Un estudio analiza 206 casos de pedofilia para identificar a potenciales agresores

La estadística y la psicología se unen para establecer patrones de conducta y perfiles
de los abusadores y revelan que el 46% pertenecen al ámbito familiar de la víctima.

La personalidad nos define en todo lo que hacemos y, por supuesto, también en el crimen. El perfeccionista será siempre perfeccionista y el chapucero, chapucero, y delinquirán de forma diferente. Estudiar su modo de actuar permite crear patrones que sirven para desenmascarar a los criminales y prevenir el riesgo para las víctimas. Así lo ha demostrado la doctora enpsicología Cristina Andreu en su reciente estudio sobre 206 pedófilos.


Especializada en perfilación criminal inductiva y utilizando herramientas estadísticas, la psicóloga forense del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) ha conseguido identificar cuatro patrones de conducta abusiva, francamente útiles. «El método objetiva las características del pedófilo, ayuda a identificar al agresor y a predecir la reincidencia y el riesgo físico para el niño», explica.


La doctora, con sus compañeras psicólogas del IMLA, comenzó su estudio partiendo de una tipología de abusadores elaborada por el psicólogo inglés David Canter sobre delitos denunciados. «Yo me planteé hacer lo mismo pero con evaluaciones individuales de sujetos condenados. Revisé los casos de 206 sentencias del Tribunal Supremo y analicé la conducta abusiva de los acusados», cuenta.


Cristina Andreu ha clasificado cuatro grupos:el que actúa en la intimidad, el criminal oportunista, el agresivo y el mixto agresivo-oportunista. «Este último es el más peligroso para el niño», advierte.


«El hombre que responde al patrón de intimidad es un tipo que abusa mediante el engaño. Es miedoso, tímido, evitativo, inseguro y fóbico. Son individuos alejados de la psicopatía. No suelen tener antecedentes y cometen abusos continuados pero no causan lesiones físicas», explica la doctora. Estos son más proclives al abuso intrafamiliar y no suelen reincidir una vez que son descubiertos y detenidos.


El «criminal oportunista» es narcisista, antisocial y no es exactamente un psicópata. Tiene antecedentes penales no sexuales, consume alcohol y causa lesiones físicas leves. «Es un desconocido para el niño pero en todo lo demás actúa con un patrón de intimidad. Agrede lo imprescindible para conseguir su objetivo y aplica la relación costo-beneficio. Es decir, si lo puede lograr con la seducción, lo hará, puesto que para él también es más seguro ya que puede negarlo si lo llegan a denunciar. Atar y pegar a la niña es más arriesgado, pues la víctima denunciará», expone la experta.


En cuanto al «criminal agresivo», es un hombre narcisista, antisocial, con rasgos psicopáticos y un punto sádico. «Busca humillar, tiene antecedentes no sexuales, tiende al abuso continuado y produce lesiones físicas graves» señala. El cuarto grupo está formado por el «agresivo-oportunista». Es el más peligroso. Es narcisista, psicópata y antisocial. Consume sustancias estupefacientes y también alcohol y causa lesiones graves. «Suele tener más de 60 años y creo que se trata de un pedófilo que empezó siendo criminal-agresivo y que se ha ido deteriorando», apunta.

Las «tendencias pedófilas»

Además de estos cuatro patrones, la psicóloga efectuó una clasificación para establecer la «tendencia pedófila» del sujeto, de acuerdo con una gradación del 0 al 5. En esta escala se valora con 2 puntos que algún menor abusado sea varón y con un punto que haya alguna víctima menor de 11 años, que alguna sea extrafamiliar y que haya más de una víctima.


Del estudio de los 206 casos, la doctora comprobó que el 68% tenía una tendencia pedófila baja o muy baja, el 16% moderada y el último 16% alta o muy alta, lo que equivale además a una elevada posibilidad de reincidencia.


Sus conclusiones estadísticas revelaron que el 78,5% de las víctimas fueron niñas, de una medida de edad de 10,3 años y que el 97% de los menores tuvieron un único agresor sexual. En cuanto a los agresores, la edad media fue de 42,2 años (más alta que en el resto de los delincuentes). En los casos analizados, el 46% pertenecían a la familia de la víctima y el 17% eran desconocidos.


La doctora y el equipo de psicólogas midieron, además, la frecuencia de las conductas que desarrollaron con los menores, es decir, cómo actuaron. El estudio reveló que más de la mitad se acercó al menor mediante una estrategia de engaño, casi el 50% utilizó el lenguaje y las muestras de afecto para tranquilizar a las víctimas y cerca del 40% usó la fuerza. Algo más del 30% hicieron promesas de regalo o invitaciones para ganarse la confianza de la niña. Esa misma proporción de individuos violaron vaginalmente a la víctima y un 20% cometió penetración anal. Más del 40% empleó un lenguaje sexual o abusivo durante la ofensa. En el 20% de los casos la agresión se produjo al aire libre, en el 30% trasladó al menor del punto de contacto al lugar de abuso, un 10% usó más violencia de la necesaria y un 5% empleó algun tipo de arma.