Educación

Las becas para alumnos con necesidades específicas, lejos de cumplir su función

La falta de ayudas y, sobre todo, la dificultad para acceder a ellas, hace que cada año miles de niños aragoneses discapacitados o con problemas de atención se queden sin beca.

Los padres se quejan de que cada vez es más complicado acceder a las becas
"Las becas para alumnos con necesidades específicas están muy lejos de cumplir su función"
EFE

Cada curso, las ayudas para la educación se especializan un poco más en busca de cubrir el mayor número de circunstancias. Becaspara la movilidad, de transporte, por colectivo, por idioma, por necesidades… y otras tantas regladas por las Comunidades Autónomas y los municipios en un intento por llegar donde el Ministerio no alcanza. El abanico de posibilidades para solicitar una beca ha ido en aumento a medida que la educación ha evolucionado. Sin embargo, en este enorme bosque sigue habiendo parcelas que nadie se ha atrevido a dividir. Las familias y los colectivos relacionados con niños discapacitados o con problemas de atención denuncian año tras año la escasa consideración que se les presta desde la administración con unas ayudas que, solo en Aragón, atañen directamente a más de 10.000 alumnos.


Las llamadas ‘Ayudas Directas para el alumnado con necesidades educativas especiales asociadas a discapacidad o trastornos graves de conducta, incluido el afectado por TDAH’ –como figura en la página del Ministerio- engloban a una parte del alumnado tan grande como heterogénea. Una falta de discriminación que para las asociaciones y fundaciones relacionadas con los alumnos afectados supone “prácticamente tender la mano para luego quitarla”.


El año pasado el Estado aportó un total de 101.731 becas de este tipo con un importe conjunto de más de 60 millones de euros. A diferencia de Aragón, algunas comunidades como Andalucía, Canarias o Madrid emitieron cerca de un millar más de ayudas para suplir la falta de recursos del Gobierno central. Unas becas que para Juan Antonio Planas, presidente de la Confederación de Psicopedagogos de España y orientador en el IES Tiempos Modernos de Zaragoza, “están lejos de cumplir su función, ya no tanto por falta de recursos, sino por un problema de base”.


“Debemos tener en cuenta que estas ayudas para ‘alumnado con necesidades especiales’ van destinadas a alumnos que pueden ir en silla de ruedas, tener alguna discapacidad intelectual, estar sordos o hasta ser superdotados. Es imposible que cada caso se valore como es debido sin que, hasta sin querer, se esté dejando a algún alumno necesitado totalmente desprovisto”, explica el pedagogo.


Las ayudas, que ofrecen dotación para muy distintos conceptos –material especial, transporte a centros apropiados, importe para horas de clase extra…- solo son concedidas a aquellos alumnos que pasan un doble filtro. El primero es un control por parte de un orientador, un responsable de los servicios sociales o un médico, en función de la afección, que elabora un informe que después debe ser tramitado y aprobado por la Administración para otorgar a la familia afectada la posibilidad de optar a la beca. “Es muy complicado”, asume Planas. “En los informes puede figurar que un alumno tiene un grado de discapacidad inferior al necesitado para opositar, pero puede ser que el paciente esté afectado además por otro tipo de problema –pedagógico o circunstancial, como falta de idioma en caso de niños inmigrantes- que no se tiene en consideración”, explica el orientador, quien resume la problemática asegurando que “no se deja espacio para los matices ni para la globalidad”.

Un trámite arduo y complicado

Pese a que este año la dotación no ha descendido, las asociaciones se quejan de que cada curso “parece” que la administración lo pone más difícil a las familias. “Cada año da más la impresión de que el objetivo es reducir este número de becas”, asegura Planas, quien ha notado cómo muchas familias han dejado de solicitar la ayuda ante la imposibilidad de conseguirla pese a estar ‘avaladas’ para ello. La puntilla a este mar burocrático, según denuncian los afectados, ha sido el escaso tiempo que se ha dado para poder presentar la documentación.


“Tienes que conseguir mil informes de distintos organismos, incorporarlos al formulario de internet y rezar para que no se te haya olvidado nada”, y todo ello en un plazo de apenas 40 días, la mitad de ellos en un mes inhábil como es agosto. La descripción la hace Bárbara Sánchez, médico y presidenta de la Asociación Aragonesa del Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (AATEDA), organización que desde el barrio zaragozano del Actur atiende a más de 600 niños con este problema, especialmente afectado con la problemática de estas becas.


“Hay muchos problemas para catalogar a los niños con déficit de atención. Y cuando se consigue, suele ser a una edad medianamente avanzada con el aprendizaje ya seriamente perjudicado”, explica Sánchez, que señala que de los niños con los que trabaja solo 5 solicitaron la beca para alumnos con necesidades especiales el año pasado. “Las familias acaban viendo como al final están solas porque la Administración no llega a considerar plenamente estos problemas”, asegura la doctora, que espera que gracias a la presión de todos los colectivos, “ a veces único apoyo para las familias”, se empiece a tener en consideración la necesidad de que cada problema cuente con su propia dotación.