Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Cerebros en la cuerda floja

Investigadores aragoneses con excelente formación trabajan en condiciones precarias sin saber su futuro. Piden apoyo a las instituciones para que impulsen la cultura de la investigación y creen un tejido firme.

Carlos Martín Montañés y su equipo, en la Facultad Ciencias de la Universidad de Zaragoza, en marzo de 2000.
Carlos Martín Montañés y su equipo, en la Facultad Ciencias de la Universidad de Zaragoza, en marzo de 2010.
Guillermo Mestre

No se consideran genios, sino minuciosos trabajadores a pie de laboratorio. Dedican con pasión los mejores años de su vida a investigar con el fin de que mejore la calidad de vida en el mundo. Tal actitud no se ve correspondida por una sociedad que ensalza al futbolista e ignora al científico. Creen que el sistema investigador español es tan frágil que, como todo tejido quebradizo, se destruirá en cualquier atmósfera adversa. Y hacen un llamamiento para que las instituciones ayuden a fortalecer ese tejido e impulsen la creación de nuevos grupos investigadores, en lugar de fomentar la eterna figura del becario que ha pasado los 30, que está bien formado y puede quedar en la calle en cualquier momento sin ni siquiera derecho a paro.


Una muestra de lo que está ocurriendo en la investigación en Aragón es el grupo que dirige Carlos Martín Montañés en el Departamento de Microbiología de la Universidad de Zaragoza. El jefe del equipo es uno de los investigadores aragoneses que goza de prestigio internacional, se ha formado en centros de la talla del Instituto Pasteur y volvió en 1992 a Zaragoza para revertir en su país todos los conocimientos que aprendió gracias a su esfuerzo y a becas pagadas con dinero público.


Ahora es el único de su equipo con contrato fijo, pese a que entre sus filas se encuentran investigadores con mucha experiencia. Tienen encomendados proyectos de gran envergadura, como la creación de registro nacional de cepas multirresistentes a la tuberculosis o, el más reciente, la coordinación de doce grupos europeos en la búsqueda de una nueva vacuna eficaz contra esta enfermedad.


La trayectoria de Carlos Martín ha sido brillante, como la de muchos investigadores aragoneses. Estudió Medicina en Zaragoza y en el tercer curso entró como becario en el departamento de Microbiología con Rafael Gómez Lus. Se marchó a Santander para hacer la tesis y aprender técnicas de Biología Molecular. Luego obtuvo una estancia postdoctoral con una beca de la Fundación Marqués de Valdecilla. Me fui para un mes y al final me quedé casi cinco años, recuerda.


Carlos Martín decidió volver al departamento de Gómez Lus y trabajó como profesor asociado dando clases de investigación. Pero a los tres meses le surgió la oportunidad de salir al Instituto Pasteur. Sus conocimientos en Biología Molecular y Microbiología le permitieron incorporarse al prestigioso centro francés con Brigitte Gicquel, hoy máxima responsable del macroproyecto europeo en busca de una nueva vacuna contra la tuberculosis. Se fue para tres meses con una beca de la Sociedad Europea de Biología Molecular, luego obtuvo una beca de la Organización Mundial de la Salud y después le contrataron. Cuenta que para hacerle el contrato de investigación en el Instituto Pasteur, al contrario de lo que ocurre en Cataluña, no le exigieron pasar un examen de francés _que hubiera suspendido_, sino que valoraron su formación científica. Allí permaneció cinco años.


Los investigadores españoles están muy considerados en el Instituto Pasteur y en todos los centros del extranjero porque, además de llegar muy preparados, trabajan mucho y son fieles a su jefe, explica Martín. Lo mismo opina otro investigador aragonés que acaba de reincorporarse a su grupo recién llegado de Gran Bretaña, José Antonio Aínsa. Según un estudio reciente, la producción de los investigadores españoles que trabajan en el extranjero es muy importante. "En los laboratorios del John Innes Institut, a partir de las siete de la tarde o los fines de semana no veías trabajando a ingleses, sólo a españoles o de otros países". Aínsa achaca tal entrega a que en España es más difícil encontrar trabajo.


El regreso de Carlos Martín a la Universidad de Zaragoza no fue porque se acabara su contrato. "Fue un disgusto para mi jefa. Era el primer investigador fijo que tenía, ahora en su laboratorio trabajan más de 20 personas en el campo de la tuberculosis. Le planteé que quería volver a mi país porque siempre he considerado que las becas que he tenido suponían un dinero público que se invertía en mí y luego debía volver para compensarlo creando un grupo investigador propio". Ahora considera que ya ha cumplido.


Sacó la plaza de profesor permanente de la Universidad de Zaragoza, lo que implica combinar las clases con la investigación, aunque por esta última labor no se recibe ninguna compensación económica ni horaria. No tiene ninguna ventaja ser investigador, lamenta. Por primera vez, a partir de este curso, se va a contemplar que la labor investigadora cuente. Es decir, se restarán horas de docencia a aquellos profesores que estén inmersos en proyectos de investigación.


Este es uno de los motivos por los que no ha tirado la toalla. "Hace dos años me dieron ganas de abandonar. Me veía con el apoyo moral, pero no con el apoyo físico". Cree que en estos dos últimos años algo se mueve en la Universidad de Zaragoza. Aunque espera más del Gobierno aragonés y de otras instituciones. "Ya es hora de que la sociedad aragonesa se moje con sus investigadores".


Carlos Martín entiende que en España falta cultura de la investigación, apoyo desde todos los ámbitos para cuidar ese tejido y permitir su regeneración con nuevos grupos encabezados por los preparados investigadores. Insiste en que no hacen falta genios, sino número de investigadores.


José Antonio Aínsa es de la opinión de su maestro. "Hay que crear institutos de investigación, y hay que flexibilizar la contratación de investigadores". Hasta ahora, el sistema ha sido muy rígido y una universidad no podía contratar a un investigador, salvo que sacara la plaza de profesor.


Carlos Martín vive con la ilusión de que Aínsa pueda proyectar su excelente formación creando su propio grupo para trabajar en otras líneas de investigación contra la tuberculosis. Pero, de momento, su discípulo trabaja con un contrato de reincorporación del Ministerio de Educación que se acaba dentro de tres años.

,1._CARLOS MARTIN MONTAÑES.


Nacido en Zaragoza hace 40 años, casado y con un hijo. Encabeza el grupo de investigación del Departamento de Microbiología de la Universidad de Zaragoza sobre vacunas contra la tuberculosis. Es el único del equipo con plaza permanente _es profesor titular_. Goza de prestigio internacional y se ha formado en Biología Molecular en Santander y en el Instituto Pasteur. En 1992 decidió volver a Zaragoza para formar un grupo de investigación. Desde entonces, ha intervenido en dos proyectos europeos y ahora coordina uno de los cuatro inscritos en el macroproyecto europeo para encontrar, en tres años, una nueva vacuna eficaz contra la tuberculosis.

,2._ISABEL OTAL.


Tiene 41 años y un hijo. Investiga con una beca postdoctoral adscrita a un proyecto europeo. Es una situación totalmente inestable porque no tenemos ni derecho a la Seguridad Social. Hizo Químicas en Zaragoza y se especializó en Bioquímica en Barcelona. Realizó la tesina y la tesis en el Departamento de Microbiología de Zaragoza y se formó en algunas estancias en el Pasteur. Después la contrató la Universidad durante ocho años. Pero como la investigación no se tiene en cuenta, no le renovaron el contrato. Pediría que se valore la investigación. Si un grupo tiene proyectos, realiza un trabajo importante que, además, genera unos ingresos para la Universidad, debería repercutir en la creación de puestos de trabajo.

,3._ANA BELEN GOMEZ.


Tiene 20 años y es técnico de Laboratorio, especialidad de FP-II. Acaba de firmar un contrato de prácticas para un año por la Universidad de Zaragoza, para trabajar en un proyecto de la OTRI sobre cepas de tuberculosis. Pertenece al personal de administración y servicios.

,4._CARMEN LAFOZ.


Tiene 37 años, casada y con dos hijos. Es también técnico de Laboratorio. Estoy contratada por la Universidad pero con cargo a un proyecto, de manera que cuando se acaba el proyecto (en su caso en abril) hay que volver a luchar para que te renueven. Empezó con un contrato de prácticas durante dos años, pero aquello se acabó. Se supone que si te forman para hacer este trabajo es para que sigas haciéndolo. Trabaja en el registro de las cepas multirresistentes de España. Carlos Martín dice que en la investigación española falta personal de base, técnicos como Carmen.

,5._ESTHER PEREZ.


Tiene 29 años y es licenciada en Químicas por Zaragoza. Hizo la tesina y ahora realiza la tesis con el grupo de Carlos Martín . Está como becaria predoctoral de investigación del MEC y, por tanto, sin Seguridad Social, trabajando todo el día sin un horario fijo. Cobra unas 100.000 pesetas y debe pagar el IRPF. Este es su tercer año de beca, y le queda otro si se lo prorrogan. Me gustaría seguir trabajando en investigación, pero es muy difícil porque las universidades están todas saturadas y hay muy poco futuro. Saldría fuera un par de años, pero te vas y, cuando vuelves, estás igual.

,6._VIRGINE MICK.


Nació en Marsella hace 25 años y cursó estudios superiores en la Facultad de Paris XII y en el Instituto Pasteur. Llegó a Zaragoza en octubre para realizar su tesis. Decidí venir aquí porque es un buen equipo, trabaja mucho y tiene buenas relaciones con Europa. Conocí al grupo a través del Instituto Pasteur, donde tiene prestigio.

,7._PEDRO ALMEIDA.


Brasileño, de 41 años, casado y padre de un niño. Es profesor de la Universidad Federal de Brasil y se incorporó hace dos años y medio al grupo de Martín con una beca del Gobierno brasileño para realizar su tesis doctoral. El equipo es muy bueno, y se trabaja con condiciones desarrolladas. Tenía referencia de Carlos Martín , a quien se le conoce muy bien en todo América.

,8._SOFIA SAMPER.


Tiene 37 años y está casada. Es licenciada en Medicina y se incorporó al Departamento de Microbiología becada por unos laboratorios. Desde 1993 hasta 1996 fue becaria predoctoral en un proyecto del Fndo de Investigación Sanitaria (FIS). Después obtuvo otra beca postdoctoral con un nuevo proyecto del FIS. Tras un paréntesis con una beca de proyectos europeos, desde este año hasta el 2003 continuará trabajando como becaria con otro proyecto FIS. Pese a tantos años de trabajo, tampoco tiene derecho a la Seguridad Social ni a paro, ni su esfuerzo, por tanto, contará para la jubilación. Son muchos años ya. Me voy a tener que plantear otra cosa. Es la responsable del registro de cepas multirresistente en España y también trabajará en un proyecto similar de base de datos a nivel europeo.

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