Cómo acabaron en Ricla unas fotos del Che

El fotógrafo Marc Hutten tomó las imágenes más famosas de Ernesto Guevara después de que fuera ejecutado en La Higuera (Bolivia). Le entregó unos originales a un misionero aragonés que iba a volver a España en breve para que las fotos vieran la luz si él no conseguía enviarlas

Imanol Arteaga muestra las fotografías originales de Ernesto Guevara tras su muerte que tiene guardadas en una caja de puros.
Cómo acabaron en Ricla unas fotos del Che

Marc Hutten, fallecido en 2012, fue el fotoperiodista de la agencia francesa AFP que tomó las famosas imágenes del Che Guevara muerto, después de que fuera ejecutado el 9 de octubre de 1967 en la Higuera (Bolivia), y su cuerpo fuera expuesto al público durante dos días en un municipio cercano, Villagrande. Las imágenes vieron la luz un par de días después de estos hechos y aparecieron en medios de comunicación de todo el mundo. Pero la intrahistoria del trabajo periodístico de Hutten, de cómo consiguió que las fotos llegaran hasta AFP, hizo que algunas de ellas acabaran en España. Y que estas últimas estén ahora en manos de Imanol Arteaga, un concejal de Ricla que las heredó de su tío Luis Cuartero Lapieza, también fallecido en 2012.


Cuartero fue un conocido sacerdote, nacido en Vitoria pero aragonés por los cuatro costados porque vivió en esta Comunidad desde crío. Fue director del colegio de los Infanticos de Zaragoza, tuvo cargos de responsabilidad en la Conferencia Episcopal... Pero antes de todo eso, en 1959, se fue de misionero al Seminario de Sucre (Bolivia), donde estuvo una docena de años. Según narra ahora Arteaga, que tuvo una relación muy estrecha con su tío –se llamaban todos las noches por teléfono–, parece que Hutten, luchando por que las fotos vieran la luz en el caso de que él no consiguiera mandarlas, reveló varias copias con el papel que tenía a mano y dio copias originales a varias personas para que las sacaran si él no lo conseguía


Y en este punto entró Cuartero, que nunca llegó a conocer al Che en persona, pero que tenía que viajar precisamente hasta España pocos días después para casar al padre y a la madre de Imanol."Supongo que habría pocos europeos por allí y se enteraría de que mi tío iba a volver en breve", señala Arteaga. El recorrido que hizo después lo recuerdan bien en la familia: salió de Bolivia, llegó a Argentina y desde ahí cogió un barco hasta España. Los casaría el 25 de noviembre de 1967, apenas un mes y medio después de la muerte de Guevara. Imanol cuenta que su tío hizo ya en España "fotos a las propias originales" para dárselas a otros periodistas que se iban a encargar de hacerlas públicas, aunque no sabe si llegó a entregarlas porque ya se habían publicado. Nueve fotografías en un sobre

"En la familia siempre se había comentado que el tío tenía unas fotos del Che. Pero yo nunca las había visto –recuerda Arteaga–. Cuando murió, le pedí a mi tía Marisa, que solía vivir con él, que las buscara. Y finalmente las encontró en un piso del Arzobispado de Zaragoza que mi tío utilizaba como oficina. Me las dio y me quedé alucinando. No sabía que fueran estas. Eran nueve y estaban en un sobre".


Arteaga señala que si no fuera por su tía Marisa, "que guarda todo con cuidado", estas fotos se hubieran perdido. Fueron moviéndose de un lado a otro sin que le dieran más importancia: primero estuvieron en una casa de su tía en el Camino de las Torres de Zaragoza –donde también residía en ocasiones Cuartero–, luego las guardaron en un inmueble familiar en Castiliscar, más tarde volvieron otra vez a Zaragoza al mencionado piso del Arzobispado y, finalmente, acabaron en Ricla.


El fotógrafo Mooses, austríaco afincado en Zaragoza que trabaja en Spectrum, estuvo investigando estas fotos hace un año. "Nada se puede afirmar tajantemente, pero estoy convencido al 99%de que esas fotos se revelaron justo en esa época. El papel es propio de esos años y ahora sería prácticamente imposible encontrarlo", explica. 


No obstante, señala que su valor económico no sería altísimo porque son tan famosas que se pueden encontrar en internet, y los negativos están en AFP. De hecho, tampoco es intención de Arteaga venderlas, ya que las guarda con especial cariño por su tío, al que recuerda como "un hombre excepcional", aunque sigue interesado en conseguir toda la información posible sobre estas fotografías. Ahora, las guarda en una caja de cohibas, precisamente en homenaje al propio Che, al que siempre se le recordará con un puro en la boca.