Alfonso Milián: "Seguiré trabajando a tope hasta el último momento"

El prelado de Barbastro aún mantiene la esperanza de poder cerrar el litigio antes de dejar la diócesis

Alfonso Milián.
Alfonso Milián: "Seguiré trabajando a tope hasta el último momento"
G. R.

El obispo de Barbastro-Monzón, Alfonso Milián, asegura desconocer cuándo será relevado de su cargo, pero lo que tiene claro es que seguirá "trabajando a tope hasta el último momento". Lo hará en su labor pastoral, pero también, asegura, en el intento de cerrar un triste capítulo de la historia de esta diócesis, el del litigio por los 112 bienes de arte sacro retenidos en el Museo de Lérida.


"Ojalá podamos solucionarlo antes de irnos", dice esperanzado en referencia a su inminente jubilación y la de su homólogo leridano, Joan Piris, con el que comparte protagonismo en este asunto desde la llegada del prelado de la capital del Segre, en 2008. Antes, este turolense de La Cuba, que está al frente de la diócesis barbastrense desde 2004, ya había tenido que tratar con Francesc Xavier Ciuraneta, que renunció en 2007 por motivos de salud. Le sustituyó como administrador apostólico el entonces responsable del obispado de Tortosa, Xavier Salinas.


Al preguntarle con cuál de ellos le ha resultado más difícil abordar el complejo conflicto, que en estos años ha saltado del ámbito eclesiástico al político, Milián no duda ni un momento: "Con Ciuraneta no había posibilidad de diálogo".Mejor con Salinas y Piris

La situación mejoró con Salinas y posteriormente con Joan Piris, recuerda. "Tanto con uno como con otro se ha afrontado varias veces el problema y su deseo es devolver las obras de arte", defiende. En este sentido, valora que con el administrador apostólico firmaron por primera vez en 2008 un acuerdo en el que Lérida reconocía la propiedad aragonesa y acataba finalmente los decretos de la Santa Sede que le obligaban a devolver las 112 obras en un plazo de 30 días, que incumplió.


Dos años después, Milián y Piris rubricaron otro documento similar –aunque sin fechas–, igualmente fallido. "Por él estaría resuelto", insiste, una postura por la que algunos le reprochan no haber sido lo suficientemente firme en su reclamación. Eso sí, ha sido persistente desde que asumió la gestión de este asunto, pese a que en más de una ocasión ha reconocido el esfuerzo que ello le supone y que le resta tiempo para las funciones que son propias de un obispo.

"La relación con Piris es normal –reitera–, aunque no estamos de acuerdo en algunas cosas. A veces se dice que estamos enfrentados, pero me llevo bien con él".


Lo que para ciertos sectores es una defensa de Piris, se torna enseguida en crítica a las instituciones civiles catalanas: "Llevamos tiempo trabajando, pero con los catalanes nunca es muy fácil. No es un problema de Iglesia sino político". También él ha tenido que lidiar con el Gobierno de Aragón y hace un año se produjo un sonado desencuentro por su negativa y la de su homólogo de Huesca, Julián Ruiz, a ceder los poderes para reclamar las obras en su nombre. "Si hay que hablar, se hablará con normalidad, sin ningún prejuicio", dice.