Repoblación

"La gente del medio rural tiene menos miedo a arriesgar"

A pesar de la crisis económica, en Aragón cada vez son más los emprendedores que deciden trasladarse a un pueblo para montar su propio negocio.

Evelyn Celma recoge plantas para elaborar sus cosméticos
?La gente del medio rural tiene menos miedo a arriesgar?
HERALDO.ES

La crisis económica se ha convertido en un lastre para muchos aragoneses, pero también en el empujón que algunos emprendedores necesitaban para dejar atrás unas ciudades que ahora no pueden cumplir todo lo que les prometieron. “Nací, me crié y estudié en Barcelona, pero hace unos años decidí regresar al pueblo de mis padres para montar mi propio negocio”, comienza Evelyn Celma, licenciada en Ciencias Ambientales y fundadora de Matarrania, una empresa dedicada a la elaboración de cosméticos naturales a partir del aceite de oliva ubicada en la localidad turolense de Peñarroya de Tastavins.


De esta forma, Evelyn recorrió a la inversa el camino que unas décadas atrás había llevado a sus padres hasta la Ciudad Condal y ha logrado recuperar sus raíces mientras se gana la vida haciendo lo que le gusta. “Desde que he llegado aquí no solo he aprendido mucho de la cultura popular que hay en la zona sobre el uso de las plantas para cuidar la piel, sino también de la mentalidad emprendedora que hay en el medio rural. No es que la gente inicie negocios novedosos, pero la mayoría de los habitantes de los pueblos son autónomos y están acostumbrados a invertir y tener iniciativa. Tienen menos miedo a arriesgar”, asegura esta catalana de nacimiento y aragonesa de raíces.


También decidió emprender su propio negocio en el medio rural Manuela Lisbona, aunque en este caso no tuvo que moverse de su localidad. Esta aragonesa ya vivía en Foz-Calanda, a 24 kilómetros de Alcañiz, pero decidió apostar por su pueblo para comenzar un negocio que sigue creciendo a pesar de la crisis: “Aquí se celebra un festival de artes escénicas, y hace unos años su director me animó a llevar algún producto de la zona para que los visitantes pudieran probar nuestra gastronomía. Solo tenía unos botes de mermelada casera”.


Así de sencilla es la explicación de Lisbona, cuyo negocio nació por petición popular. “En la siguiente edición la gente preguntaba por mí y me buscaba por el pueblo para llevarse más botes, así que eso me hizo plantearme la posibilidad de convertir en negocio algo que habíamos hecho toda la vida en casa”, asegura esta turolense que después de dos años de papeleos y pulsos burocráticos logró crear Mermelada El Ababol.

Internet, clave para los pequeños negocios


“Es un producto 100% natural, sin conservantes ni colorantes”, explica Lisbona, que no tuvo dudas para encontrar un lema que definiera su producto: “El placer de comer fruta”. Gracias a su página web y las redes sociales, esta emprendedora ha logrado colocar su marca en numerosas tiendas especializadas y ferias gastronómicas. “No vendemos a través de internet, pero nos ayuda a vender. Estamos en un pueblo de 300 habitantes, así que sin las nuevas tecnologías no nos conocería nadie”, reconoce Lisbona.


Sin embargo, las ganas de emprender no son garantía de felicidad en el ámbito rural. “Siempre me había sentido atraída por la vida del pueblo, pero es algo que hay que conocer antes de tomar cualquier decisión. Mucha gente se traslada al medio rural sin conocerlo y, después de pasar un invierno en una localidad de 100 habitantes se da cuenta de que no es lo que esperaba”, advierte Celma, quien además de ganarse la vida ha logrado crear empleo en la zona. En su laboratorio trabajan dos personas y cuenta con dos personas que le ayudan en las labores de comercialización del producto y comunicación.