"Lo asumo como un servicio y porque tengo fe ciega en la escuela pública"

Un puñado de docentes se perpetúan al frente de los claustros. Para ellos es una cuestión vocacional

Marisa Gomollón es directora del Gascón y Marín.
"Lo asumo como un servicio y porque tengo fe ciega en la escuela pública"
Asier Alcorta

Todas las reglas tienen su excepción, y en el caso de los directores, hay algunos que nadan contra corriente y apuestan por tomar las riendas. Es el caso, por ejemplo, de Marisa Gomollón, que lleva 6 años al frente de la dirección del colegio público Gascón y Marín. No oculta que sus jornadas y las de su equipo son más largas a mediodía y por la tardes y que ser director supone asumir problemas y circunstancias que no tocan en otros puestos, pero no se arrepiente. "Me lo he planteado como un servicio y es reconfortante poder organizar y coordinar el colegio de forma que funcione lo mejor posible", explica. "Además tengo una fe ciega en la escuela pública", reconoce.


En su caso, es muy consciente de su responsabilidad porque fue también directora en Villamayor durante cuatro años y jefa de estudios en Quinto durante una década. Sí que reconoce que todos han sido colegios pequeños (el Gascón y Marín tiene solo una vía), donde los claustros estaban formados por una veintena de profesores y el trabajo es más sencillo que en centros de 4 o 5 vías. 


Sí que cree que es necesario saber escuchar y "darle a cada compañero su lugar". "Si me preguntan qué es lo que más me cuesta, posiblemente sean los conflictos con las familias", añade. Aunque precisa que algunos padres le hacen su tarea muy fácil, en otros casos no es así. 


"Falta que de verdad confíen en el trabajo del profesor y que no le quiten autoridad. A veces no entiendo por qué no deciden que rememos todos en la misma dirección si, precisamente, es lo mejor para sus hijos", añade. "Las vacaciones se hacen largas"

Otro caso singular es el del director del colegio Tío Jorge, Lorenzo Oro. Lleva décadas en el cargo y asegura que no se cansa y le gustaría continuar. En 2013, las familias se movilizaron para evitar que se jubilara, algo que ni él mismo quería. Finalmente, le concedieron una prórroga hasta los 70 años (ahora tiene 66) y aunque el próximo junio vence su mandato, no tiene idea de retirarse. "A mí me gusta esto. Las vacaciones se me hacen hasta largas y los chavales vienen encantados", recalca Oro.