Algunos ritos funerarios que chocan con la legislación

En Aragón están presentes casi todas las grandes confesiones, cada una con sus propias tradiciones.

Celebración budista en Zaragoza
Celebración budista en Zaragoza
Laura Uranga

La preocupación por la muerte constituye el aspecto fundamental de muchas religiones, así que la mayor parte de las confesiones dictan los ritos y las pautas de comportamiento que deben de seguir sus fieles cuando se produce un deceso.


En Aragón están presentes casi todas las grandes confesiones del planeta y en ocasiones la legislación vigente impide a los fieles enterrar a sus familiares o velar por ellos de la forma en que desearían hacerlo. Así, por ejemplo, aunque en Zaragoza está ubicado uno de los cementerios musulmanes más relevantes del territorio nacional (con 12.000 metros cuadrados), la normativa actual obliga a enterrar los cadáveres dentro de un ataúd, mientras el islam recomienda la inhumación solo con sudario para que el cuerpo esté en contacto directo con la tierra.

En el Islam

La comunidad islámica de Zaragoza explica que el uso obligado del ataúd provoca que la mayor parte de los musulmanes residentes en la Comunidad opte por volver a su país cuando son mayores o por la repatriación de los cuerpos, medida nada barata (más de 3.000 euros) pero que les permite enterrar a sus familiares tal y como estipula el rito musulmán. Esta teoría se ve corroborada por los datos: en Aragón residen más de 53.000 musulmanes y el año pasado fueron enterradas apenas 30 personas en el cementerio musulmán de Zaragoza.


Abderrahmen Ben Chaabane, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Aragón, critica la estricta legislación nacional aunque reconoce los esfuerzos hechos hasta ahora por el Ayuntamiento de Zaragoza. El Consistorio cedió hace dos años a esta comunidad un edificio de 65 metros cuadrados en el cementerio para que, al menos, puedan preparar los cuerpos tal y como les exige el islam. En ese edificio se encargan de lavar con agua y jabón el cadáver, de la purificación ritual y de amortajar el cuerpo con sudarios de lino blanco. Tres sudarios en el caso de los hombres y cinco en el de las mujeres. Eso sí, después tienen que acatar la normativa española e introducir al fallecido en un féretro antes de enterrarlo.


Las funerarias conocen las reticencias de los musulmanes hacia los ataúdes y poco a poco surgen modelos de féretros que intentan adaptarse en la medida de lo posible a los deseos de las familias. Según la funeraria Mémora, el modelo más solicitado por esta comunidad es el de madera más sencillo, sin símbolos religiosos y, a ser posible, con pequeños orificios en la parte de abajo para que el cuerpo esté más cerca de la tierra.

Judaísmo

Como el judaísmo exige funerales muy parecidos a los del islam y la comunidad judía en Aragón es apenas relevante, Timna Segal coordinadora de la asociación Sefarad Aragón, explica que cuando han tenido que hacer un entierro según el rito judío han pedido ayuda y espacio en su cementerio a la comunidad musulmana. "El judaísmo también prefiere el contacto con la tierra pero aquí los creyentes optan por un féretro lo más sencillo posible y a ser posible, con algo de tierra dentro", aclara Timna.

Budismo

Hasta ahora también lo tenían complicado los budistas practicantes, de los que se calcula que hay más de 2.000 en Aragón, entre ellos parte de la comunidad china. Las distintas ramas del budismo consideran que morir es un proceso que se prolonga durante varios días después del acto en sí, por lo que la tradición exige no manipular el cuerpo hasta pasadas 72 horas del deceso. El plazo se prolonga según el grado de desarrollo espiritual de la persona. "Es un proceso de disolución y durante ese tiempo hay que velar a la persona, sin tocarla, para guiar a la mente en el proceso", explica Mar López, directora de un centro de meditación budista zen en Zaragoza. La legislación española, sin embargo, obliga e enterrar o incinerar el cadáver entre las 24 y las 48 horas siguientes a la defunción salvo que haya sido embalsamado.


El budismo presente en España se ha adaptado a estas normas sanitarias y permite el embalsamamiento, lo que les preocupa ahora es 'la calidad' con la que se toca el cuerpo durante esa práctica y durante los traslados en hospitales o tanatorios. Por eso, este mismo año la Federación de Comunidades Budistas de España ha firmado un acuerdo con una gran empresa de servicios funerarios para asegurar un trato adecuado al cadáver. "Necesitamos que haya un ambiente de mucha tranquilidad alrededor del fallecido porque la consciencia es muy susceptible de ser distraída en su viaje", aclara Karma Tenta, monje del centro de budismo tibetano de Panillo.


Además este convenio contempla que se prolonguen los tiempos en los tanatorios para poder velar durante más horas, ya que según reconoce Mar López, en ninguno de los funerales que ha tenido que organizar en Zaragoza a chinos budistas la familia ha podido velar durante 72 horas. Esta es otra de las razones por las que los chinos de Aragón optan por volver a su país cuando se hacen mayores.

Tanatorio aconfesional

El tanatorio del cementerio de Torrero se convirtió hace ya casi un año en 'aconfesional' a raíz de una reforma que transformó las cuatro capillas católicas que había hasta entonces en dos salas libres de adornos religiosos y una única capilla católica, aunque de mayor tamaño. Desde el tanatorio explican que esta reforma pretendía dar respuesta a las distintas sensibilidades religiosas presentes en el territorio aragonés, aunque reconocen que a día de hoy casi el 99% de los funerales que se practican son católicos.

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