Solidaridad

"Colaborar en Muxía fue una experiencia inolvidable"

Más de 300 aragoneses viajaron hace diez años como voluntarios a Galicia para ayudar en la limpieza de la catástrofe del Prestige.

En noviembre de 2002, el Prestige naufragó cerca de Galicia y vertió miles de toneladas de fuel, en la mayor catástrofe ecológica de la historia de España. Junto con la marea negra, miles de voluntarios llegaron a las costas gallegas en las semanas siguientes. Cientos de aragoneses participaron en las tareas de limpieza.


"Fui para una semana y me quedé un mes", afirma Ramón Comet, fotógrafo zaragozano. "Quería hacer una foto de una cena de Nochevieja con el chapapote. Y me quedé prendado del ambiente tan especial que se vivía allí. Decidí quedarme más tiempo. No hice esa foto que llevaba en la cabeza, pero hice muchas otras, ayudé a limpiar las playas, colaboré con los voluntarios y con la gente de allí, y el día de Reyes fui con los militares a repartir regalos por las aldeas", recuerda.


Ramón se instaló en Muxía, en la Costa de la Muerte, el centro neurálgico de la marea negra y de la blanca de los voluntarios. "El primer día que llegué a Muxía,vi la costa negra y a la gente con los manos blancos manchados, y se me saltaban las lágrimas. Vivir aquella experiencia fue impresionante", asegura. Este fotógrafo hizo amigos allí y ha vuelto varias veces a Galicia.


Ramón coincidió en Muxía en Nochevieja con un grupo de voluntarios aragoneses que habían llegado en un viaje organizado por el Rolde Choben. El colectivo de juventudes del PAR organizó cinco viajes a Galicia entre el puente de la Contitución y el de la Cincomarzada. "Nos vimos desbordados. La respuesta fue impresionante. Había lista de espera", recuerda Luis Badenas, uno de los organizadores.


Entre los autobuses fletados por el Rolde Choben y otros por parte de colectivos ecologistas y sindicatos, más de 300 voluntarios aragoneses fueron en viajes organizados a limpiar chapapote. Además, más gente viajó por su cuenta desde Aragón a Galicia para poner su granito de arena en la ingente labor de la limpieza.


Según algunas organizaciones ecologistas, más de 40.000 voluntarios de distintos puntos de España y otros países viajaron a Galicia, en una respuesta social sin precedentes.


En Muxía, los voluntarios aragoneses dormían en el pabellón de la localidad y comían en la lonja, reconvertida esos días en comedor. La gente del pueblo se volcó con los voluntarios y cocinaba para ellos. En la lonja y el pabellón, colgaban banderas de Aragón y carteles 'No al trasvase' o 'Teruel existe' junto a los de 'Nunca Máis'.


"Los voluntarios llegamos un mes antes que los militares. La presión social y la movilización ciudadana forzaron una visita del Rey y, después, el despliegue del Ejército. Los militares instalaron carpas con duchas y otra de comedor en Muxía", cuenta Luis. La Brigada de Caballería Castillejos II de Zaragoza también participó en las tareas de limpieza. Un centenar de militares viajaron desde Aragón a Finisterre.


"El ambiente era espectacular, fue una experiencia inolvidable". Diez años después, Luis guarda amigos y sensaciones. Recuerda la solidaridad, la fiesta de Nochevieja, el olor del chapapote. Y recuerda la sensación de impotencia cuando limpiaban la playa por la mañana y por la tarde la tarde un manto de fuel volvía a cubrir la arena y las rocas. "Los agentes de Protección Civil nos obligaban a irnos cuando subía la marea. Pero nosotros no queríamos salir de la playa", apunta.


Luis, trabajador del metal de 34 años, ha vuelto un par de Nocheviejas a Muxía. En Zaragoza, continúa con labores de voluntariado. Fue voluntario en la Expo y colabora en distintas iniciativas.