Opinión

La puntilla

Cierra por fin –y por sorpresa a la vez- el Parque Deportivo Ebro, en una manifestación concreta del desorden en la gestión de la política deportiva. Le da la vuelta la llave el Gobierno de Aragón después de haber intentado brindar la instalación al Ayuntamiento, incapaz finalmente de soportar sus gastos. No ha sido el deporte una ocupación principal del Gobierno de Aragón. Nunca. Ni ahora ni antes. Y el cierre de la entidad es una manifestación del poco interés del Ejecutivo hacia la actividad deportiva.


Hace tiempo que el director general, Félix Brocate, gestiona sin dinero. Lo cual no deja de tener mérito –o no-, si bien le lleva a tomar decisiones como ponerle la puntilla a una instalación de referencia. Llegarán otras medidas. Necesariamente…


Es un final derivado del desorden político. Muere el PD Ebro mientras agoniza el Centro Aragonés del Deporte. Aún resuena aquel anuncio solemne de Marcelino Iglesias cuando el entonces presidente daba a conocer el faraónico proyecto de la Ciudad del Deporte, con todo tipo de instalaciones, pabellones, aulas de formación, residencias, instalaciones de todo tipo y hasta un campo de golf. 


Hoy la pena borra la sonrisa que provoca el recuerdo de aquel anuncio. Queda una pista de atletismo inaugurada tres veces, por Marcelino Iglesias, Eva Almunia y José Ángel Biel –ilustres amantes del deporte-, de complicado mantenimiento y aislado de cualquier otro proyecto.


Los aires de grandeza impidieron ver lo que dicta el sentido común: que ya existía un Centro Aragonés del Deporte en el Parque Deportivo Ebro. Una adecuada inversión –mucho menor- garantizaría un futuro mucho más convincente. De aquellas decisiones lamentables –y de la indudable desatención y desinterés político- nos lamentamos hoy los amantes del deporte.


Deja el Gobierno de Aragón –en todas sus épocas- una larga lista de débitos con el deporte: desde la muerte de pruebas consolidadas hasta el entierro de proyectos -¿se acuerdan del Centro de Alto Rendimiento de Jaca?- devorados por la desatención institucional, y la pérdida de posibilidades, como las que ofreció la Expo.


Y paralela es la vida del Ayuntamiento de Zaragoza, que por perder ha perdido hasta el nombre de ‘Deportes’ en su organigrama.


Cierra el Parque Deportivo Ebro, en el que sobrevive al menos el Centro de Medicina del Deporte –instalación de referencia internacional-, abandonado en ese cementerio deportivo.


El deporte, como siempre, sufre el primer golpe. Feliz 2013…