En Aragón

El 'cheque bebé' sobrevive en varios pueblos y comarcas

Tras la desaparición de la ayuda estatal de 2.500 euros para fomentar la natalidad que creó Zapatero, algunas localidades y comarcas de la Comunidad promueven subvenciones similares.

Grisel ofrece 1.000 euros a los padres que tengan o adopten niños
El 'cheque bebé' sobrevive en comarcas y municipios aragoneses
HERALDO

El extinto 'cheque bebé' de José Luis Rodríguez Zapatero, tan famoso por la polémica que levantó -la medida fue calificada de electoralista por el resto de partidos- como por los escasos tres años que se mantuvo vivo, resiste en varios municipios y comarcas de Aragón, que presupuestan subvenciones de diferente cuantía para apoyar a sus vecinos cuando tengan o adopten un hijo.


Aunque el Gobierno autonómico ha reservado para este año 340.000 euros en ayudas a la natalidad, son pocos los aragoneses que pueden beneficiarse de estas contribuciones económicas, ya que están restringidas a los partos o adopciones múltiples. Es decir, solo pueden recibir esta subvención, que varía según la renta y el número de hijos y se mantiene hasta que el más pequeño cumpla 12 años, aquellas familias que tengan al menos tres niños -o dos, si uno de ellos padece alguna discapacidad-.


Para el resto de los aragoneses, vivir en un punto u otro de la Comunidad puede suponer la diferencia entre que sus hijos lleguen o no con un pan debajo del brazo. En una región castigada por la despoblación y el envejecimiento, no son demasiados los municipios y comarcas que han optado por ofrecer ayudas para fomentar la natalidad, y la situación económica ha obligado a algunos de ellos a renunciar a dar estas subvenciones.


La localidad oscense de Castejón de Sos ha eliminado este año las subvenciones de 1.100 euros que recibían sus vecinos cuando tenían o adoptaban un hijo, y hace unos meses la polémica de los recortes también llegó a María de Huerva, otro de los municipios que tiene previsto renunciar a esta política.

Grisel ofrece ayudas de 1.000 euros


Sin embargo, en una época en la que las políticas sociales han 'adelgazado' a ritmo de crisis, otras localidades han optado por hacer un esfuerzo extra para escapar de una situación que afecta a gran parte del medio rural aragonés. Grisel, un pueblo de unos 75 habitantes situado a pocos kilómetros de Tarazona, ha aprobado este mes una ordenanza para el fomento de la natalidad con la que pretenden 'premiar' a los matrimonios, parejas de hecho o familias monoparentales que tengan o adopten hijos y residan en la localidad.


“En los años 70, Grisel tenía más de 600 habitantes, pero hemos sufrido demasiado la despoblación y la mayoría de la gente se ha marchado a las grandes ciudades”, asegura el alcalde del municipio, Javier Martínez Durán. Las cifras indicaban que había llegado la hora de tomar medidas, y el Ayuntamiento de Grisel ha decidido fomentar la natalidad con una ayuda de 1.000 euros para las familias empadronadas: “Hoy en día, mucha gente ni siquiera puede permitirse tener un hijo. Nosotros hemos decidido ayudar a la gente joven con una iniciativa que esperamos que también sirva para asentar población en el pueblo”.


Conscientes de que 1.000 euros ayudan, pero no le resuelven la vida a nadie, el Ayuntamiento de Grisel también pretende construir varias casas para gente joven a precios asequibles para poder atraer a personas que trabajen en alguna otra localidad de la zona. “Estamos a solo tres kilómetros de Tarazona, cerca de Zaragoza y contamos con servicios para la gente joven y los niños, como una piscina cubierta o un parque infantil”, concluye Martínez Durán.


Sin embargo, el nacimiento de esta cultura de los 'cheques bebé', más que en la imaginación de José Luis Rodríguez Zapatero, podría buscarse en el municipio turolense de Utrillas. “Comenzamos a dar estas ayudas hace alrededor de 15 años y nos convertimos en uno de los ayuntamientos pioneros en Aragón”, recuerda José Francisco Vilar, alcalde de una localidad que ha pasado de contar con 5.000 habitantes -en los años 80- a 3.300.


Alrededor de 30 familias reciben cada año una de estas ayudas de 700 euros, que se mantendrán hasta que la crisis diga lo contrario. “Los niños son el futuro del pueblo”, sentencia Vilar. Pero los vecinos de Utrillas, como los de Escucha -reciben 300 euros de su Ayuntamiento-, y se benefician de las subvenciones de la comarca de las Cuencas Mineras, que ofrece otros 300 euros a los padres que residen en su zona de influencia. También ofrecen ayudas a la natalidad otras comarcas aragonesas, como la de Sierra de Albarracín -600 euros- o la comarca de Daroca, que dan un cheque de 300 euros por cada nacimiento o adopción.

La dificultad de fijar población


Estas contribuciones, que suelen oscilar entre los 300 y los 1.000 euros, no dejan de ser una agradable inyección para las economías familiares de los agraciados, cuyos bolsillos sufren sobremanera durante el embarazo y los primeros meses -y años- de sus hijos. Sin embargo, hace falta algo más que una de estas ayudas para solucionar el problema de despoblación que sufren numerosas localidades aragonesas.


“Para que llegue gente nueva a un pueblo hace falta que haya alternativas de empleo o, al menos, acceso a viviendas baratas y la opción de poder trabajar en algún sitio cercano”, explica Lourdes Arruebo, presidenta de la Red Aragonesa de Desarrollo Rural (RADR).