"Vivo con mis dos hijos en una habitación mientras espero el IAI desde el año pasado"

Una madre en el paro y con dos hijos adolescentes cuenta cómo viven sin ingresos.

El consejero de Sanidad, Ricardo Oliván, en las Cortes
"Vivo con mis dos hijos en una habitación mientras espero el IAI desde el año pasado"
Heraldo

María y sus hijos viven en una habitación porque es lo único que pueden pagar. Caminan mucho para no gastar dinero en el autobús. Repiten menú (esta semana toca arroz y lentejas, para comer y cenar) porque no tienen dinero para comprar más comida. Se enteran de las noticias "por ahí, en la calle o el mercado", porque no tienen televisión en su habitación. "Es muy duro vivir así, esperando el IAI durante meses, sin saber cuándo lo voy a recibir", asegura María (nombre ficticio).


María cobró el Ingreso Aragonés de Inserción (IAI) el año pasado. La prestación se le terminó en diciembre, aunque ya en octubre pidió la renovación. Desde entonces está esperando. Sus dos hijos, de 14 y 16 años, y ella sobreviven sin ingresos, gracias a ayudas de los trabajadores sociales municipales, de Cáritas y de alguna amiga.


"Antes vivíamos en un piso, pero nos tuvimos que mudar a una habitación los tres juntos. Es un cuarto muy pequeño, justo caben una cama de matrimonio y una pequeña. No hay sitio ni para un armario. Tenemos la ropa en bolsas. Compartimos el piso con otras dos parejas. Solo uso la cocina de vez en cuando y comemos los tres en la habitación", cuenta María.


Sus hijos estudian en un instituto de su barrio. "Los chicos están muy desanimados, la situación les afecta mucho. La habitación no es cómoda para vivir los tres. No tenemos dinero, no pueden hacer algunos planes con sus amigos. Necesito que me aprueben ya el IAI para poder buscar un piso", subraya. Los chicos no tienen derecho a becas para los libros del instituto, porque María está separada y no tiene sentencia de divorcio. Este documento es necesario para la solicitud de ayudas.


María y sus hijos llegaron a Zaragoza hace siete años de un país latinoamericano. "Me fui de mi país buscando una vida mejor para mis hijos. Al principio me costó, pero luego encontré trabajo. Y tres años después conseguí los papeles por arraigo. No me podía imaginar llegar a esta situación", se lamenta.


Su último trabajo fue el pasado verano cubriendo una baja de dos meses en una residencia de ancianos. También ha trabajado sin contrato de camarera. Ahora confía en que le cojan para algún curso del INAEM, sigue buscando trabajo y esperando el IAI.