integral, en la actualidad esas iniciativas han sucumbido a la crisis, y se espera una mejor momento para llevarlas a cabo y conseguir mayor rentabilidad. Del millar de edificios que fueron víctimas de la piqueta en 2006 en la Comunidad, se pasó a 194 en 2014.


Mientras tanto, los ladrones hacen negocio de esta situación de abandono. Las miles de promociones y pisos vacíos sufren casi a diario saqueos de todo tipo. Se llevan calderas, grifería, radiadores, cableado de la instalación eléctrica de la vivienda, en algunos casos carpintería... e incluso electrodomésticos, cuando la obra está muy avanzada.


La Guardia Civil efectúa detenciones cada mes por este tipo de robos, que tienen como destino el uso de esto materiales en obras caseras o su venta en mercadillos ilegales en la capital aragonesa. En principio, si la obra se está ejecutando, el responsable de la seguridad es el promotor, que "en algunos casos decide contratar vigilancia y en otros no", según señalan los constructores. Pero una vez acabadas, las viviendas pasan a ser responsabilidad de los propietarios, ya sean familias que han adquirido un piso o los propios bancos.

Obra nueva

Paradójicamente, el sector de la construcción empieza a ver brotes verdes por los que comenzar a construir obra nueva. Las licencias de obra se duplicaron en Zaragoza el año pasado. En concreto se concedieron 52 licencias para 1.040 nuevas viviendas, prácticamente el doble que las 525 iniciadas en 2014, con 31 permisos.


El stock de vivienda nueva sin vender ya se sitúa por debajo de las mil casas por cada 100.000 habitantes en la provincia de Zaragoza (928), lo que la convierte en una de las que, superado ese umbral, podría comenzar antes la recuperación del sector de la construcción.


El motivo de esta contradicción, que hace compatibles los esqueletos de hormigón con las obras nuevas, es la ubicación de las viviendas. Para Lafuente, “lo fundamental es que las promociones se hagan donde la gente quiere vivir”. A su juicio, la demanda es “caprichosa y voluble”, y mientras hace unos años la moda pasaba por buscar un hogar a las afueras de las grandes ciudades, “ahora se detecta un gusto por la cercanía la lugar de trabajo, al centro, a la familia...”.

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