Mariano Benedicto: "Con 10 años me mandaron de pastor a Javierregay"

Mariano empezó a trabajar siendo todavía un niño, aunque tiene buenos recuerdos de aquella época.

Mariano Benedicto
Mariano Benedicto: "Con 10 años me mandaron de pastor a Javierregay"

En 99 años de existencia, Mariano (Embún, Huesca, 1915) ha visto y ha vivido de todo. En su pueblo, asegura que todos le conocen. "Durante 12 o 13 años fui alguacil", explica, aunque ha trabajado de todo.


Su primer oficio fue el de pastor, en el que se estrenó con solo 10 años. "Mi padre era minero, de Teruel, y vino al Pirineo para trabajar en el ferrocarril de Canfranc. Pero se quedó ciego y tuve que ponerme a trabajar", recuerda. Era solo un niño, pero no fue para él una mala experiencia. "Durante dos años estuve cuidando corderos en Javierregay, en una casa donde me querían como un hijo. Si no me gustaba algo de la comida, me lo cambiaban, como a los demás".


Allí estuvo dos años, hasta que pasó a trabajar en una casa de monte en Las Tiesas Bajas. Aunque le daba tiempo para más. "Había una maestra nacional y me enseñó las letras que sé", asegura. Mariano reconoce que era travieso: "Una vez estuve tres días sin volver a casa, durmiendo en unos arbustos cerca de Ayerbe, y me tuvieron que venir a buscar", rememora entre risas. Pero no todo era bueno: "Me mandaban de pastor y una vez me pegó un mayoral".


A los 16 se marchó a Siresa, donde le pilló la Guerra Civil. "Me incorporé a la fuerza, porque era quinto. Pero estuve solo 22 meses, porque era el mayor de tres hermanos y mi madre estaba ya viuda, así que me pudo liberar".


Antes de entrar en la contienda había conocido a María, pero pasaron cuatro años sin hablarse. Ella provenía "de una familia rica, que tenía ganado", y su familia no quería que se casasen. Así que idearon una estratagema: ella se fue a vivir a casa de una prima y pensaron en desposarse en secreto, de noche. Él se lo pensó mejor y decidió que no, que se casarían "cuando todo el mundo estuviera en la iglesia". Así lo hicieron. Su pena es que no tuvieron hijos y ella murió con solo 68 años.


Ahora vive en una residencia en Jaca a la que acuden sus sobrinos y un hermano que vive en Francia y con el que viaja a Embún todos los años.