Religión

La Iglesia se convierte en refugio en tiempos de crisis

La situación económica no ha multiplicado la fe, pero sí el número de personas que acuden a entidades religiosas a solicitar ayuda material y espiritual.

Basílica Parroquial de Santa Engracia.
Iglesia de Santa Engracia
GUILLERMO C.

A la misa de domingo de la parroquia de San Francisco de Asís, en Torrero, acuden los mismos feligreses que cuando la crisis todavía no era una sección fija en todos los telediarios. “Ni más, ni menos que antes”, sentencia Eleuterio Ruiz del Portal, párroco de la iglesia.


No ha aumentado el número de creyentes que acuden a escuchar sus sermones, pero sí el de personas que llegan en busca de ayuda. “Y también las que están dispuestas a ofrecerla”, continúa Eleuterio, quien asegura que, a pesar de la situación económica que viven los vecinos de un barrio “humilde”, el dinero que encuentra en la hucha de San Antonio, el que la iglesia destina a ayudar a los más pobres, no deja de aumentar. “La gente es consciente de que, por muy mal que lo esté pasando, hay personas que todavía están peor”, reflexiona el párroco.


Pero, además del consuelo espiritual, durante los últimos años la Iglesia ha multiplicado sus labores de acción social. “Siempre hemos desarrollado este ámbito, pero desde que comenzó la crisis el número de personas necesitadas ha crecido exponencialmente. Y, con ellas, nuestros esfuerzos por ayudar a todos los que lo requieren”, explica Enrique Ester, del Arzobispado de Zaragoza.


Cáritas, la organización social de la Iglesia Católica, atendió el año pasado a 80.417 personas en toda España. Además, 13.148 encontraron trabajo a través de esta entidad, que en 2011 destinó 27.132.763 euros a programas de acogida, orientación, formación, intermediación laboral y creación directa de puestos de trabajo. El porcentaje de españoles que solicitan ayudas, pasando del 25% en 2009 al 39,2% en 2011, según datos que presentó Cáritas hace unos días.


Habida cuenta de la situación, Cáritas denuncia, que en estos momentos, que aumentan las necesidades, "se reducen las políticas sociales", tal y como señalaba Sebastián Mora, secretario general de esta organización.


“Más que aumentar la fe, suele incrementarse la práctica de la religión”, analiza Pablo García Ruiz, profesor de Sociología de la Universidad de Zaragoza. Y expone sus argumentos: “Es complicado que quién nunca ha creído empiece a creer. Pero hay gente que hasta ahora otorgaba mucha importancia a lo material. Cuando eso se esfuma, se produce un refuerzo de lo espiritual”.

En la mezquita

Pero esta tendencia a buscar refugio -espiritual o material- en los templos religiosos no es exclusiva del cristianismo. “Siempre que pueden, los musulmanes deben acudir a la mezquita. Rezamos y compartimos nuestras preocupaciones y problemas”, afirma Amar Kebe, imán de la zaragozana mezquita de San Pablo.


Senegalés y residente en la capital aragonesa desde hace ya una década, Kebe expone la visión de la crisis del islam, religión que profesan más de 44.000 personas en la Comunidad. “No es el fin del mundo. Igual que hacemos con el Ramadán, cuando aguantamos sin comer ni beber durante el día, afrontamos esta situación como una prueba”, indica el imán: “Cuando tenemos problemas, Dios nos da fuerzas para superarlos”.


También aumentan las ayudas materiales entre la comunidad islámica, que incluye entre sus pilares el deber de la caridad. “Los musulmanes tenemos la obligación moral de donar parte de nuestro dinero a los pobres”, afirma Kebe, quien aclara esta 'norma' espiritual: “Si derrochas o ahorras mientras otros lo están pasando mal, no eres un buen musulmán”.


Ayuda espiritual


La situación económica y el desempleo han hecho que mucha gente haya perdido parte de la confianza en sí misma o se sienta poco valorada. “Cuando alguien pierde la fe en sí mismo, debe encontrar algo en lo que creer”, explica el sociólogo García Ruiz.


Eleuterio Ruiz, párroco de San Francisco de Asís, también suele ejercer de psicólogo con muchas de las personas que acuden a su 'templo'. “Atravesamos una época complicada, pero no debemos obsesionarnos en mantener una actitud pesimista. A lo largo de la Historia se han producido muchas crisis, algunas peores que esta, y siempre se han superado”, afirma Eleuterio, usando las mismas palabras con las que se dirige a los vecinos de Torrero, quienes siempre encuentran “abiertas” las puertas de la parroquia de San Francisco de Asís. “Para ayudar a la gente entendemos de personas, no de credos”, puntualiza.


Pero García Ruiz, profesor de la Universidad de Zaragoza, busca más significados a esta tenencia. “El ser humano necesita dar sentido a sus experiencias, sobre todo cuando son negativas. La religión proporciona un significado a la vida”, explica el sociólogo.

Aumenta la “vocación tardía”


Aunque no ha aumentado la vocación, sí que lo ha hecho la edad de muchos de los seminaristas. “No creo que la crisis haya aumentado el número de vocaciones sacerdotales, ya que es un proceso largo y muy exigente”, dice Alfonso Palos, rector del Seminario de Zaragoza, que cuenta con más de 30 seminaristas de siete países, como Polonia, Venezuela, Togo o Cabo Verde.


“Eso sí, ha aumentado la edad a la que muchos de ellos deciden ingresar en el Seminario. Pero, más que la causa, la crisis podría ser la ocasión que les ha ayudado a dar el paso”, concluye Palos.