Crisis en la minería

El futuro de los pueblos mineros aragoneses, más allá del carbón

En los años ochenta trabajaban más de 5.000 mineros en Teruel, hoy son poco más de medio millar entre las localidades turolenses y Mequinenza.

Comienzo en Andorra de la marcha
El futuro de los pueblos mineros aragoneses, más allá del carbón
A. G./BYKOFOTO

En los años 80 los mineros que trabajaban en la provincia de Teruel superaban los 5.000, pero hoy son poco más de medio millar, apenas un 10%, entre las localidades turolenses y Mequinenza, en Zaragoza.


En plena huelga del sector por los últimos recortes, los sindicatos afirman que las inversiones en la reconversión industrial de las últimas décadas han servido para ofrecer alternativas de empleo y evitar una sangría mayor de población en las comarcas mineras.

Cierres y reconversión en Utrillas y Escucha

Es el caso de localidades como Utrillas o Escucha, donde los cierres definitivos se produjeron en la década de los noventa. "No hubo cierres traumáticos en su mayoría porque hubo inversiones para la reconversión, y llegaron empresas como Casting Ros, en Utrillas, que dieron trabajo a muchos mineros", explica Rosendo López, exminero y secretario de acción sindical de UGT durante los años de los cierres.


Recuerda que fueron años duros en los que los mineros tuvieron que pelear mucho para conseguir buenas condiciones pero "gracias a esas inversiones, estos municipios han perdido población pero siguen teniendo futuro", resalta.


Pero también existen huellas que recuerdan que en algunos municipios, el cierre llegó antes que la reconversión, como es el caso de lo que queda de la central térmica de la localidad turolense de Aliaga.


Y eso es lo que temen en Ariño, donde casi la mitad de sus 900 habitantes vive actualmente de la mina y no hay muchas alternativas.


"La diferencia de los cierres ahora es que no están planificados, se hacen por la situación económica y no hay alternativas para la gente", señala López.

Aliaga: de 2.000 habitantes a 300

La minería en Aliaga vivió su mayor auge en la década de los 50 del pasado siglo, gracias a la extracción de carbón en varias explotaciones desde las que llevaban el carbón hasta la central a través de un curioso sistema de cables aéreos, que todavía hoy puede adivinarse gracias a las torres que permanecen en pie.


La central entró en funcionamiento en 1952, y al final de esta década comenzaron a cerrar las minas de la zona por la escasa rentabilidad aunque la central permanecería abierta hasta 1982.


"Recuerdo perfectamente el día. Si cerró un viernes, el lunes 85 personas de las que estaban trabajando en Aliaga entraban a trabajar en Zaragoza", recuerda el alcalde de Aliaga, Sergio Uche.


Quedó entonces, cuenta, "una sensación de tristeza, de depresión" porque este pueblo, que en los 60 llegó a tener más de 2.000 habitantes, y dos barrios mineros, empezó a perder población.


"El cambio fue bestial. Aún hubo dos o tres años después del cierre de la central en los que hubo gente por aquí trabajando en el desmantelamiento pero después nada", recuerda el alcalde.


Tras tres décadas desde el cierre de la central, el pasado minero está muy presente porque el imponente edificio desmantelado sigue en pie, junto al embalse de Aliaga que daba el agua para su funcionamiento.


El edificio es de propiedad privada, al igual que el terreno cercano en el que queda una montaña artificial de cenizas, restos de la central que suponen un riesgo ambiental, alerta el alcalde, sobre todo cuando llueve y las cenizas bajan hasta el río.

Hasta que no se instaló la planta de cogeneración, que en la actualidad da trabajo a una docena de personas, ninguna empresa ofrecía empleo en la localidad.


Héctor Escorihuela es uno de esos jóvenes que vive en el pueblo gracias a esta empresa y que conoce del negocio del carbón solo lo que hoy queda en pie. "Quizás podrían hacerse más cosas con lo que queda de la minería, pero como es propiedad privada no hay muchas opciones", comenta.


No obstante, el alcalde de Aliaga es optimista porque cree en el turismo para mantener este pueblo que en la actualidad no sobrepasa los 300 habitantes.


Sus atractivos son el Parque Geológico de Aliaga, que atrae en la actualidad principalmente a turistas internacionales, la caza y la belleza del propio paisaje.


Para ello están invirtiendo en nuevas infraestructuras como un hotel de montaña o un albergue. "Yo soy optimista, estamos ahora mucho mejor que hace unos años", segura Uche.