Vidas minadas

20 años después


En diciembre de 2017 se cumplirán 20 años desde la firma del Tratado de Ottawa para la Prohibición de las Minas Antipersona. Coincidiendo con aquel hecho histórico fue presentado en noviembre de 1997 el proyecto Vidas Minadas, realizado por el fotógrafo Gervasio Sánchez y organizado y financiado por las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos sin Fronteras con la colaboración especial de DKV Seguros.

Los países visitados fueron Afganistán, Camboya, Angola, Mozambique, El Salvador, Nicaragua, Bosnia-Herzegovina, Colombia e Irak. El drama de las minas antipersona sigue vigente en decenas de países mientras muchos gobiernos han incumplido sus promesas y otros incluso han vulnerado el propio acuerdo firmado.

En los últimos años se han disparado las cifras de víctimas de las minas en países como Colombia. Los accidentes con minas artesanales están haciendo estragos entre los campesinos de las zonas más conflictivas. Tanto las guerrillas como los grupos paramilitares han utilizado minas para defender los territorios bajo su control. Las Fuerzas Armadas también lo han hecho aunque sus portavoces suelen negarlo en público.

Algunos de los protagonistas del proyecto sufrieron la mutilación a mediados de los años 90 cuando eran niños. Han tenido que someterse a varias operaciones de cirugía estética como el bosnio Adis Smajic o a varios cambios de prótesis como la mozambiqueña Sofia Elface Fumo o la afgana Wahida Abed. Años después se casaron, tuvieron sus primeros hijos, estudiaron en la universidad o en la escuela secundaria.

Sokheurm Man

Herido en enero de 1996 cuando tenía 14 años en Lojong (Camboya). Trece días después de que una mina le hiriese, Sokheum Man sufrió la amputación de su pierna derecha. Era enero de 1996, tenía 14 años, vivía en Lojong, pequeña aldea situada a cuarenta y cinco kilómetros de los míticos templos de Angkor, y pertenecía a una familia campesina pobre pero muy estructurada. Este joven camboyano tiene madera de líder y un don natural para el arte. Durante años se ha convirtió en uno de los activistas más importantes de la campaña internacional contra las minas. Viajó varias veces al año al extranjero para participar en encuentros con víctimas de otros países y dar conferencias en escuelas y universidades.

Adis Smajic

Herido en marzo de 1996 cuando tenía 13 años en Sarajevo (Bosnia-Herzegovina). La onda expansiva de una mina le provocó a Adis Smajic la pérdida de su ojo izquierdo, la amputación de su brazo derecho y unas profundas cicatrices que le desfiguraron la cara. Era marzo de 1996, tenía 13 años y había sobrevivido a cuatro años de cerco salvaje que vivió la capital bosnia. Adis ya había sufrido la pérdida de su padre durante un bombardeo con morteros al inicio de la guerra. Su abuela fue herida por un francotirador y su casa alcanzada por disparos de cañones.

 

En septiembre de 1997, la entonces presidenta de la compañía de seguros DKV- Previasa, Pilar Muro se interesó por su caso y decidió asumir el coste de varias operaciones de cirugía estética. La compañía encargó esta dura tarea al prestigioso cirujano plástico Antonio Tapia, miembro del cuadro médico de la Clínica Quirón de Barcelona. Adis visitó por primera vez la Ciudad Condal en diciembre de 1997, coincidiendo con la firma del Tratado de Ottawa para la prohibición de las minas antipersonas. Después de un chequeo completo para conocer su estado de salud, el doctor Tapia decidió que Adis sería sometido a varias operaciones para eliminar sus cicatrices y reconstruirle el rostro. La última operación tuvo lugar en octubre de 2004.

Manuel Orellana

Manuel Orellana vive con su mujer Edith Hércules y sus cuatro hijos: Christian, de 14 años, Daniel, de 12, Tania, de 10 y el pequeño Manuel, de 6. Su principal ilusión es conseguir que sus hijos estudien en la universidad y puedan superar el círculo de pobreza en el que han vivido desde que nacieron.

 

Manuel perdió ambas piernas pocos días antes de que la guerrilla y el ejército de su país firmasen la paz a finales de diciembre de 1991. Acaba de cumplir los 20 años, llevaba media vida huyendo de los combates y del reclutamiento forzoso y sobrevivía recogiendo café en varias haciendas del volcán San Salvador, una zona repleta de minas.

 

Después del accidente empezó a trabajar en una cooperativa textil que daba trabajo a mutilados de la guerra. Manuel prefirió llevarse dos máquinas de coser antes que cobrar una pequeña indemnización cuando la cooperativa se disolvió a finales de los años noventa. Con ellas comenzó una nueva fase de su vida. Ayudado por su mujer cosía camisas, camisetas y trajes de niños y los vendía en los mercados de Apopa, un pueblo situado a 30 kilómetros de la capital.

Sofia Elface Fumo

Herida en febrero de 1993 cuando tenía 10 años en Boane (Mozambique). Una mina amputó a Sofía Elface Fumo sus dos piernas mientras recogía leña cerca de su casa. Era febrero de 1993 y tenía diez años. En la explosión también murió su hermana María, de ocho años. Su padre había fallecido tres años antes. Otro golpe muy duro fue la muerte por enfermedad de su hermana Anita, con la que mantenía una relación muy especial. Ocurrió el 4 de marzo de 1998, día del cumpleaños de Sofía. En julio de 1999 dio a luz a su primer hijo llamado Leonaldo al que educó en sus primeros años sin la ayuda del padre, que la abandonó después de dejarla embarazada. En enero de 2005 tuvo a su segunda hija, Alia. Sobreviven de una pequeña parcela situada en el distrito de Boane, a unos 40 kilómetros de Maputo, la capital mozambiqueña. Ha tenido que cambiar media docena de veces de prótesis, la última en Barcelona durante el mes de mayo de 2005 a donde vino acompañada de su hija Alia, de cinco meses.

Monica Paola Ardila Jerez

Herida en marzo de 2003 cuando tenía siete años en San Pablo (departamento de Sur de Bolívar) en Colombia. La mina le provocó la pérdida de los dos ojos y le mutiló una mano. Vive en un centro para mutilados de Bucaramanga, estudia braille y va a la escuela todos los días. Es una niña hermosa cuya vida ha quedado hecha trizas. Ha tenido que abandonar la aldea donde vivió y separarse de su madre y sus hermanos pequeños para continuar sus estudios en la capital departamental.

Texto y fotografías: Gervasio Sánchez
Diseño y programación: R. Torres y S. Berdejo